Un gol del alemán abrió el marcador contra el Oviedo en la primera victoria de Michel como entrenador. El Rayo se reconcilia con el triunfo y con el fútbol.
Y llegó. Por fin. Vallekas fue testigo de la primera victoria del Rayo de Michel, que llegó en el cuarto encuentro dirigido por el canterano rayista. Patrick Ebert se erigió como símbolo de la metamorfosis franjirroja. Acompañado por el gran partido del doble pivote formado por Fran Beltrán y Trashorras, el germano se vacío en una soberbia primera parte y tiró del equipo en ataque. El Rayo respira y afronta con un plus de ilusión la doble salida que se le viene en las próximas semanas.
Era la noche propicia para ganar. Los resultados que se habían dado en el resto de la jornada casi obligaban al Rayo a conseguir la victoria para no consumar un drama. Y con esa idea salieron los pupilos de Michel. El ritmo que imponían los locales en los primeros minutos era muy alto y empezó pronto a dar sus frutos. Avisaron los vallecanos por partida doble. Primero, con un balón que se paseó por los dominios de Juan Carlos como el que se pasea por la discoteca sin encontrar pareja. Posteriormente fue Ebert el que envío una amenaza mucho más directa con un disparo envenenado al poste que llegó tras una bonita jugada al borde del área.
Y como no podía ser de otra manera, el dominio rayista fructificó pronto en el primer tanto del encuentro. Trashorras sacó la escuadra y el cartabón para milimetrar un pase en profundidad a Álex Moreno. El ayer lateral izquierdo se adentró en el área y fue derribado por Johannesson cuando enfilaba la recta final. Ebert impartió lección sobre como tirar una pena máxima y mandó el esférico a la red por arriba. 321 minutos después, el Rayo veía puerta. Y pudo sentenciar justo antes del descanso, pero Javi Guerra envió otro caramelo de Ebert a los guantes de Juan Carlos.
Por su parte, los carbayones habían tenido el empate en las botas de Susaeta, pero el disparo del ex rayista, que buscó la escuadra, provocó la clásica intervención de mérito de Gazzaniga en cada partido. El meta argentino siempre aparece para sostener a sus compañeros. Aparentemente invisible, pero necesario, como un pilar de carga. Así las cosas, la primera mitad del partido dejó en el Campo de fútbol de Vallekas los mejores minutos de la temporada y un marcador favorable a los intereses locales que hacía justicia a lo visto sobre el terreno de juego. El máster de Trashorras en la medular, más liberado gracias al trabajo incansable de la perla Fran Beltrán, funcionó a la perfección y el Rayo hizo efectivas las claves de juego que ofreció Míchel en su primera comparecencia como míster franjirrojo. Posesión y presión tras pérdida para anular o empañar las virtudes del oponente. La ingeniería alemana hacía el resto y un Ebert omnipresente ponía el toque de inventiva al constante esfuerzo del resto del equipo. Se le vio con compromiso al de Postdam, quien por momentos recordó a su mejor versión en Pucela.
Hacía tiempo que Vallekas no respiraba en el descanso. Y se notó. Tras la reanudación, la cara del Rayo no era la de otros encuentros. Dominaba el balón y los ritmos del partido, siempre con Trashorras como el von Karajan de la orquesta. La escuadra de Michel dio muestras de temperamento competitivo y tablas. Supo contener las escasas acometidas de los de Hierro, que culminaron su participación en el partido en el minuto 59. Una gran combinación entre Álex Moreno y Razvan Rat, que había entrado dos minutos antes en sustitución de un Ebert ya vacío, culminó con un centro al área del mallorquín. Contuvo Juan Carlos la primera acometida, con un paradón que pareció imposible, pero a la segunda llegó la vencida y Javi Guerra, bajo palos, remachó el 2-0 de la tranquilidad. Tanto para el equipo como para el delantero malagueño que, tras diez jornadas sin acertar, por fin percutía la meta rival para quitarse la presión del error (esperemos). El atacante de Vélez-Málaga agradeció la insistente confianza del cuerpo técnico con un abrazo a Míchel en la celebración. Poco más dio de sí este Rayo-Oviedo tras el segundo tanto local. El míster vallecano buscó aun más control en el centro del campo con la introducción de Jordi Gómez en la posición de Fran Beltrán y terminó el partido con el doble ariete que dibujó la entrada de Manucho en lugar de Lass. Por su parte, Hierro buscó un acicate para los suyos con los refrescos de Nando y el ex rayista Pereira, que a la postre sería el que pusiese algo de intriga, aunque no demasiada, con un disparo al lateral de la red en las postrimerías.
Bola de oxígeno para los franjirrojos, que afrontarán la doble salida a Soria y Girona a un punto de la salvación y con las buenas sensaciones de su juego de anoche. El Rayo se tomó el ibuprofeno; ahora solo le queda ser regular con el tratamiento. Por el momento, ante el Oviedo se vio un Rayo efervescente, con actitud y compromiso, algo de lo que adolecía hasta hace no mucho. Sin duda, y a tenor de lo visto, no solo ayer que acompañó el resultado, la llegada de Míchel parece haber marcado un camino a seguir. El del fútbol y la implicación. Por fin.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Foto: Iván Diaz