El Rayo busca mantener su pulso en la lucha por el playoff en casa de un Castellón que se juega la vida.
Dado que mi tocayo Martínez ha marchado unos días al pueblo, me ha tocado a mí la difícil tarea de sustituirle en la anti-previa del primer equipo. No me veía capacitado al principio, pero si Enzo Pérez se puso de portero de River hace unos días en la Copa Libertadores, creo que yo puedo sacar algunas líneas. Y hablando del Enzo, les hablaré precisamente de lo que le hizo enfundarse los guantes en un momento de necesidad: la camiseta.
En este fútbol moderno, contagiado por todos los males endémicos del sistema, hay algo que permanece puro en la hinchada: el amor hacia la camiseta. Es la enseña, la mayor seña de identidad del club de tus amores. La que lleva los colores que tu gente defiende, la que buscas en las tiendas o en cualquier web trucha. Porque tanto da pagar una sablada a una marca por el «producto oficial licenciado» que bajarse a Bestiario Shop y pillarse la misma prenda más barata o una de las magníficas versiones de VCN Wear. Al final, es la camiseta de tu club, la camiseta del Rayo, y eso es de un valor incalculable.
La camiseta es también el «uniforme de trabajo» de los futbolistas profesionales. Y es lo que hace tirar para adelante a quienes, en este bendito club, la defienden en inhóspitos campos de césped artificial. Es, quizás, el único nexo de unión que tenga el Alevín A, que el sábado salió campeón de liga, con el conjunto de Iraola. Y también la demanda de la afición, la única, es que la defiendan con el mismo orgullo y honor que ponen los peques.
En otras categorías, en las que ya buscas ganarte el pan pegando patadas a la pelota, es definitivamente la camiseta la mayor motivación. Es lo único que explica que el Rayo Femenino, al que se está dejando morir de inanición, siga peleando por seguir en la cada vez más profesional Primera Iberdrola. Lo único que explica que el Filial de la Franja, que ha lidiado con obstáculos internos y externos que harían saltar por los aires a cualquier equipo, haya llegado al playoff de ascenso pese a haber sido ninguneado, cuando no vacilado, por la directiva de la sociedad anónima que es el club que tan dignamente ha representado.
Y digámoslo claro, hay un clima de apatía y desasosiego en torno a la afición que no debería tener un equipo que tiene vivas sus posibilidades de ascenso. A ello no ayuda el juego de los de Iraola, poco vistoso en el mejor de los casos. Llevan 2 victorias seguidas, importantes para mantener la pelea por el playoff, pero logradas casi por inercia pura más que por mérito deportivo propiamente dicho. Y, realizando unos cálculos que al que firma se le escaparon en un primer momento (por algo me metí a Periodismo y no a Matemáticas), resulta que el Rayo depende de sí mismo para entrar en las eliminatorias de ascenso. Datos a citar en las horas previas a la final de Castalia, que la verdad, tampoco levantan mucho el ánimo general de una hinchada que, pese a todo lo pasado en un año convulso, sigue encendiendo el televisor para ver a la Franja. Y lo hace, precisamente, por la Franja, por la camiseta.
A la camiseta también se aferra el rival, en este caso llegando al nivel de clavo ardiendo. Tras una década de penurias por Segunda B y Tercera y varios amagos de desaparición, el CD Castellón regresó al fútbol profesional esta campaña. Como todo recién ascendido, el objetivo es salvarse, y no sería extraño llegar a la penúltima jornada jugándose la vida, como es el caso. Sin embargo, bajan las aguas revueltas en el club albinegro, con Sergio Escobar retomando los mandos del banquillo con solo 2 partidos por disputar y estando 3º por la cola a 3 puntos de la salvación (y yo me quejaba por sustituir a Martínez en la anti-previa). El cuadro orellut necesita ganar sí o sí hoy, y no estará solo, pues en las gradas de Castalia habrá unos cuantos hinchas, con mascarilla y guardando distancias, que darán aliento a un club al que no dejaron solo ni en Tercera. Cosas que pasan en una región en la que no sé si hay libertad para irse de cañas, pero sí la hay para volver a los estadios.
Las 21:00, la hora H, de hoy, el día D. Castellón y Rayo jugándose la temporada, en simultáneo a 8 partidos, en la penúltima jornada de Liga en Segunda División. Y aquí poco cuentan ya las estadísticas y la racha de resultados. A estas alturas, prácticamente solo queda encomendarse a lo mismo que hace que un mediocampista se ponga los guantes porque todos los porteros tienen Covid, lo que hace que cada sábado unos pequeños gigantes cumplan su sueño, lo que hace que jóvenes adultos, chicos y chicas, compitan contra todas las adversidades pensables. Y sí, lo que hace que esta noche estemos todos y todas pegados a la pantalla. Como decía aquella pancarta, «venimos por la camiseta, no por ustedes». Y ya eso es lo que nos queda, aferrarse a la camiseta.
Texto e imagen de Jorge Morales García.