El Rayo cayó derrotado ante el CD Lugo (0-1) en otro partido insulso. Solo la victoria de la UD Almería ante el Sporting de Gijón en El Molinón permite a los de Iraola jugar un playoff de ascenso al que no llegan por méritos propios.
La NBA es un gigantesco almacén de historias. En los Boston Celtics que salieron campeones en 2008 ante Los Angeles Lakers hay una historia que define la personalidad ganadora de una leyenda de la mejor liga de baloncesto del mundo, el gran Kevin Garnett. Cuentan aquellos que compartieron staff con aquella plantilla que, cuando disputaban partidos de cierta relevancia, el pívot celtic “obligaba” a sus compañeros del big three, Paul Pierce y Ray Allen, a acudir a la convocatoria vestidos con traje. Lo hacía, decían, para que desde antes de llegar al Boston Garden (o al pabellón rival) sus compañeros tomaran conciencia de la importancia que tenía el enfrentamiento.
El Rayo llegaba a la última jornada en una situación privilegiada, algo que para el conjunto de Vallekas suele ser profundamente contraproducente. Frente al Lugo se volvió a confirmar la teoría de que lo peor que le puede ocurrir al conjunto franjirrojo es depender de sí mismo. Evidentemente, como se venía hablando en las redes sociales durante toda la semana, el partido fue lo que, en argot, se suele denominar una pecheada rayista. Si el Rayo juega este playoff de ascenso no será por méritos propios, sino por demérito de sus rivales, en concreto de un Sporting de Gijón que cayó estrepitosamente en El Molinón cuando, de haber ganado, habría sobrepasado a los de Iraola. Como decíamos, no acudió ninguno de los miembros de la plantilla en traje a esta jornada 42; si acaso Trejo, que de largo fue el mejor (otra vez y van…), y puso algo de cordura y de control del partido en la primera parte.
El partido comenzó con una ida y venida lógica en este tipo de envites, en los que ambos equipos se juegan mucho. Los miedos, los nervios y el respeto gobiernan las primeras acciones del encuentro. Como prueba, un dato: en el minuto 18 solo el partido entre Zaragoza y Leganés (que acabó con un rotundo 0-5) había tenido movimientos en el marcador. En Vallekas, las dos mejores ocasiones las había tenido el Lugo, que avisaba a los de la barriada de que, si moría, sería con las botas puestas. Por su parte, el conjunto local lo cargaba todo a la banda izquierda, desde la que Álvaro erraba uno y otro y otro y otro centro. No hay que perder las tradiciones en las últimas. De hecho, la muestra de lo errático del extremo zurdo fue que el único centro con algo de intríngulis lo puso Alejandro Catena tras quedar descolgado en el flanco siniestro. Poco le faltó a Óscar Valentín para convertirlo con un remate de cabeza que no alcanzó sino a rozar el esférico. Minutos más tarde, el propio Álvaro García cabeceaba sin éxito un magnífico envío de Advíncula desde la banda derecha. En la otra orilla, el conjunto gallego ponía a prueba los reflejos de Luca Zidane, que evitó el primero de los visitantes con una estirada tras un disparo rebotado.
En esas llegó la clásica jugada absurda de cada partido. Una jugada en la que no había peligro fue culminada con un penalti sin sentido de Fran García. El error terminó de cuajar la terrible sensación que deja la segunda vuelta del lateral izquierdo (¿seguro que no era el gemelo malvado del de la primera tanda?). Manu Barreiro, emblema de este Lugo y pesadilla del Rayo en casi cada enfrentamiento, anotó el penalti como si se tratase del último que lanza un chaval en la plaza antes de subir a comer. Máxima tranquilidad para engañar a Luca Zidane y poner el 0-1.
Con el marcador adverso y la esperanza puesta en que el Sporting fallase más que el Rayo terminó la primera parte. Casi como comenzaba. Había más esperanzas en el Almería que en los de Iraola desde antes de comenzar el encuentro. Nada más arrancar, el Lugo avisó con un disparo lejanísimo. Y ya no pasó apenas nada en Vallekas. Mediada la segunda mitad, Aketxe, con la casaca de la UD Almería, se convirtió en el mejor jugador de la noche para el Rayo Vallecano. El centrocampista puso el 0-1 en El Molinón y, minutos más tarde, dobló la apuesta. Con el doble tanto del Almería, el Rayo estaba clasificado incluso perdiendo el partido. Apenas hubo más ocasiones de relevante peligro. La mejor definición del partido la encontramos en el hecho de que la ocasión más peligrosa de los de Iraola llegó gracias a un despeje de un defensor del Lugo que se envenenó y obligó a Cantero, héroe lucense, a realizar un paradón descomunal cuando el balón se iba a colar por bajo, pegado al poste. También detuvo el arquero un lanzamiento lejanísimo de Bebé y, casi al borde del final, una volea cruzada de Álvaro García.
La sensación que queda es que el Rayo solo se empleó cuando su esfuerzo ya no servía de nada. Cuando un gol solo hubiese servido para enviar a Segunda B al Lugo sin mejorar en absoluto la sexta posición que le entregaba en bandeja el Almería. Como ese mal estudiante que, tras saber que ha aprobado de forma raspada, se presenta a subir nota por si suena la flauta y el expediente luce mejor con un 6 que con un 5 justito. Por suerte para el Lugo, los de Vallekas estuvieron tan acertados como el resto de la temporada. No cabe duda: si el Rayo está en el playoff es más por demérito de los equipos que han terminado entre la décima y la sexta posición que por su superioridad y su juego, más bien tirando a timorato, aburrido y en exceso insulso. Queda la sensación, también, de que el Leganés puede jugar la eliminatoria tranquilo. Esperan los pupilos de Asier Garitano y, en el corazón hincha de este escritor, solo cabe el miedo, el rezo a los Dioses y la esperanza de que ellos no tengan el día. Solo así cabe la mínima posibilidad de triunfar. La impresión es que el Rayo de Iraola, uno de los más plomizos de las últimas campañas, es, con muchísima diferencia, el más débil de los cuatro aspirantes y el que tiene menores mimbres competitivos para alcanzar el éxito y lograr un hipotético ascenso. Pero en el fútbol nunca se sabe: habrá que jugar, ponerse el traje; cosas más raras se han visto. Sin embargo, en la mente de quien esto escribe, el partido de ayer solo dejó el recuerdo de una frase de Alessandro Baricco que, a juicio del cronista, simboliza a la perfección las emociones que arrastra este Rayo desde hace varias jornadas, meses e incluso años: somos un cementerio a la deriva.
Texto de Jesús Villaverde. Imagen: Twitter oficial Rayo Vallecano.