Nuevo esperpento en el palco para complementar un flojo partido. Primer punto de Michel en su etapa en el banquillo. La falta de acierto condena al Rayo a la zona baja.
Nada nuevo bajo el sol. El primer encuentro de Michel como entrenador del Rayo en Vallekas se saldó con un empate sin goles que trajo un nuevo bochorno desde el palco, esta vez Luis Yáñez mediante. No ganó el Rayo, ni perdió el Reus, sino todo lo contrario. El amago de brotes verdes resultó en un escaso punto que no sirve apenas a los locales en su intento de escapada. Buscó Michel hacerse dueño del balón en su primera comparecencia en el banquillo de Vallekas. Para ello dispuso un doble pivote de creación que dio sus frutos solo a medias. La duda sobre quien sustituiría al lesionado Baena se resolvió en favor de Jordi Gómez, que pasó a formar pareja con Trashorras. Como decíamos, con resultados incompletos. Mientras el catalán, mediapunta natural, se las veía tiesas para conectar balones con el ataque, el gallego naufragaba entre los dos centrales para favorecer una salida de balón controlada que no cristalizó en ocasiones durante toda la primera mitad.
Un testarazo de Ebert a los cinco minutos, tras una buena jugada de Nacho, a la postre el mejor en la escuadra local, parecía anticipar otro partido del que finalmente fue. La contestación del Reus llegó en la jugada inmediatamente posterior, pero Máyor no alcanzaba a conectar un cabezazo en posición inmejorable frente a Gazzaniga. Poco más tuvo la primera mitad. El equipo local trataba de imponer su estilo en la medular, pero su dominio no fructificaba en ocasiones claras en portería rival. Mientras, el equipo de Natxo González, bien plantado y con una defensa férrea, amagaba con concluir alguno de los contraataques que lanzaba sin poner demasiado suspense. Solo quedó espacio para un centro envenenado de Nacho y para que Javi Guerra fallase, otra vez, una oportunidad manifiesta de gol. Se le hace pequeña la portería al delantero malagueño, que atraviesa el peor momento de su carrera.
Y como siempre cuando entra en juego el Rayo Vallecano, la segunda mitad fue radicalmente opuesta a la primera. Salió con otro aire el equipo anfitrión. Tanto fue así, que incluso logró marcar solo dos minutos después de la reanudación. Pero el colegiado, a instancias de su linier, invalidó la jugada por fuera de juego, pese a estar Embarba (quizás por única vez) en posición legal. La oportunidad parecía indicar otro destino para los primeros minutos del encuentro, pero la realidad iba a ser otra. En el fútbol, para que la posesión sea un valor a tener en cuenta se tiene que traducir en goles. Y el Rayo era capaz de manejar el tempo del encuentro, pero no de llevar peligro real a las inmediaciones de la portería defendida por Badía. Al menos hasta que a la ingeniería alemana le dio por inventar. Tal vez cansado de estrellarse una y otra vez contra el muro reusense, Ebert sacó un derechazo desde aproximadamente treinta metros que superó al guardameta visitante, pero se estrelló contra el poste en el que hubiese sido uno de los goles del curso. El envío del alemán parecía llegar en vuelo directo desde Postdam.
La ocasión hizo despertar a la artillería franjirroja y ocasionó un breve carrusel de oportunidades para los locales. La más clara, la que tuvo Javi Guerra en la jugada inmediatamente posterior al trallazo de Ebert. En boca de gol, el malagueño envió fuera un testarazo ante el que Badía ya estaba batido. Cuatro minutos más tarde, el arquero rojinegro desbarató un disparo raso al primer palo del propio Guerra en una intervención de mérito. La entrada de Lass aportó velocidad y atrevimiento en banda. Sin embargo, con la última ocasión de Guerra, en el minuto 72, terminó el partido para los de Michel. Quizás acusaron el cansancio -Ebert, sustituido en el minuto 83, personificó esta sensación- o quizás se les acabaron las ideas, pero el dominio vallecano no se tradujo en más oportunidades claras contra el Reus.
Al contrario, fueron los catalanes los que, de forma timorata, empezaron a acercarse a la meta de Gazzaniga. Jorge Díaz disparó fuera en lo que fue el preludio de la ocasión más clara para los visitantes. El arquero argentino del Rayo acudió a su cita semanal con una intervención notable que desvió un buen disparo lejano de Folch. Era el minuto 81 y ya solo una falta que se fue rozando el palo izquierdo puso algo de misterio al encuentro. Triste botín de un punto para el Rayo que, si quiere salvarse, tiene que empezar a sumar de tres en tres. Agridulce debut para Michel como entrenador en el campo de fútbol de Vallekas. En 180 minutos su Rayo aún no ha conseguido ver puerta. Y lo peor es que parece un problema endémico y difícil de voltear. La sensación que queda en la grada con este Rayo es la de darlo todo y no recibir apenas nada. Como en esa relación en la que uno se empeña en mantener viva la llama y el otro solamente sopla para apagarla cuanto antes. En definitiva, nada nuevo bajo el sol. Sin novedad en el frente.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Foto: Iván Diaz