El Rayo avanzó a segunda ronda al golear al Atlético de Lugones (0-6) en una mañana de fútbol en Asturias donde el partido y resultado fueron anecdóticos.
Desde que hace unos años se le ocurrió hacer un vídeo promocional al presidente del Córdoba, se ha quedado en el imaginario popular y lo ha adoptado la RFEF como propio el eslogan de «La Copa mola». Y a mí particularmente me gusta. Más allá del formato y que se puedan ver sorpresas deportivas, si la Copa mola es por cosas como las que se vivieron en el Atlético de Lugones-Rayo Vallecano.
El nuevo formato (que ya tiene sus años) establece que 10 equipos de categoría no nacional disputen la primera ronda de la competición del KO, sí o sí, en su campo y ante un primera. Ese fue el caso del Atlético de Lugones, conjunto de preferente asturiana que, después de ganarse el pase a la Copa por sus méritos en la pasada campaña que le llevaron a derrotar al Padrejón en la ronda previa entre clubes de regional, está viviendo tiempos turbulentos tanto dentro como fuera del campo. La fuerte deuda que dejó la anterior directiva ha obligado al club de la parroquia perteneciente a Siero a apretarse el cinturón hasta el punto de tener que renovar casi toda la plantilla que le ha llevado a tener en el césped artificial de Santa Bárbara (cómo debe ser la cosa para tener que poner césped artificial en pleno Asturias) a un equipo que compite en Primera División. Las bolas quisieron que fuese el Rayo en la mañana de un festivo, y allí que fuimos casi dos centenares de vallecanos a pasar un día de fútbol que nada tenía que ver con lo que se vive cada 15 días en la Albufera.
La Copa mola porque obliga en cierto modo a clubes que compiten al máximo nivel a salir de su zona de confort. Mola porque el club local quiso tener memoria y homenajeó a los futbolistas que provocaron que hubiera cámaras de televisión de pago y gradas supletorias en un Santa Bárbara que en un buen domingo junta a 50 aficionados para un partido de liga. Mola porque nadie en Lugones quería perderse la visita del Rayo de Francisco, que aunque acabase goleando y haciendo notar el salto de categorías entre los rivales, tuvo que sudar unos minutos hasta poder abrir la lata. Mola porque unos aficionados rayistas decidieron aprovechar el festivo para acompañar a su equipo en una jornada de coche que arrancó en la madrugada anterior y terminó en la noche, con algo de fútbol y mucho de comida y cachondeo por medio.
Mola porque un futbolista de la trayectoria que ha tenido Radamel Falcao se retire sustituido de un campo que nadie esperaba que pisase hace apenas semanas, y lo haga ovacionado por la hinchada de un equipo al que le acababa de marcar un doblete, los 2 primeros tantos del encuentro, de penalti el primero y de linda factura el segundo. Dos goles anotó también Bebé, quien escuchó de la gente del Atlético de Lugones el ya clásico «tira» de la grada vallecana, y no le quedó sino tirar y anotar de falta directa lejana y de acción rápida. Mola por ver el debut, con gol incluido, del voluntarioso lateral Ratiu. Mola porque Camello, además de cantar por Maná en el vestuario, se reencontró con el gol y podrá recuperar confianza. Mola porque, pese a llevar ya 6 goles encajados, puedes convertirte en el héroe de la jornada, como hizo el meta local Rafa al detenerle la pena máxima a Nteka.
Y lo que hay alrededor del fútbol hace que mole todavía más. Mola que Abdul Mumin se pase el descanso echándose unos rondos con los pequeños recogepelotas de la cantera del Atlético de Lugones.
Mola que los capitanes Isi y Óscar Valentín, que no disputaron ni un solo minuto, se detengan a hacerse fotos y a firmar autógrafos a toda la chavalada de Santa Bárbara. Mola que, al acabar el encuentro y cantarse «La Vida Pirata», a la comunión entre equipo y afición franjirroja se una la afición lugonera que invadió el campo de forma pacífica para disfrutar del festejo. Mola que los futbolistas del Rayo llegasen casi desnudos al vestuario porque por el camino no paraban de entregar prendas que les pedían los aficionados, así como se paraban a hacerse fotos, firmar autógrafos o lo que pidieran, y así lo siguieron haciendo después al ir subiendo para el autobús.
Mola porque nunca está de más recordar que más allá de los focos, la competitividad y el faranduleo de Primera División, hay fútbol, y lo hay en su más pura esencia.
El Rayo espera rival para la segunda eliminatoria de la Copa del Rey luego de su visita a un Atlético de Lugones que vivió en su campo una jornada histórica, que sin duda ayudará a paliar la delicada situación económica que atraviesa, y que sobre todo deja en jugadores, técnicos y aficionados un recuerdo imborrable. Por todo ello, y por el sueño del que no quiere despertar un barrio entero que quiere revivir el 2021 o incluso llegar más allá, es lo que mola de la Copa.