
Aridane Hernández se ha reivindicado en este final liguero del Rayo Vallecano
Llegó sin hacer ruido, permaneció sin hacer ruido y, si se tiene que ir (acaba contrato), se irá sin hacer ruido. Sin un mal gesto, una mala cara y aceptando siempre el rol que le tocó ocupar en la plantilla. Este podría ser, a bote pronto, el resumen rápido del periplo de Aridane Hernández en el Rayo Vallecano.
Dicen que para gustos están los colores y es una obviedad que en el mundo del fútbol, cada aficionado esconde un entrenador, más o menos, frustrado en su interior. Ni siquiera genios como Messi, Maradona o Miguel Ángel Sánchez «Michel» se han librado de las críticas de los hinchas, algo que es totalmente lícito, a mi entender, cuando la crítica es constructiva y siempre desde el respeto. En Vallecas hay un mantra que se repite desde tiempos pretéritos y es que, las faltas de respeto, silbidos o pitos hacia los nuestros no tienen cabida. Pero como bien decía mi amigo Jesús Villaverde en su texto sobre el Chocota Trejo, siempre hay algún verso suelto, y Aridane fue el foco de esas conductas totalmente irrespetuosas por parte de un sector minoritario de la hinchada rayista.
Aunque a veces podamos pensar que el futbolista vive en su particular burbuja, imaginamos que no es ajeno a estas críticas y comentarios sobre su persona. Seguro que el futbolista canario no es una excepción y ha sobrellevado la situación como buenamente ha podido, apoyado y arropado por unos compañeros que, siempre visto desde fuera, han hecho de ese vestuario una pequeña familia. El central participó en el 50% de los partidos de liga en su primera temporada en Vallecas, sin haber llegado a ser indiscutible ni para Francisco ni para Íñigo. Sí bien es cierto que, Íñigo contó con él en su debut en el banquillo frente al Real Madrid y todo el mundo destacó su gran papel aquel día.
Sin embargo, en su segunda campaña como franjirrojo se encontró con la erupción del volcán Mumin y le relegó a un segundo plano, con episodios un tanto feos e injustos como la pitada recibida en su debut liguero en la 24/25. El futbol es tremendamente caprichoso y ese episodio sucedió en un Mallorca – Rayo Vallecano, allá por el mes de octubre. Ocho meses y casi 30 partidos después, poca gente recuerda aquello y en la retina de los rayistas va a quedar el gran partido realizado en Vallecas por el de Tuineje, precisamente ante ese mismo rival. Y es que el fútbol como la vida suele dar segundas oportunidades y la inoportuna lesión de Mumin concedió a Aridane esa particular revancha futbolística. Partícipe en 10 de los últimos 12 partidos de liga, ha sido pieza clave para la consecución de la hazaña de la clasificación europea del Rayo Vallecano. Frente a Las Palmas firmó, probablemente, su mejor partido con la Franja.
Honor para un tipo que ha hablado donde tenía que hablar, en el campo. Con trabajo y su buen hacer sobre el rectángulo de juego y, por ende, en cada entrenamiento, ha logrado cambiar la opinión de muchos rayistas, hasta el punto de pedir su renovación gente que pedía a gritos esa cabeza con su característica melena. Cobeño tendrá que valorarlo y si finalmente considera que Aridane merece seguir una campaña más, no seremos nosotros los que osemos a discutir semejante decisión.
Suceda lo que suceda y finalizando tal y como arrancábamos este texto, solo cabe darle las gracias porque ha sido un ejemplo de profesionalidad al servicio de nuestra Franja. Como le han dicho sus compañeros hoy tras su publicación y siempre con todo nuestro cariño: Gracias, Peluca.