Con gol de penalti de Trejo, el Rayo vence al Mallorca y hace historia al avanzar a semifinales de Copa por segunda vez en su historia.
De hace 11 años a esta parte, todo lo que sucede en el Rayo tiene un halo de surrealismo que el malogrado José Luis Cuerda no podría alcanzar a imaginar. Cuando todo lo demás en el club se cae a pedazos, el equipo de Andoni Iraola se empeña en desafiar a la razón y ha logrado la hazaña de alcanzar las semifinales de Copa del Rey. He tardado en reunir las condiciones físicas y mentales para escribir este intento de crónica, y el gran Jesús Villaverde no estaba disponible, así que trataré de hacer lo imposible para sustituirle en este artículo, que como todos es contingente, pero este es necesario.
Desde que se sortearon los emparejamientos y se supo que habría que medirse al Mallorca en Vallecas, la hinchada se puso manos a la obra para preparar una noche histórica. El recibimiento fue digno de las grandes ocasiones, casi siempre días de ascensos, pero esta vez era otra cosa. Una marabunta de rayistas cortó una Albufera abierta al tráfico porque la policía cortó el acceso en la misma esquina de Payaso Fofó, y ahí todo fueron cánticos, movimiento de estandartes y bengaleo. El ruido y el ambiente eran tales que la plantilla, que estaba ya lista para entrar al campo a calentar, salió del Estadio y fue hasta las vallas policiales a agradecer a la afición el caluroso recibimiento. Se esperaba una caldera en la grada, pero obviamente, en Vallecas nada va como debería.
Raúl Martín Presa se empeña en ser como el sol de «Amanece, que no es poco» (se vienen spoilers, así que si no has visto la película, no sé qué estás haciendo con tu vida que no vas a verla inmediatamente), que en la última escena del film le da por salir por el lado contrario. Si algo puede empañar un gran día, Presa lo hará posible. En este caso, le dio por prohibir el acceso al fondo con cualquier artículo que tuviera la más mínima mención a Bukaneros, cosa de la que se enteró el público en la misma puerta. Hubo momentos de tensión antes y durante el encuentro, pues la hinchada no quería pasar si no era con su material, amén que parecía evidente la intención del presidente de buscar que algún aficionado reaccionase como el Cabo de Guardia Civil Gutiérrez, cagándose en el misterio y con violencia. La gente no entró en provocaciones y al final los Bukaneros ocuparon su lugar habitual, en el minuto 40 y sin camiseta en la noche del 2 de febrero, haciendo lo que se puede denominar «La avalancha de los descamisados».
Desde dentro del Estadio, lo que pasaba en el césped parecía secundario por la situación en la entrada del fondo. La gente de ambos laterales mostró su apoyo a Bukaneros cantando contra Presa y deshaciéndose en abucheos desde que el susodicho entró al palco, llevando además, según cuentan testigos, un ademán chulesco y orgulloso. De todos los cánticos que hubo durante el partido, el 80% fueron contra Presa, y también pillaron Yáñez, Felipe Luna y Carlos Santiso, por lo que sea. Solo faltaba un grupo de americanos gritando con acentazo «este presidente nos toca las pelotas». En una radio decían que el público de Vallecas estaba más pendiente del palco y el fondo que de lo que pasaba en el césped, y en su defensa he de decir que el partido no acompañaba.
Ya pasamos a hablar solo del partido. El Rayo se presentaba por primera vez ante su afición en Copa con las novedades principales de Dimitrievski, que volvía a la portería tras una lesión y los rumores de su salida, Kevin Rodrigues sustituyendo al lesionado Fran García, el anhelado regreso de Óscar Valentín y, como viene siendo habitual en el Torneo del KO, Mario Suárez de central. Los de Iraola buscaban hacer historia, pero también su rival, el Mallorca de Luis García Plaza, que en liga está inmerso en la pelea por la salvación pero aspiraba a hacer algo grande en una competición que ganó en 2003, en tiempos de Eto’o. Como se insinuaba en el párrafo anterior, el partido era más espeso que el buen chocolate a la taza. El balón no pisaba las áreas más que la hinchada el fondo hasta el minuto 40. Salvo un gol anulado por evidente fuera de juego del bermellón Ángel y algún centro puesto por Álvaro y Kevin, el ataque de ambos equipos estaba tan apagado como el videomarcador del Estadio.
