El Rayo consigue una holgada victoria ante el Alcorcón (0-3) en un partido que dominó desde todos los puntos de vista. Mario Suárez, Qasmi e Isi anotaron para los franjirrojos, que aguantan en playoff.
Como el juez metódico que golpea su maza contra la mesa, el Rayo fulminó al Alcorcón y lo condenó a pasar al menos otra semana en el bus de cola de la Segunda División. Apenas existió partido alguno. Los de Iraola, que parecen haber encontrado una versión algo mejorada de sí mismos en las dos últimas comparecencias, disputaron uno de los partidos más serios de la temporada en Santo Domingo, ante un rival en horas muy bajas al que apenas le salió nada.
Avisó pronto el conjunto visitante de que no había acudido con ánimos de diálogo. Lo hizo Catena por medio de un remate de cabeza que se marchó por encima del larguero. Fue tal el ímpetu del central que saltó unos segundos antes y perdió la opción de embocar el magnífico envío de Trejo. El que no falló fue Mario Suárez. El mediocentro sí consiguió rematar a gol, de manera académica, un fantástico envío de falta de Bebé. El hijo de la anarquía se está convirtiendo en una de las piezas claves de la mejoría rayista en ataque durante las últimas jornadas.
Con el gol tempranero, el Rayo cedió la batuta de la orquesta a un Alcorcón algo desnortado. Los de Anquela trataban de combinar para acercar posiciones a los dominios de Dimitrievski, pero el guardameta macedonio se mostraba confiado y muy seguro a la hora de descolgar todos los centros que la escuadra alfarera lanzaba desde los costados. Lo cierto es que, desde el control posicional franjirrojo, el partido se empezaba a tornar en insípido, soso, sin alma.
Bebé trató de agitarlo con una de sus impagables ocurrencias: el portugués intentó sorprender a Dani Jiménez con una falta directa desde más de treinta metros. Evidentemente no llevó más suspense que el vuelo del esférico, pero, por si acaso, activó los mecanismos de defensa del guardameta amarillo. Los locales solo pusieron algo de mordiente en la primera mitad con un disparo a bote pronto de Dani Ojeda que salió algo desviado de la zona de confort de Dimitrievski. Acto seguido, Advíncula puso la quinta marcha y se incorporó al carril de aceleración. Su cabalgada por banda derecha, autopase fabuloso a Bellvis incluido, cristalizó en el que tal vez sea su mejor centro de toda la temporada; tenso, rápido, al segundo palo. No lo desaprovechó Yacine Qasmi, que se elevó por encima de Castro para conectar un soberbio cabezazo ante el que nada pudo hacer el guardameta alcorconero. Golazo del franco-argelino en una de las jugadas más destacables del partido y golpe sobre la mesa en el filo del intermedio.
Tras la reanudación, la cara del partido fue diferente. El Alcorcón salió algo más enchufado y, fruto de la presión, y del enésimo fallo defensivo del Rayo durante la temporada, falta de entendimiento entre Fran García y Mario Suárez, anotó lo que era el 1-2 que hacía tambalear la aparente rocosidad rayista. Pero la suerte del VAR dictaminó que Marc Gual, que acababa de hacer acto de presencia en el partido, partía unos milímetros por delante de su marcador. El típico gol anulado que, si bien legalmente descontado del electrónico -además había falta previa a Fran García en el salto-, hace hervir la sangre y maldecir a la plomiza tecnología deportiva (otra vez, unos minutos para dilucidar si sí o si no; gatillazo).
Quizás asustado por el arranque alfarero, los de Iraola parecieron aumentar su atención desde la acción. Como el estudiante al que el profesor llama la atención y, desde entonces, no pierde ojo de la lección. El partido se atascaba y se empezaba a atragantar el espectáculo. El Alcorcón dominaba el balón. El Rayo hacia lo propio con los espacios para intentar salir al contragolpe. Los locales, sin profundidad. Los visitantes, sin éxito. No había ocasiones, solo fútbol en la medular. Y en un partido en el que todo es centrocampismo, tener a los Oscars, Valentín y Trejo, Trejo y Valentín, debería ser trampa. El jefecito de Ajofrín sostenía todo el aparataje con su entrega y su característico don de la ubicuidad, mientras que el Chocota se movía entre líneas para filtrar, recoger y redistribuir las corrientes de juego. Pocos jugadores utilizan la pausa como el de Santiago del Estero.
En esas andaba el partido, adormilado, plomizo como una siesta madrileña en pleno agosto, cuando Isi lo finiquitó de la manera más inverosímil que imaginásemos. Antes habían intentado reducir diferencias en el marcador tanto Arribas, con un libre directo, como Barbero, cuyo lanzamiento lejano y raso acabó en las manos del arquero rayista. Pero Isi no iba a desperdiciar la oportunidad de sumar otra diana a la mochila. Y lo hizo a la salida de un córner, libre de marca en las postrimerías del área pequeña, con un testarazo picado inapelable. Nada pudo hacer Dani Jiménez, que llegó a tocar el remate, ante la proximidad desde la que fusiló el Toretto ciezano, que sigue sumando estadísticas como franjirrojo.
El Rayo sumó así, en Santo Domingo, su segunda victoria consecutiva, que le sirve para recuperar la sexta plaza, cuarta de playoff, que le había arrebatado horas antes la Ponferradina de Bolo con su inesperado triunfo frente al Almería. Se aprietan las cosas en Segunda cuando se acerca el tramo decisivo para el devenir de la competición. Y el Rayo parece arrancar una inercia ganadora que veremos donde le conduce. Por lo pronto, espera un Mirandés que, como cada temporada, tiene ganas de juerga y que será el telonero de la gran gira que tendrá a Almería, Girona y Sporting como cabezas de cartel. Agarrémonos, que vienen curvas. Vallecas necesita, ahora más que nunca, a once hombres sin piedad.
Texto de Jesús Villaverde. Imagen: Twitter oficial Rayo Vallecano.