A partir de las 18:15 arrancará el duelo que enfrentará a Rayo Vallecano y Las Palmas en el Estadio de Vallecas. Con un puesto de playoff en juego, regresa Pepe Mel a la que fue y será su casa.
La vida puede llegar a ser muy caprichosa. Esta mañana, me he despertado con un diabólico recordatorio de mi móvil de que hace exactamente un año, el día 20 de diciembre de 2019, estaba aterrizando en el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria. Veinte grados, manga corta, sin mascarillas, playa, papas arrugadas, partido del Rayo… En fin, una fantasía.
Se podrán imaginar mi ánimo desde el momento en el que mi maquiavélico iphone ha considerado oportuno quebrantar mi estabilidad mental. Pero más impactante resulta todo esto cuando uno cae en la cuenta de que hoy, un año más tarde, vuelve a jugar el Rayo, y no contra un rival cualquiera.
Un día menos que en el 2019 y a 1941 kilómetros del paraíso, se disputará, de nuevo, un Rayo Vallecano – Las Palmas. Paradójicamente, un servidor y su progenitor sufrieron con la Franja en el fondo del Estadio de Gran Canaria por el módico precio de doce euros por barba, pero no podrán ver el mismo partido, en su estadio y en su barrio. La noria de la vida.
Los de Andoni Iraola volverán a casa tras rascar un valioso empate en el siempre complicado estadio de Montilivi y pasar de eliminatoria en Copa del Rey ante el CD Teruel. En liga, eso sí, el cuadro franjirrojo ha logrado una única victoria en los últimos cuatro encuentros. De hecho, los vallecanos únicamente fueron capaces de perforar la portería rival en una de esas cuatro jornadas. Eso sí, por partida doble.
Los de Pepe Mel, por su parte, suman cuatro encuentros consecutivos sin conocer la derrota en liga, con tres empates y una victoria en su haber. Sus dos últimos encuentros ligueros acabaron a gafas, pero la pólvora canaria se reactivó en el partido de Copa del Rey ante el Varea, en el que los visitantes se llevaron la clasificación tras un contundente cuatro a cero.
Hoy tocará, una vez más, sufrir desde el otro lado de la pantalla, morderse las uñas incesantemente y hacer correcciones tácticas a los píxeles con un tono más elevado de lo habitual. Aquí no hay manga corta que valga, nuestras papas arrugadas son fritas y bravas, y lo más parecido a veinte grados que tenemos son las noches bajo el edredón.
Ni somos perfectos, ni lo pretenderemos jamás. Somos Vallekas, la del frío y las tapas con pan, la de las cervezas con abrigo y guantes, la de las olas desde las ventanas, la del puerto de cemento, la del orgullo inquebrantable, la del Santa Inés… Somos Vallekas, y hoy juega nuestro Rayo.