Las peñas y los medios que siguen al Rayo Vallecano rindieron homenaje a Alberto García en un pequeño acto en La Frasca.
Se tenía que hacer, se quería hacer y se hizo. Al poco de anunciar su retirada, Alberto García recibió el agradecimiento del rayismo, representado por las peñas y los periodistas que siguen a la Franja, en un pequeño homenaje en la terraza de La Frasca, bar cercano al Estadio y sede de la peña Los Desperdigaos.
Como las mejores ideas, esta surgió casi de improviso, y se realizó todo deprisa y corriendo. Casi siempre es sinónimo de un gran fiasco, pero esto fue todo lo contrario. Fue un grupo reducido de asistentes, también porque sigue habiendo pandemia, los que fueron llamados entre Dámaso Barroso y Raúl Granado para asistir al evento. Entre saludos y «cuantotiempos» varios, aparecía el hombre de la tarde, Alberto García Cabrera, portero y capitán del Rayo durante 4 temporadas y, tal vez, la persona que mejor ha entendido lo que representa vestir la Franja Roja para el aficionado y para Vallecas.
Una vez ubicados peñistas y periodistas invitados en las mesas, tomó la palabra Raúl Granado, compañero de Onda Cero, para ejercer de maestro de ceremonias. Tras una breve presentación, se sucedieron distintos turnos de palabra en los que los distintos ponentes hablaron de lo que ha significado Alberto en estos años para el Rayo y todo lo que le rodea. Prácticamente todos los discursos coincidían en un punto: en la calidad humana del ya ex portero franjirrojo, en alguien que sabía de sobra a dónde venía y lo que quería hacer y que siempre ha tenido predisposición a atender a quien le llamara y a moverse, tanto él como el equipo, cuando la gente lo necesitaba, fuera en el campo de fútbol o no.
Luego de hablar los diferentes ponentes, las miradas se dirigieron al plasma del cristal de la Frasca, donde se vio un vídeo en el que agradecían a Alberto prácticamente todos sus compañeros futbolistas en esta última temporada, que ha tenido que pasar alejado del verde y que tan felizmente ha culminado con el ascenso; amén de dos de los entrenadores que han dirigido al meta catalán en su etapa en Vallecas, Míchel y Paco Jémez. Momentos de gran emoción los de la proyección, y no solo en el propio Alberto, que varias veces tuvo que llevarse las manos a parar lágrimas como antes paraba balones, sino también en varios de los invitados. Al final, por muy del Rayo y de Vallecas que seamos, también somos unos sensiblones emocionales. Es así, y ya está.
Luego le tocó el turno a él, el Capitán que ha tenido este barco en una travesía complicada. Así es como todo el mundo se refería a él cuando no le llamaban por su nombre. Sin embargo, Alberto quiso despojarse de ese «privilegio» y afirmó lo que es el titular de este artículo, que él era un tripulante más de la nave rayista, haciendo por que todos remaran en la siguiente dirección para poder atracar en buen puerto. Breves pero emocionantes palabras, como no podían ser de otra manera, en pleno Paseo Marítimo de la Calle Payaso Fofó. Tres minutos y medio en los que se recordó lo que fueron los últimos meses, tal vez los más difíciles de su carrera futbolística, y en el que no faltaron recuerdos a sus compañeros de vestuario. Para muestra de este carácter suyo, decir que Alberto afirmó que ese homenaje que se le estaba brindando «lo merecía gente como Ali Gómez», otra leyenda que guardaba la meta del Rayo. Ovación cerrada de los presentes, que eran ahora los que no podían reprimir las lágrimas.
Tras esto, el momento de los obsequios, que fueron desde la clásica placa de la Federación de Peñas, la Peña 2004 y la Peña Piti (abrazo enorme a Lola incluido al recogerla), a la bufanda de la Federación de Peñas, la botella de vino personalizada de La Franja Vallekana, la bufanda homenaje a Willy (de porteros iba la cosa) de La Resistencia Vallekana y el estandarte de Bukaneros en el que aparecía pintada, sobre la Franja, una imagen de Alberto llevando de la mano a su hijo como tantas veces ha hecho al acabar los partidos. Y unas frases que resumen lo que ha sido el paso del meta barcelonés por el Rayo. «Vallekas no tiene ídolos. Aquí vamos todos en el mismo barco». Palabras que pronunció en el vídeo que el club subió a YouTube al despedirse oficialmente del fútbol. La emoción seguía siendo palpable, y como en aquel musical, entre los presentes se mezclaban sonrisas y lágrimas.
Ya solo quedaba, previa sesión de fotos de varios asistentes con el homenajeado, acabar la velada como más nos gusta, con la comida y bebida que dan en La Frasca. Ahí ya el ambiente fue más distendido si cabe, y como ha hecho y hará siempre, Alberto se prestó a hablar de todo. Anécdotas, historias, inquietudes del vestuario y del club, momentos vividos, que se viene ahora que no se es futbolista… A todo respondía, y también sin que le pregunte. Él mismo se acercaba a los diferentes grupos que se formaban y se interesaba por los que ahí andaban. Dejó claras sus intenciones con un «yo no me voy hasta que se vaya el último». Palabras que, en ese bar en otras circunstancias, hubieran significado una noche larga. Se hizo lo que se pudo y lo mejor que se pudo, como hizo Alberto en cada club en que jugó, los cuales de forma unánime se sumaron a agradecerle por sus paradas y su personalidad el día que anunció que colgaba los guantes.
Así fue el homenaje de los medios y las peñas del Rayo a Alberto García. El hombre que llegó sin hacer ruido, y a la vez, desde el primer día marcó la diferencia. El que quería ser un tripulante más de una nave que buscaba el ascenso a Primera, y que prácticamente al momento de subir a bordo le nombraron Capitán del Santa Inés. Aquel al que como aficionado le pedía que se quede a vivir en el Rayo, pero como periodista que algo sabe de lo que en el club se cuece le ruega que no lo haga. El que ha querido ser algo tan anómalo en el fútbol moderno como es ser una persona normal, fiel a sus valores y a los de la gente que representaba en el césped. Por ser tan corriente, era distinto. Por ser un tripulante más, siempre tendrás en Vallecas tu casa, Capitán.
Texto e imagen de Jorge Morales García.