El Rayo vence en Vallekas a un Racing timorato (2-0). Saveljich abrió la lata y Bebé cerró el marcador a segundos del pitido final.
En toda fórmula hay un factor diferencial. Un elemento que agita la mezcla y propicia el cambio en la solución. En el encuentro entre el Rayo y el Racing fue Adrián Embarba. El partido del extremo rayista fue descomunal de inicio a fin. Un clínic sobre el césped de Vallekas como hacía tiempo que no se veían. Asistencias, lucha, visión de juego, disparos a puerta, carreras por banda, centros medidos al rematador, pundonor… Todo lo que se le pide a cualquier jugador que se vista la franjirroja lo desplegó sobre el verde.
En un ambiente enrarecido, como parece será costumbre durante mucho tiempo, el duelo comenzó algo dubitativo. Tanteo en los primeros minutos con alguna acometida de Bebé que se diluía entre el fútbol de control y sosiego. Dominaba más el Rayo, imponiendo su condición de local, pero no llegaban las ocasiones.
Lo más llamativo llegó en forma de cartulina amarilla a Martín, en una acción desmedida e innecesaria, cuando solo corría el minuto 10, que iba a terminar condicionando su participación en el partido. El marcador cambió prácticamente en la primera acción de verdadero peligro sobre la portería racinguista. Embarba recogió una segunda jugada y puso un balón medido a la cabeza de Saveljich, que, en el borde del área pequeña, remató con potencia al fondo de las mallas. Trece minutos después, Martín repetía la acción de siete minutos antes. Otra entrada innecesaria, absurda y fuera de lugar y a la caseta. El canterano tendrá que aprender a medirse si no quiere alcanzar el récord de expulsiones con la camiseta del Rayo en tan solo unos partidos.
En ese momento, cuando parecía que todo iba a empezar a ser cuesta arriba, Nkaka vio una doble amarilla no menos falta de sentido que la de Martín y dejó el partido en equilibrio para la segunda mitad. Se repetía el guion del partido de la primera jornada contra el CD Mirandés. En el lanzamiento del libre directo, Embarba hizo sonar la cruceta de Luca Zidane y puso el ¡uy! en la grada vallecana, por lo demás en cartujo silencio debido a la sonora huelga de animación.
A la reanudación, todo seguía más o menos igual: Bebé disparaba una y otra vez, en una de esas obligó al paradón de Luca, y el Rayo dominaba los tempos. Y como todo tenía que seguir por su cauce, el árbitro se adjudicó el protagonismo que no le correspondía y, a instancias de ese invento inmundo que es el VAR, pitó un penalti a Luna cuando el lateral reculaba mirando como la pelota caía del cielo. De locos.
Como de locos fue el lanzamiento de Yoda, que se excedió en el control de la fuerza y rompió el travesaño de Alberto García. Ni por esas lograba el Racing inquietar al conjunto de Paco Jémez. Para colmo, la única vez que lo consiguió, el linier levantaba la bandera y el VAR corroboraba que el gol de Kitoko era inválido y, por tanto, no era merecedor de adornar el electrónico.
En la frontera de la media hora, Embarba regaló la mejor jugada del encuentro. De nuevo el jugador rayista fue diferencial y sobresalió por encima de sus compañeros con un caño y posterior disparo a la escuadra que desbarató la mano cambiada de Luca Zidane en la mejor intervención de los más de noventa minutos. Lo intentaba todo el 11 rayista, incansable en el esfuerzo y mastodóntico en la creación y ejecución de los planes vallecanos. Y pese a que el duelo se había convertido en un museo de las variaciones Embarba, al final terminó por rematar el marcador otro de los que más lo había intentado. Tras una jugada en la que Nuha no consiguió remachar un balón muerto sobre el área pequeña de Alberto (ay, si Barral hubiese continuado en el campo…) y una réplica del extremo portugués que el meta racinguista desvió a la esquina, Luca Zidane desguareció su portería para rematar un córner y, en el contraataque, Bebé corrió y aniquiló el marcador a falta de unos segundos. La emoción se mantuvo hasta el final en un partido no demasiado brillante, pero efectivo de los locales, que se mostraron dominantes frente a los de Iván Ania, que pese al buen plantel no terminan de despegar en este inicio de temporada. Resuenan ya las cornetas de La Rosaleda: el martes se libra una nueva batalla, un nuevo kilómetro en la maratón de la Segunda División. ¡A correr y a dar todo en la lucha!