El Rayo deja escapar otro partido que tuvo en la mano. Dos penaltis permitieron a Las Palmas igualar en Vallecas y alejan los playoff de forma casi definitiva.
Partido y resultado de los que le duelen al hincha el que echaba el telón de la temporada regular en Vallecas. Y duele de manera doble. Primero porque el Rayo hizo todos los méritos para llevarse el partido, y después porque también cometió dos penaltis tontos que permitió a Las Palmas marcharse al aeropuerto con un punto inesperado e inverosimil.
Penúltima jornada, sabiendo que en la última no se iba a depender de uno mismo, lo cual hacía crecer el ambiente de todo o nada en el seno de la Franja. Así lo veía el Paco Jémez, que dispuso una alineación ultraofensiva, con Tito, Catena y Saúl como trío defensivo y Álvaro e Isi de carrileros. Combinado con la presencia de Trejo, Santi y Joni Montiel en la sala de máquinas.
Planteamiento atrevido que dio sus frutos, pues el Rayo salió a tope en el cuarto de hora, plantando su campamento base en las inmediaciones del área canariona con la intención de escalar hasta el gol. Tras varias expediciones fallidas por el margen izquierdo, con centros de un voluntarioso Álvaro y remates de un desacertado Qasmi, se hizo cumbre al minuto 20 al intentarlo por la ladera derecha. Tomó el balón Isi Palazón, se vino arriba con la jugada individual, yéndose hasta la línea de fondo para meter el pase de la muerte. Con la ayuda del tacón de un defensor, la pelota cogió la altura perfecta para que Joni Montiel la empujase con la frente con la portería a su merced. Se adelantaba el Rayo en el minuto 20, todo parecía cuestión de que llegase el segundo.
A ello se pusieron los locales, disponiendo de dos oportunidades claras. En una, Qasmi la mandó al córner tras quedarse solo en el área grande. En otra, el meta Álvaro Vallés salvó a los isleños metiendo la mano a la vaselina que le tiró Álvaro y después poniendo el cuerpo al remate de Juan Villar. La frecuencia de estas llegadas, unidas al hecho de que la Unión Deportiva apenas había pasado del medio campo, hacían presagiar un partido plácido para los franjirrojos al llegar a la primera pausa de hidratación. Pero esto es el Rayo, aquí no hay partidos normales.
Después de echarse un agua, los de Pepe Mel, hicieron un amago de venirse arriba, y avisaron con un cabezazo de Benito que hizo intervenir a Dimitrievski, hasta entonces mero espectador del encuentro. Entrando en el tramo final de la primera parte, un rebote de un centro pasado sobre el área rayista golpeó en el codo extendido de Tito. El árbitro dejó seguir el juego, pero a instancias del VAR lo fue a revisar al monitor y señaló el punto fatídico. Un ex rayista, Rubén Castro, se encargaría de transformarlo de forma contundente a la escuadra derecha del portero. La única forma que tenía el Rayo de fastidiar su gran primera parte se hizo realidad. Primera gran penalidad del encuentro y 1-1 con el que se llegaría al descanso.
Buscaba lamerse las heridas el Rayo en el comienzo de la segunda parte, y lo hizo porque así quiso su capitán, Óscar Trejo. El «Chocota» había estado en la sala de máquinas en el arreón de la primera parte, y fue él solo el impulso rayista a la vuelta de vestuarios. Con apenas 3 minutos jugados, dispuso el santiagueño de una falta en la media luna del área. El golpeo de diestra mandó la pelota por el lado derecho de la barrera y no deteniéndose hasta topar con la red de un anonadado Vallés que la miró entrar. Gritaba la gente en sus casas el 2-1, pero sabiendo como son las cosas, se pedía ir por el tercero.
A partir del tanto de Trejo, parecía que el partido no se jugaba en Vallecas, ni tampoco en Gran Canaria. Lo poco que pasaba en la Albufera contrastaba con todo lo que sucedía en el resto de la jornada de horario unificado. El Fuenlabrada derrotaba al Elche y el Zaragoza caía de manera estrepitosa ante el Albacete, resultados que sumados a la victoria momentánea daban al Rayo sólidas aspiraciones a los de Vallecas de entrar en el cuarteto del playoff de cara a la fecha final. Mientras en el césped, unos que no querían y otros que no podían hasta que llegó la segunda pausa de hidratación, marcando que se entraba en el cuarto de hora final.
Como pasó en la primera parte, el agua refrescó las ideas canarionas, que viendo que solo caían por la mínima en un partido en el que no habían hecho gran cosa, fueron en busca del tanto que les hiciera sacar algo. Perdonó Rubén Castro al cumplirse el 80, cuando se quedó solo frente al portero y la mandó por arriba. Tuvo otra pasado el 85, en un cabezazo de Cristian que sacó Dimitrievski sobre la línea. Todo parecía que el Rayo solo necesitaba resistir y no pifiarla. Pero, como hemos visto esta temporada, eso parece mucho pedir.
Quedaban 3 más descuento cuando Advíncula, que había entrado en el 72 por un negado Qasmi para sumar esfuerzos en defensa, tuvo 10 segundos nefastos. Un mal despeje del peruano fue recogido por Kirian en el pico del área, controlando el cuero ya dentro de zona de castigo. Al ir Luis a emendar su error, lo que hizo fue pisar el pie del atacante amarillo, poniéndoselo en bandeja al colegiado. Penalti, el segundo del partido para los vistantes, y cuando apenas quedaba tiempo. Advíncula hundía su rostro en las manos cuando se preparaba otra vez Rubén Castro para rematar.
Otra cosa que nos es familiar, el VAR y la norma del portero y el pie sobre la línea. Dimitrievski adivinó y contuvo el lanzamiento de Castro. Obvio, adelantándose 5 centímetros. Obvio, el VAR mandó repetir y sacaron tarjeta al meta normacedonio. Obvio, a la segunda Rubén Castro no falló, cambiando de lado y asegurando el tiro. 2-2, y entre unas cosas y otras, minuto 90.
En los 5 que hubo de descuento, poca cosa salvo un tiro de Villar alto y una mala salida de Dimitirevski que no pudo aprovechar Rubén Castro para hacer su hat-trick. Al final, como no podía ser de otra forma, empate. 2-2. 2 tantos para cada lado, 2 penas máximas insulsas que impidieron al Rayo ganar su último encuentro en casa y doble penalidad para el aficionado, que vio como se escapó la victoria y seguramente el playoff en el final. Ya solo queda ir el lunes al Sardinero y ganar a un Racing descendido desde hace tiempo. Solo ese triunfo, unido a una derrota del Fuenlabrada ante un Deportivo que se juega la vida y que el Elche no le gane a un Oviedo que no se juega nada, haría que el Rayo fuera 6º y se colase en la rebaba de la temporada más larga que los sufridos hinchas franjirrojos han vivido.
Texto e imagen de Jorge Morales García.