Una nueva derrota fuera de casa y una nueva imagen lamentable del equipo lejos de Vallecas. Nada nuevo en el Rayo.
(Nota del autor: Este texto se escribió durante el partido Oviedo-Rayo Vallecano)
Confieso: empiezo a escribir este texto cuando el partido ni siquiera ha terminado. Ni falta que hace, porque prácticamente nunca lo hubo. Concretamente corre el minuto 76, unos instantes después de que el Rayo consume otra derrota fuera de casa (qué raro…). Y lo empiezo a escribir porque, literalmente, me aburre mucho este equipo. Así de claro y rotundo. Durante todo lo que va de temporada, el franjirrojo ha sido un conjunto indolente fuera de casa, pero, seamos sinceros, también en buena parte de los minutos que ha jugado como local.
Uno ve la franja sobre el césped y la sensación que le queda es la de un equipo que juega a arreones y que va subsistiendo, fundamentalmente, porque la mayoría de los equipos contra los que se enfrenta no son superiores. Pero saben jugar mejor y, sobre todo, conocen a qué tipo de fútbol juegan. Decía Sandoval antes de comenzar el partido que tenía un plan A y un plan B para enfrentarse al Oviedo. Podría ser, nadie lo sabe. Pero lo que está claro es que ninguno de los dos los ha plasmado en el terreno de juego. De no ser que el plan fuera no tenerlo. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte; exactamente lo mismo que en todos los partidos jugados fuera de Vallekas. Sandoval, como ya demostró en su etapa anterior como franjirrojo, es, en términos de coloquialidad, “mucho lirili y poco lerele”.
Lo que está claro es que el Rayo es un equipo que no tiene idea de a qué juega ni de cómo debe jugarlo. Probablemente, casi seguro, esto pueda deberse a que en casi una decena de partidos aun no se haya repetido una sola alineación. Ni siquiera las que han funcionado medianamente. Probablemente también a que la idea de cómo afrontar los partidos en esta categoría sea escasa o nula. Más allá, también podríamos achacar este vaivén de alineaciones a la cantidad indigna de lesiones que sufre la franja, algo para lo que quien esto firma solo encuentra dos explicaciones: la avanzada edad media de la plantilla o la ausencia de preparación física durante la semana. En cualquiera de las dos opciones, todo deriva en un evidente error de planificación de la temporada por parte de todos. Dirección deportiva, departamento técnico y, por supuesto, el individuo al que nos obligan a llamar presidente.
El resultado es lo que vemos cada semana (exceptuemos los partidos contra dos inoperantes Getafe y Cádiz, los únicos en los que la Agrupación ha aparentado saber jugar a algo). Un equipo que va a la deriva, sin ningún tipo de concierto ni orden, pero también con una preocupante falta de espíritu combativo. Una escuadra en la que cada uno hace su batalla y nadie gana la guerra. Y, por encima de todo, un capitán general que no es capaz de hacerse con los mandos ni de hacer que el grueso de su plantel supere la inoperancia. No hay ningún modelo de juego, o al menos eso es lo que se traslada al césped en cada encuentro de la franja. No hay ideas. Ni acción (once inicial) ni reacción (cambios que llegan tarde, poco movimiento durante el partido y un sinfín de etcéteras que suman al despropósito que es cada semana el equipo).
Esa es la triste realidad del Rayo de Sandoval y su, nuestra, tropa. La ausencia de todos los valores que deberían caracterizar a este equipo. Ni lucha, ni coraje, ni valentía, salvo en escasas y honrosas excepciones (Fran Beltrán, Galán y pocos más). Quizás ese sea el resultado de no haber cambiado a la plantilla que nos llevó al descenso el año pasado. Que ahora toca remar a contracorriente. Nos queda escuchar las clásicas excusas y las palabras vacías y populistas del pospartido. Lo de siempre. Que si la afición, que si ganar en Vallekas, que si agradecer, que si patatín, que si patatán. Lo cierto es que este club cada vez incita menos a su afición a la ilusión y la esperanza. Todo lo que sea estar más arriba de la 19ª posición en mayo será un resultado a celebrar por quien esto firma, que reconoce ver muchos, demasiados fantasmas del pasado en esta situación.
Pitido y punto final. Un merecido 2 a 0 en contra. Otra derrota incontestable. Otro partido para olvidar fuera de casa. Feliz Día de la Marmota, rayistas.
Jesús Villaverde Sánchez