El Alcorcón visita Vallecas y en la sección Querido enemigo rendimos un homenaje a Joaquín Álvarez, “Quini”, un delantero que pudo vestir la camiseta del Rayo, pero solo llegó a verlo desde la grada. Una leyenda viva del mejor Alcorcón de la historia.
Pocos delanteros pueden presumir de ser el máximo goleador en la historia del club en el que jugaron sus mejores años. Pero muchos menos pueden ser, a la vez, el tercer máximo artillero en otro equipo de la misma categoría. Joaquín Álvarez, más conocido como Quini, es el hombre. 57 dianas le avalan y le impulsan a los cielos alfareros. En el intervalo de diez años desde que se puso por primera vez la elástica amarilla (allá por 2004) y su último partido con la Agrupación (en 2014), el ariete madrileño se ganó el respeto de la afición de Santo Domingo, pero también de sus rivales.
De hecho, Quini es uno de esos pocos jugadores a los que siempre imaginaba en el Rayo. No sé explicar por qué: supongo que por su entrega innegociable y por su aparente carácter de barrio. Pero siempre que se abría una ventana de fichajes, yo tenía la esperanza de que el atacante escogido por la dirección deportiva rayista de turno fuera el 14 de la ADA.
La carrera de Quini fue algo caótica. Y a pesar de ello, todo siempre parecía en orden. La portería era la meta de este delantero con olfato de área. Embocaba como ninguno y tenía la capacidad de buscarse las habichuelas entre sus rivales para terminar saliendo triunfador. Con el Alcorcón, Quini disputó 152 partidos en los que anotó los 57 goles que, aún hoy, le mantienen como el pichichi histórico del Alcor. Cabe destacar que 35 de esos goles los anotó en la categoría de plata, para la que Anquela lo repescó tras su primera salida del club hacia Leganés y Santander, donde también dejó poso (en su momento, también se convirtió en el tercer máximo goleador de la historia de los pepineros).
Cuentan en los mentideros que Quini era un asiduo a la grada de La Albufera en su etapa alfarera. También se dice que el conjunto franjirrojo anduvo tras sus pasos, pero las negociaciones no llegaron a fructificar. Sin saberlo, estuve a un paso de ver al delantero que yo quería defendiendo el escudo de la ADRV. Pero no ocurrió. Y quizás fuese lo mejor. Hoy, con el tiempo pasado ya, queda el recuerdo, esa especie de nostalgia de lo que pudo haber sido y jamás cristalizó. Las historias imposibles son las más bonitas, ¿no?
En la memoria de todos los aficionados al fútbol quedarán para siempre aquellos dos eliminatorias de promoción de ascenso en las que el Alcorcón se quedó a un solo gol de alcanzar la Primera División. Hércules y Valladolid. Y allí estaba Quini en punta de lanza. Como memoria viva de un tiempo pasado que, esta vez sí, se antoja mucho mejor. Parece difícil que un equipo como el Alcorcón vuelva a alcanzar esas glorias. Pero de lo que no hay duda es de que, si un día pudo rozarlo con los dedos, y consolidó al club en la plata, algo tiene que ver un tipo como Quini. El delantero al que siempre quise ver de franjirrojo.
Foto: Diario AS