La contracrónica de la presentación de Falcao con el Rayo vista desde dentro.
Con muchas luces, cámaras y acción en la grada, tuvo lugar uno de los actos de mayor trascendencia de la historia reciente del Estadio de Vallecas. Radamel Falcao se enfundó la Franja en una presentación que dejó momentos de auténtico realismo mágico, movimiento que en su auge alcanzó una fama en Colombia que no tenía nada que envidiar a la del «Tigre».
Según la Wikipedia, el realismo mágico es un movimiento artístico que se define por su interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. Hace una década que la gente del Rayo se ha acostumbrado a una realidad que, en cualquier otro club profesional, sería totalmente impensable e insostenible. Sin embargo, en Vallekas hay un club en Primera que ha fichado al futbolista colombiano más importante de lo que va de siglo XXI. Y de aquellos barros, los lodos de la presentación.
La primera muestra de realismo mágico del acto la encontramos al llegar. Centenares de fans, la gran mayoría compatriotas del «Tigre» con su camiseta de Colombia, alguno ya con la Franja y el 3 recién conseguida de la tienda oficial por la nada desdeñable cifra de 80€, haciendo una cola que a las 17:45, hora y cuarto antes del momento previsto para que empezase el sarao, ya llegaba al polideportivo Ángel Nieto, y eventualmente doblaría por Teniente Muñoz Díaz, detrás del muro del Estadio, mezclándose aficionados con los trabajadores de las obras del campo, que justo estaban sacando los viejos banquillos. No tan largas, pero más duraderas, eran las colas del pasadizo de Teniente Muñoz Díaz, de gente que se pasó todo el día viendo si lograba una entrada para el partido del sábado, y que ahí seguían mientras los compañeros de la prensa atravesábamos el corredor. Algún grito de indignación, desconcierto entre los nuevos taquilleros ante un sistema informático que les superaba… Otro día más en la oficina. Y a la vez, un día como no habría igual.
Llegamos los periodistas a la puerta 16, que en días de partido es la salida de la ambulancia por el muro de Teniente Muñoz Díaz. Ahí, a media hora para el supuesto inicio, los muchos profesionales de televisión que habían llegado a cubrir el fichaje más mediático del Rayo en 30 años, aun no habían accedido al campo. Los demás nos identificábamos con nombre y medio ante un agente de seguridad que lo anotaba en una cuartilla de papel, la cual quedaría en nada, pues cuando se abrió la puerta, si había alguna duda en el acceso, estaba Fernando López, el jefe de prensa del Rayo, haciendo pasar a las caras de siempre, a los que ya nos conocemos de mil batallas. Todo ello mientras las teles empezaban a tomar posiciones.
Dentro del campo, y según avanzamos por la banda de Arroyo del Olivar hasta el fondo de Payaso Fofó, más realismo mágico. En el muro, una lona con el logo del patrocinador y la cara de Falcao tapando, de aquella manera, parte de la luctuosa pancarta que todavía preside esa pared. De lejos, en los vomitorios de la lateral de la Albufera asomaban los «policlean», los WCs clásicos de festivales, que entendemos harán las veces de servicios mientras se hacen las necesarias reformas de los lavabos de la grada. En la tribuna de preferencia, andamiaje en el palco que no dejaba de darle cierto aire de metáfora de la situación institucional del club. Y ya sin los viejos banquillos, se veían los asientos de los nuevos, o al menos sus respaldos con el escudo y sus reposabrazos con posavasos.
Y ya por fin, en el área del Fondo Wilfred, la zona donde tendría lugar la presentación. Un arco a la salida del túnel del vestuario del local, una peana con un balón y un escenario con atril y fondo a modo de «photocall», todo en azul con el logo del patrocinador principal y la frase «Bienvenido Falcao». Aparte, focos, altavoces y rack para poner los micrófonos de las muchas radios y teles acreditadas, un gran despliegue audiovisual para acompañar la transmisión vía streaming a todo el planeta. Todo ello, obviamente, de prestado por LaLiga, no iba a tener el club tanta parafernalia cogiendo polvo después de 2 años sin presentar a un fichaje. Y a Radamel se le presenta por la repercusión que tiene y porque LaLiga ha obligado al Rayo a hacerlo, no por otra cosa.
