A eso de las 21:00, arrancará el duelo capitalino que enfrentará a Rayo Vallecano (9º) y Real Madrid (1º) en el Estadio de Vallecas.
Siempre he admirado la cultura futbolística inglesa. Con lejanía, he admirado —chovinista y románticamente— ese sentimiento territorial que rodea sus clubes, sea cual sea la división que los albergue. Allí, quien nace en Brighton, es del Brighton, y nada ni nadie lo discute.
En España, la sombra del ciprés es alargada, y parece que no existe frontera que los colosos de nuestro fútbol no puedan saltar. Allá donde uno vaya, encontrará decenas aficionados que jurarán amor eterno al club de su tierra y, a su vez, te dirán a qué equipo «grande» apoyan.
La vida te lo enseña desde pequeño. Cuando se acercan las fechas señaladas, las cortinas del barrio comienzan a descorrerse y evidencian que en Vallecas, a pesar de todo, también impera el madridismo. Por supuesto todos empatizan con ese pequeño gigante llamado Rayo, que está cerca y no molesta, pero el gol de Ramos —sospecho— resonó en algunos bloques más que el de aquella tarde de mayo del 2012.
El Rayo volverá a Vallecas tras conquistar el Sánchez Pizjuán y darse un festín ante el Cádiz. Con ellas, acumula dos victorias consecutivas en la competición, lo que les ha catapultado hasta una posición más que cómoda en la tabla. De hecho, de sumar los tres puntos la Franja empataría al Athletic Club, actual poseedor del séptimo e hipotético puesto de UEFA Conference League.
El Real Madrid, por su parte, visita a sus vecinos con la presión de ver a su principal competidor por el título, el FC Barcelona, en lo más alto de la clasificación. Tras empatar con el Girona en su último choque liguero, los de Ancelotti deberán reencontrarse con la victoria si no quieren decir adiós al liderato, y deberán hacerlo sin su Balón de Oro, baja para mañana.
Mañana será uno de esos días en los que más de un asiento se enfriará por segundos independientemente de quién marque el gol. Uno de esos días en los que parte de la grada sonreirá suceda lo que suceda en el verde. Uno de esos días en los que las cortinas volverán a descorrerse.
Rayo – Real Madrid, uno de esos días en los que «los de Brighton» somos más de Brighton que nunca.