Ceballos fue el guardameta del Racing de Santander de los noventa. El eterno capitán del conjunto racinguista disputó más de 400 partidos en los quince años que defendió la portería del Sardinero. Hoy, en nuestra sección Querido enemigo, le rendimos homenaje.
© Imagen de cabecera: Marcos Martínez Roma (@Kitos_Cant).
Una de las posiciones que más ha sufrido la metamorfosis del fútbol moderno es la del guardameta. Ya no se ven esos arqueros con gorra, trajes estrafalarios y palomitas alocadas para atajar balones extremadamente fáciles. Se terminó su tiempo, pero hubo una época en la que porteros como Wilfred poblaban las áreas y dominaban el espectáculo. Antes todo era mejor.
El hombre del que vamos a hablar hoy no destacó, precisamente, por ser uno de esos locos con visera. Sí lo hizo por defender la meta de su club, el Racing de Santander, durante toda una vida. Ceballos debutó con el equipo cántabro en el año 1988 y se retiró en 2003. Quince años custodiando las esperanzas racinguistas con sus estiradas. A pesar de ser recordado por el incidente que protagonizó con el árbitro Prados García, que simuló una agresión que le supuso al arquero una sanción de 12 partidos (todavía una de las más abultadas del fútbol español), Ceballos era un tipo de carácter sosegado y tranquilo. Tal vez tuvo que ver su procedencia: una familia de ganaderos, de esas personas que ven la vida con otros ojos y no se dejan llevar por ambiciones desmedidas. Ante todo, José Ceballos parecía un tipo normal y corriente. Un ídolo de estar por casa que aparecía en la colección de cromos de los niños.
El Rayo Cantabria –curiosa coincidencia, o no tanto al actuar como una suerte de filial racinguista en aquel entonces– fue su primer equipo. De allí pasó al Racing, donde jugó más de 400 partidos y conservó la titularidad hasta un par de años antes de colgar los guantes. A día de hoy, todavía sigue siendo el futbolista con más partidos defendiendo la camiseta de la escuadra cántabra. Según se cuenta en los mentideros, el eterno capitán del Racing tuvo varias ofertas suculentas para abandonar la entidad, pero permaneció fiel a unos colores y no se dejó engañar por los cantos de sirena. Llegó a jugar con el Racing en Segunda B, Segunda y Primera División. El tiempo lo ha situado como uno de los one club man por excelencia.
Existe una anécdota que habla sobre todo lo que era Ceballos sobre el campo y fuera de él. La cuenta mi compañero y amigo Alberto Leva. Era una noche de partido entre semana, recuerda. «Ceballos me ganó para siempre. Juraría que era un partido de Copa del Rey, entre semana, por la noche. Tendría que mirarlo porque no me quiero equivocar», cuenta, mientras se retrotrae a su época de chaval. «Nos pusimos en el fondo pequeño, mis colegas y yo, y le dimos un partido… Nos llevamos mandarinas, chupábamos el zumo y el pellejo se lo tirábamos a la espalda. Le dabamos contra la espalda y pum, pum, pum. », recuerda nuestro compañero. Sin embargo, lo que le llamó la atención fue la reacción del gato de Pamanes. Así lo cuenta: «Acabó el partido, se dio la vuelta y nos dijo: “un poco cabrones sois, pero suerte al Rayo para la temporada, que me cae genial, y nos vemos a la próxima”. Después del partido que le dimos, que el hombre todavía te desee suerte, éramos unos chinorris y me llegó.» Una historia que muestra la pasta de la que está hecho el que posteriormente sería preparador de porteros de la cantera racinguista. Fútbol del de antes. De esos partidos en los que el guardameta rival podía terminar charlando con la grada en los ataques de su equipo.
Tras su retirada, en 2003, Ceballos ocupó puestos en el club y se afianzó como entrenador de porteros. Alguien tiene que asegurar que el legado sigue pasando de guante en guante. En el año 2007, el Gobierno de Cantabria le concedió la Medalla de Oro al Mérito Deportivo. Por toda una vida de entrega y sacrificio entregada a la ciudad y al club del Sardinero. Un guardameta que, por no jugar con otra camiseta, ni siquiera vistió la zamarra de la Selección Española en una época en la que tampoco abundaban los grandes porteros que sí habría en años posteriores. Ceballos, el gato de Pamanes, el último gran capitán de nuestro querido enemigo.