El Rayo se levantó en casa y consiguió revertir su racha de cuatro encuentros sin conocer la victoria contra un timorato Barcelona B (1-0). Los de Míchel ganaron a los puntos, sin brillo, pero con sacrificio y trabajo.
Sin delantero. De esta forma se reencontró el Rayo Vallecano con la victoria tras cuatro jornadas. Las ausencias forzadas de Raúl de Tomás y Manucho llevaron a los de Vallekas a comparecer con cambios en la zona de ataque. Míchel optó por afrontar la visita del Barcelona B con la variante táctica de situar al habitual mediapunta Óscar Trejo como falso nueve por delante de Diego Aguirre y Adrián Embarba. Por lo demás, pocos cambios en el once, más allá del regreso de Dorado al centro de la zaga.
Pronto se percibió la ansiedad de gol de los vallecanos. El conjunto local salió más decidido que su rival y en el minuto 10 ya había avisado en dos ocasiones. La más clara, un cabezazo de Velázquez, que se adelantó al guardameta catalán a la salida de un córner, pero no pudo materializar su testarazo. La más bonita, un remate fallido de Trejo tras dejar el detalle del partido mediante una ruleta en la frontal del área grande. No fue hasta el minuto 20 que el filial barcelonista puso algo de intención. Uno de sus grandes fichajes de verano, José Arnaiz, envió un tiro alto como aviso de que estaban ahí. El ex pucelano fue la amenaza más clara de los visitantes junto a Carles Aleñá. Sin embargo, la defensa rayista supo contener los arreones de fe y calidad de la pareja, que apenas tuvo ocasión de medrar en territorio franjirrojo.
Así, los primeros minutos se dirimían con el dominio, el control y la voluntad de la escuadra vallecana, que ejercía una fantástica presión sobre la salida de balón de los culés y forzaban los errores y pérdidas de los pupilos de Gerard. Bien armado, el Rayo contrarrestaba las filtraciones con líneas cerradas cuando la presión no le surtía el efecto deseado. De esta forma, los locales consiguieron neutralizar todos y cada uno de los intentos de un Barça B más desdibujado que en otras ocasiones. Antes del descanso, los franjirrojos amenazaron con romper el empate en dos acciones muy seguidas: un amago de Trejo, que no consiguió controlar o empalar un pase al segundo palo, y un cabezazo de Santi Comesaña desde el punto de penalti que se marchó por encima del larguero.
La segunda parte comenzó con otro aire. Empezaba a caer la noche sobre el cielo de Vallecas y, de golpe, el Rayo despertó. La reanudación atestó de ocasiones la portería defendida por Ortolá. El Rayo mostraba una nueva cara tras el descanso y brindaba a una grada algo más fría que de costumbre varios acercamientos peligrosos. Si Comesaña no alcanzaba por milímetros un pase de la muerte de Embarba, Unai obligaba al arquero barcelonista a estirarse para atajar un disparo raso con efecto y la peor de las intenciones. No obstante, cuando los de Vallekas parecían pergeñar el gol con más ahínco, llegó la ocasión más clara del filial culé. La intervención de Alberto García se antoja primordial, vital, decisiva, para la consecución de la victoria ayer. El capitán rayista se agigantó ante Arnaiz y minimizó los espacios abiertos de su portería al no vencerse. El balón se perdía rozando el poste tras la parada del meta, que mantenía a su equipo en el partido ante lo que hubiese podido suponer el 0-1.
Instantes después era el Rayo quien volvía a intentarlo, pero Aguirre solo pudo culminar la buena jugada de Comesaña con un disparo blando a las manos de Ortolá. Se sucedían las ocasiones y el Rayo se acercaba a las inmediaciones visitantes con un Comesaña muy activo e inteligente y un Trejo inconmensurable tanto en la técnica como en el aspecto físico. Precisamente el de Coruxo fue el telonero del tanto local con un disparo cruzado que se marchó cerca del palo. Seis minutos después, ya con Lass en el campo en sustitución de un desaparecido Embarba, fue el argentino el que culminó un buen arranque del extremo guineano, que asistió al mediapunta en su séptimo gol de la temporada. A partir del gol, poco. Un Rayo bien plantado que contuvo las débiles acometidas blaugranas, lideradas por un Choco Lozano recién ingresado en el terreno de juego, y un festival de pequeñas malas decisiones arbitrales que culminaron con dos fueras de juego inexistentes que podrían haber terminado en gol local y, más preocupante, la quinta amarilla a Óscar Trejo, que se perderá la cita contra el Tenerife en el Heliodoro Rodríguez López por una falta que ni siquiera pareció tal. A estas alturas, el encuentro estaba finiquitado. Ya solo quedó espacio para que la hinchada disfrutase de un pase de tiralíneas del propio Trejo (este Rayo es “suyo”) que no pudo materializar Javi Guerra y para que despidiese a sus trabajadores con honores tras reencontrar la senda del triunfo. Sin delantero, pero con alternativas. Sin brillo, pero con trabajo y sacrificio. El Rayo se coloca, de nuevo, en la senda.
Texto de Jesús Villaverde Sánchez. Imagen de Iván Díaz