El Rayo Vallecano empata a uno frente al Sporting de Gijón y pierde, una vez más, la oportunidad de entrar en los puestos de promoción de ascenso
Uno tiende a cansarse de lo que, sistemáticamente, se ajusta a la norma. Se cansa de las aglomeraciones en los trenes del barrio, de las colas del sábado en los supermercados, de escuchar el Despacito en cualquier terraza ―o de escucharlo, simplemente―, de oír sandeces en televisión o, como en este caso, de ver cómo el Rayo Vallecano, una vez más, pierde la opción de asaltar los playoff.
Uno tiende a cansarse de fallar ocasiones incomprensibles, de perder por faltas de concentración o concesiones, de ver cómo la delantera rival gana la espalda a la línea defensiva y, cómo no, de que un control con el pecho en zona de tres cuartos sea señalado como mano. El partido frente al Sporting de Gijón es solo un ejemplo más de aquello en lo que se ha convertido la temporada 2019/2020 para los franjirrojos. Tras el parón, de hecho, la situación se ha agravado. A la hecatombe de Coruña y la autopista del Carranza, debemos sumar el pinball de Vallecas, una divertida sucesión de rebotes apta para toda la familia. Con su compra, además, el cliente recibirá un gol de Álvaro Vázquez en el descuento de la primera mitad.
Lo cierto es que ser cronista del Rayo se ha convertido en una tarea sencilla, no por la motivación que genera ver sus partidos, sino porque puedes dejar el resumen del encuentro escrito a falta de incluir el minuto en el que se producirá el despiste que desemboque en el gol del empate. El cuarenta y siete, en este caso.
Como viene siendo costumbre a lo largo de toda la campaña, los locales dominaron el partido con mucho criterio durante la primera mitad, lo que les permitió desgastar a sus rivales y marcar el ritmo del encuentro. Supieron sortear a la perfección la elevada presión de los de Djukic y llegar a la portería rival con cierto peligro. Sin embargo, una sucesión de infortunios con Juan Villar y Óscar Valentín como protagonistas desembocó en el primer tiro a puerta, y gol, del Sporting de Gijón.
Ni el remate de cabeza de Santi Comesaña en el minuto treinta y cuatro, ni el bombardeo de cañonazos por parte de Advíncula y, sobre todo, Joni Montiel, pudieron evitar que los asturianos se marchasen al vestuario por delante en el marcador. Por ello, el técnico canario ordenó dos sustituciones en el descanso, en las que se daría a entrada a Yacine Qasmi, autor del único tanto franjirrojo, y Álvaro; y abandonarían el terreno de juego Saúl y Andrés, ambos con una actuación, cuanto menos, discreta.
Con estos dos cambios, Paco Jémez reajustó el esquema, pasando de un 4-3-3 a un 3-5-2 en el que Advíncula actuaría de tercer central, De Frutos y Álvaro como carrileros, y Villar y Qasmi como doble punta. Sin embargo, el choque no modificó su rumbo sino de forma contraria a los intereses rayistas. Las ocasiones rojiblancas se multiplicaron y las locales se vieron disminuidas. Pese a ello, Isi, quien entró en sustitución de Joni en el minuto sesenta y cinco, colocaría un perfecto balón al área que Qasmi enviaría, tras un perfecto remate de cabeza, al fondo de la red. Uno a uno.
Como conclusión, Madrid sigue siendo una sauna climática, la cerveza más refrescante que el vino, el tiempo el enemigo del hombre y el Rayo un especialista en perder puntos. Próxima parada: Santo Domingo.