Óscar Trejo, capitán del Rayo Vallecano, nos deja una nueva muestra de compromiso con el escudo y la Franja.
Texto: Alberto Leva
Ahora que está en el aire el debate o la gran duda sobre la posible o no renovación de Andoni Iraola con el Rayo Vallecano, aprovecho y lanzo una pregunta al aire: ¿Existe algún otro sitio en el que un equipo acumule 13 jornadas sin ganar y la afición no solo no pite o haga reproches, sino que anima más que nunca a los suyos? Tal vez lo haya, pero me cuesta trabajo pensar que así sea, conociendo el fútbol actual y el resultadismo que abunda en dirigentes e hinchadas.
La afición del Rayo Vallecano siempre ha sido extremadamente exigente…en el esfuerzo («el resultado da igual, aquí se viene a animar»). En Vallecas prima el trabajo y el compromiso por encima de cualquier resultado. Al final, el fútbol no deja de ser un deporte (aunque FIFA, UEFA, LaLiga y RFEF se empeñen en demostrar lo contrario) y no una ciencia exacta, por lo que el resultado no deja de ser una variante impredecible (que se lo digan a Koeman o Xavi) y lo único que se convierte en innegociable es ese esfuerzo en el camino de alcanzar la victoria.
De esfuerzo y compromiso va sobrado Óscar Trejo y ya lo hemos comentado en numerosos artículos anteriormente (escribir sobre el capitán comienza a ser una bendita rutina). Pero el pasado fin de semana ha vuelto a dar un gran ejemplo de compromiso con su profesión y su club y creo necesario destacarlo porque, además, no suele ser usual ver gestos como el suyo. El sábado pasado, Mía, la hija mayor de Óscar y Marina, recibía la Primera Comunión y el acto religioso coincidía con el entrenamiento del primer equipo. Con el equipo salvado al 99%, cualquier otro podría haber hecho un quiebro al entrenamiento y una pequeña sobrecarga, un leve tirón en los isquios o un inoportuno dolor de muelas horrible podrían haber sido motivos de peso para ausentarse de esta última sesión antes del partido contra el Getafe. Pues no, el capitán del Rayo Vallecano acudió a su puesto de trabajo y entrenó con el resto de sus compañeros, perdiéndose un momento precioso (lo digo desde mi experiencia como padre) y no pudiendo estar junto a los suyos.
Tal vez, mucha gente piense que es un detalle menor, que su obligación era ir a entrenar, etc. A mí, personalmente, me parece un detalle acojonante que habla por sí solo del compromiso de este señor con el club al que representa con ese brazalete de capitán y no quería pasarlo por alto. Han sido muchos los detalles de Óscar en los que ha quedado patente el vínculo que se ha creado entre Vallecas y la familia Trejo, pero esta última situación borra de un plumazo cualquier tipo de duda, si es que alguien la tuviera a estas alturas del partido.
No soy proclive a pedir renovaciones vitalicias (que no planes de pensiones como se han firmado), pero creo que Óscar Guido Trejo se ha ganado el derecho a decidir hasta cuándo quiere seguir capitaneando el Santa Inés.