Quería yo hablarles, no de Dostoievski, sino de Óscar Guido Trejo. Aunque nada nuevo se puede decir de su fútbol y su calidad, ayer parecía estar algo más ahogado con la presión mallorquinista. Pero el «Chocota» necesita tener un solo momento de lucidez para hacer magia y desatascar un partido con aspecto de ser para el que lograse acertar una. Al instante de llenarse el fondo, a 5 minutos de descanso, le llegó el balón en zona de tres cuartos a Trejo, que se encargó de convertirlo en un pase en profundidad al costado izquierdo para que corriera Álvaro con mucho hueco libre. La zaga visitante reaccionó tarde, y además Franco Russo lo hizo mal. El central argentino se lanzó al suelo en pleno área, anticipando un movimiento de Álvaro que no se produciría y dejándole en bandeja al utrerano la posibilidad de recortar y hacerse zancadillear. Así sucedió, y Soto Grado no pudo sino pitar penalti. La pelota la acomodó Trejo. El capitán solo ante Sergio Rico y la posibilidad de anotar un gol para la historia del Rayo. Contenía la respiración Vallecas. Y el de Santiago del Estero, con toda la facilidad del mundo, burló a rico con el derechazo dirigido al lado natural, certero y entre palos. El grito de éxtasis fue general. Trejo haciendo el Topo Gigio a lo Riquelme en el festejo, donde solo faltó que el 8 dejase embarazado al compañero Leva, que estaba en la esquina haciendo fotos. El Rayo llegaba al descanso con la mitad del camino a semifinales ya recorrido.
En el segundo tiempo era normal esperar una reacción mallorquinista, pero apenas se acercó a la portería rayista. Solo un balón aéreo y cerrado que hizo salir en falso a Dimitrievski y que cabeceó Muriqi por encima del larguero puso en jaque el pase de ronda del Rayo. La defensa franjirroja completó un partido que rozaba la perfección. Mención especial a Mario Suárez, que parece envejecer como el buen vino en este rol que le ha dado Iraola en este curso. El 2-0 estuvo bastante más cerca que el 1-1, de hecho, el propio Mario Suárez la tuvo en un centro al punto de penal que le puso Santi tras dos recortes de calidad, pero que remató fuera. Las más claras para el Rayo fueron un cabezazo en plancha de Sergi Guardiola que salvó Sergio Rico y la defensa despejó cuando llegaba Álvaro a empujarla, y ya en el descuento y con el partido roto, un disparo al lateral de la red de Bebé en posición escorada tras regatear al portero y un tiro al palo de Nteka. Ambos jugadores entraron desde el banquillo, Nteka junto a Pathé Ciss para el tramo final por los fabricantes del gol Álvaro y Trejo, y Bebé por Isi para el descuento. Antes ingresaron, en sustitución de Santi y Sergi Guardiola, Unai López y el debutante con la Franja Mamadou Sylla, firmando ambos minutos bastante decentes.
El tramo final es ese momento en que parece que el reloj se para, en el que lo corto del marcador hace que el que lleva la ventaja tenga que evitar a toda costa que se juegue, ese «otro fútbol» que en muchas temporadas parecía faltarle al Rayo y que ahora con Iraola parece tener ya implantado. Oficio y pundonor para resistir las desesperadas acometidas del Mallorca, que llegaba a las inmediaciones del área con más ansia que cabeza, y piernas frescas para correr a la contra y tener las mentadas ocasiones que hubieran ahorrado muchísimo estrés al público de haberse materializado. Como Garcinuño en «Amaece, que no es poco», el partido moría agostado, roto entre interrupciones. El árbitro añadió 7 minutos, que finalmente fueron 9, y obviamente al míster visitante le parecieron pocos. Parecía que no, pero el pitido final acabó llegando, y con éste, el éxtasis general.
El que suscribe esto apenas podía sostenerse en pie en la cabina 2 del Estadio, roto por la emoción general de sentirse viviendo un momento histórico. El Rayo Vallecano volvía, 40 años después, a clasificarse para las semifinales de Copa. Solo había sucedido una vez antes en la historia del club, así que se preveía festejo fuerte. La magnitud de la hazaña y la comunión entre equipo y afición quedaron patentes en las celebraciones al acabar el pleito, porque eso es el Rayo Vallecano, aunque le pese a un presidente con menos luces que la sala de prensa del Estadio tras hablar Luis García Plaza.
En semifinales, que no es poco. Y para acabar, dejo más referencias amanecistas en forma de reflexiones. Si la temporada del primer equipo masculino está rozando la excelencia, y más cuando está siendo el mejor local de Europa, queda claro que los del campo, banquillo y palco son contingentes, pero la afición es necesaria. Por último, agradecer, como el labriego a su calabaza, a estos jugadores y a este cuerpo técnico, que pudiendo estar en los estadios de los ricos y los poderosos, han escogido un club pobre, de barrio y dirigido por un demente, para dar ejemplo al mundo. Rayo, pase lo que pase en semis, yo te llevo en el corazón.
Informó Jorge Morales García. Imagen de Alberto Leva.
P.D.: extracto de una conversación de Whatsapp.
-Jorge Morales: Me gustaría defender las crónicas largas y a destiempo porque también tienen cosas positivas.
-Alberto Leva: Vete a la mierda, hombre.