Un gran Rayo cayó por la mínima (0-1) ante un Real Madrid que aprovechó el bajón físico de su rival para adelantarse y conseguir un importante triunfo en Vallecas.
Setenta vueltas al reloj. Ese es el tiempo que, aproximadamente, le duran las fuerzas a este Rayo. Ya lo vimos en Elche, lo hemos visto ante el Real Madrid y da la sensación de que, gracias al nefasto mercado de invierno franjirrojo, lo vamos a volver a ver en bastantes ocasiones de aquí a final de temporada. Nada que achacar a los jugadores, por supuesto, que se vacían hasta que las fuerzas aguantan y más allá, pero lo cierto es que, tras el parón navideño, la cara del equipo es, sin ninguna duda, distinta. El Rayo de 2022 no tiene nada que ver con el de 2021.
Iraola recibió al Madrid con varias modificaciones, suponemos que de cara a la vuelta de las semifinales de Copa que disputará el jueves en Heliópolis. El Real Madrid, en cambio, con su equipo de gala, a excepción de la baja de David Alaba. El duelo comenzó con varios ataques del conjunto vikingo. Asensio, que andaba más pendiente de la floritura que de la efectividad, erró dos ocasiones claras –la primera fue una gran intervención de Luca– que evidenciaron porque no tiene apenas sitio después de tantos años en la plantilla blanca. Posteriormente, fue Vinicius Jr. el que buscó la escuadra de Zidane. Respondió Bebé con un disparo que besó el lateral de la red.
La ocasión más clara llegó de las botas de Asensio, que disparó fuerte y cruzado, obligando a Luca Zidane a estirarse para entregar una parada plástica y preciosa que evitase el 0-1. Tras este aviso, se desperezó el Rayo y, aprovechando que la medular madridista, a pesar de varias circulaciones esplendorosas en la salida, estaba algo más fallona que de costumbre, empezó a robar balones peligrosos. Sergi Guardiola se lanzó en plancha para conectar un testarazo que se marchó cerca de la portería de Courtois y, minutos después, un robo de Álvaro García terminó con un lanzamiento por encima de su larguero. El Madrid solo volvió a buscarle las cosquillas a los franjirrojos con un disparo escorado de Karim Benzemá que rebotó en un defensa y pareció que se iba a colar en la meta de Luca.
Tras el descanso, Vinicius la tuvo en el área rayista, pero estrelló el esférico contra las piernas de Catena, que se había echado al suelo para restar opciones al brasileño. Pudo el Rayo hacer daño con dos contragolpes mal leídos por Bebé, que confirmaron que su elección para el once titular había sido un patinazo de Iraola en la confección del once (probablemente Isi hubiese podido hacerle muchas cosquillas a los laterales del Madrid). A la salida de un córner pudo adelantarse el Rayo, pero el impecable testarazo de Mario Suárez lo detuvo un Courtois que se engrandecía a cada acción en la meta merengue.
Andaba el partido en una tierra de nadie cuando Casemiro hizo la que hace en todos los partidos y por la que nunca le pasa nada. En este caso, el objeto de su antideportividad fue Óscar Valentín, que recibió un planchazo en la zona intermedia entre la tibia y el peroné que liquidó su partido. Una acción que si hubiese sido cometida por el 23 franjirrojo contra el 14 madridista, seguro, habría tenido un final distinto y una invitación del colegiado para que el rayista marchase al vestuario. Lo más sangrante, en cambio, es la risa de Casemiro mientras un compañero al que ha lesionado está en el suelo pidiendo la camilla. El gesto habla de la persona, que ni siquiera fue capaz de acercarse a interesarse por el estado de su compañero de profesión, al que mandó al vestuario (y veremos).
Ancelotti, que ya es perro viejo, consciente de la situación de su mediocentro y del indulto del árbitro, retiró al brasileño para dar entrada a Fede Valverde cuando el juego apenas había sido reanudado. Más allá de esta jugada, el Rayo empezaba a dar muestras de agotamiento: Trejo empezaba a no poder llegar a los balones que siempre llega, Catena fallaba en pases fáciles que no suele fallar, Fran García y Álvaro García empezaban a no atinar en sus centros… Lo normal si tenemos en cuenta que, tras el mercado invernal, con cinco salidas y una sola incorporación, al Rayo se le ha quedado una plantilla de apenas 14 o 15 efectivos. Sin embargo, Trejo y Álvaro García todavía gozarían de una doble oportunidad clarísima en la que Courtois se puso el traje de Iker para desbaratar las opciones rayistas de triunfo. El portero belga estuvo inmenso en sus dominios y negó la mayor a un Rayo que lo buscó de todas las maneras posibles.
El bajón físico del Rayo coincidió con el momento en el que su rival comenzó a apretar con uñas y dientes para buscar los tres puntos. Modric, Kroos y Fede Valverde adelantaban sus líneas para presionar la salida franjirroja y robar rápido. Y lo conseguía con bastante facilidad. Y en tres cuartos, ya sabemos cómo se las gastan los jugadores madridistas. Una fantástica combinación entre Vinicius y Benzemá terminó con el remate a placer del francés que, a la postre, inmortalizaría el 0-1 definitivo en el electrónico.
Un partido bonito, disputado y con dos contendientes que dieron todo y jugaron bien al fútbol por fases. Un encuentro que, sin embargo, confirma las sospechas de que al Rayo se le puede hacer larga la segunda vuelta; y no por demérito de sus futbolistas, al contrario, por la necesidad de su entrenador de alinearlos sí o también ante la ausencia de alternativas. El jueves, otro partido intenso, como previa de una salida a Cádiz que se antoja imprescindible teniendo en cuenta que los dos próximos partidos en casa serán contra Sevilla y Atlético de Madrid. Una pena que el cronómetro vaya a seguir anhelando los noventa minutos, porque si el Rayo jugase a setenta vueltas al reloj sería un conjunto mucho más difícil de doblegar.