Ya eran más tarde de las 19:00, aun no se había abierto la puerta 1, y mientras los medios nos preparábamos para el acto. Algún colega colombiano duda de que servidor sea periodista, por lo que sea. No le culpo, yo a veces también me lo pregunto. Acaban por abrirse las puertas, y los primeros aficionados corren a tomar la mejor posición en el fondo para ver a su ídolo. Con cuentagotas se iba llenando la grada, yo voy haciendo fotos y contando lo que pasa por el twitter de Matagigantes. Y cuando no pasaron ni 5 minutos de la apertura, el primer momento que puso el foco en las plateas. Sacaron dos aficionados banderas colombianas con mensajes contra la directiva del club, y junto a otra docena de hinchas, empezaron a cantar «Presa Vete Ya». La gente de Colombia les miraba con estupefacción. Un agente de seguridad intentó incautar las banderas, pero desistió luego que un hincha invocase a su jefe Felipe Luna, y hasta aquí la única intervención de los «seguratas» hasta el final del acto.
Poco a poco se llenaban las gradas. Evidentemente, mucho aficionado de Colombia que portaba o bien la camiseta de su selección o bien la de su club. Pude distinguir el azul de Millonarios de Bogotá, el verdiblanco de Atlético Nacional de Medellín y el rojiblanco de Atlético Junior de Barranquilla. Alguno trajo la Franja de River Plate, con la que Falcao empezó a hacerse un nombre en el mundo del fútbol. Muchas banderas colombianas y mucha animación. Para amenizar la espera, el «speaker» trataba de hacer su trabajo. Casualmente, se le ocurría soltar estadísticas de la trayectoria futbolística del «Tigre» cuando alguien se arrancaba con el «Presa Vete Ya», que por cierto, ya también se animaban a cantarlo los aficionados colombianos que antes no sabían de que iba la historia, pero parecía que lo iban comprendiendo.
Y apareció, emergiendo de una nube de humo del túnel de vestuarios, Radamel Falcao García, vistiendo la equipación del Rayo por primera vez, ante el rugido de más de 2 millares de aficionados que llenaron el fondo. Se dispuso el jugador a dar los toques de rigor al balón, y de pronto, los gritos se tornaron en abucheos, pues hizo acto de presencia Raúl Martín Presa. Tomaron posiciones el 3 y el presidente junto al atril para decir las palabras que suelen decirse en estos actos. O al menos, intentarlo, en el caso de Presa, pues cada vez que intervenía resonaban abucheos y cánticos en su contra. La estupefacción era ahora del flamante fichaje, pues muchos de sus compatriotas de la grada se unieron a las protestas. «Falcao sí, Presa no», atronaba en las gradas, y quedó patente cuando el «Tigre» contó la historia de porque había escogido el número 3, la cual se escuchó con silencio reverencial. Mientras, Presa con la cara de póker con la que asumió los abucheos, pensando en el show que daría a la noche, con los micrófonos para él, como tanto le gusta.
Foto de familia con la mujer y la prole, lanzamiento de pelotas firmadas a la grada y firma de camisetas a algunos aficionados, las acciones con las que Falcao culminaba su presentación. Hubo petición de que besase el escudo, no correspondida, y a mi juico con buen criterio del delantero. En la grada, ambiente distendido y festivo. Yo me convertí en fotógrafo improvisado de varios hinchas que querían inmortalizar su paso por el Estadio. La gente empezó a marcharse luego de que saltase un espontáneo al campo, que acabó placado y evacuado por los guardias de seguridad. Ya quedó el silencio mientras caía la noche, con los trabajadores del club haciendo sus labores, algunos de la prensa asistiendo vía zoom a una rueda de prensa más insulsa que otra cosa, y los familiares y allegados del «Tigre» disfrutando del nuevo césped del Estadio. Son esos instantes tras un acto de gran magnitud en los que uno empieza a barruntar las palabras que después escribirá aquí, a modo de contracrónica.
Como conclusión, ya viendo la repercusión que ha tenido esta presentación y lo que pasó en ella, decir que lo que sucedió era lo esperable, y en cierto modo, lo deseable. Una década de despropósitos en la grada no podían quedar barridas por un fichaje astronómico. Quien sigue el día a día del Rayo sabía que esto iba a pasar. Presa sabía que esto iba a pasar, y para él es como tener una erección involuntaria en misa: la incomodidad se mezcla con un punto de placer, en este caso, el que demostró a toro pasado en radio y televisión, describiendo ese universo paralelo en el que vive y en el que hace todo bien. Por lo demás, bienvenido Falcao, ojalá que pueda aportar al equipo los goles y la garra que le apodaron el «Tigre» en el pasado. Que haga olvidar por unos instantes al hincha que vive en una historia de realismo mágico, que en este club lo irreal es lo cotidiano y eso lleva al hartazgo.
Texto e imágenes de Jorge Morales García.
P.D: Cuando despertó, la gente de las taquillas aun estaba ahí…