A partir de las 21.00 horas el Rayo Vallecano se juega el ascenso a Primera División ante el Girona en Montilivi.
Sería muy injusto que no empezara estas líneas sin reconocer que yo era uno de esos muchos incrédulos que no daban un duro (me niego a usar el euro con este dicho) por este equipo. Ni veía el plantillón que mucha gente veía ni tampoco la famosa seguridad defensiva de la que muchos hablaban. A día de hoy, me mantengo en una cosa y en otra, añadiendo que el juego del equipo me ha aburrido soberanamente en el 90% de los partidos que he visto esta temporada.
Dicho todo lo anterior, es innegable el mérito que tiene Andoni Iraola por haber conseguido que el equipo llegue vivo el 20 de junio a la última batalla. Siempre he pensado que en mi equipo me valen los hombres por delante de los nombres y si el Rayo Vallecano está a 90 minutos de poder ascender a Primera División es gracias a esos hombres, que han dado un paso adelante cuando lo han tenido que hacer. Además, lo han hecho dentro y fuera del campo y no en pocas ocasiones. Hay que recordar que los jugadores del Rayo Vallecano parten en agosto el campeonato de liga con una mochila/lastre llamado Raúl Martín Presa, que no comparten los otros 21 equipos de la categoría, lo cual otorga mayor mérito a lo conseguido hasta el momento.
Puestos a abrirnos en canal, confieso que también era de los incrédulos que pensaba que el Leganés nos iba a regalar un fascinante viaje a la Cuenca profunda. También he de decir en mi descargo, que el partido de Butarque lo viví muy tranquilo y estaba convencido de que el equipo allí ni siquiera perdía.
Llegados a este punto y como sucede en los dibujos animados, se me aparecen el angelito y el diablo rayista que todos llevamos dentro. El angelito me dice que quiero ver a mi Rayo en Primera División, poniendo el nombre de Vallecas en lo más alto por todo el territorio nacional. Por otra parte, el diablo me dice que ascender a Primera División es llenar la buchaca del dueño del cortijo y que se enriquezca la Presacracia aún más, algo que ni va a repercutir en cantera ni en femenino ni en empleados mileuristas. La experiencia nos dice que el club tras cinco años en Primera no ha crecido un solo ápice, ¿por qué iba a hacerlo ahora?
Sé que hay mucha gente en mi situación y así lo han comentado en redes sociales, pero ir en contra de la patata es terriblemente jodido y, aunque creo que solo un descenso a los infiernos nos libraría del okupa, esta noche tocará animar como en esos días señaladitos en rojo en el universo rayista.
Es habitual verme en el barrio luciendo la franjirroja y desde que arrancó el playoff raro es el día que alguien no me dice que ese «Rayito» va a subir, ya sea en la cola para comprar el pan, llevando a la guarde a mi enano o incluso el vecino mohíno que habitualmente no te da los buenos días en el portal. No voy a negar que pese a la mala hostia que se me pone al escuchar lo de «Rayito», se me hincha el pecho de orgullo al escucharlo.
Si tenía algún atisbo de dudas, se van de un plumazo al leer a los jugadores en las redes sociales creyendo en la remontada, rayistas hastiados como mi amigo Colilla que vuelve a estar tan ilusionado como un niño con sandalias nuevas, intercambiar cuatro whatsapps con el «Mascherano de Ajofrín» o leer a mi CAPITÁN Alberto García esta misma mañana (este señor merece todo lo bueno que le pase en los próximos 500 años).
Pero el mensaje que me ha tocado la patata, y como a mí al rayismo tuitero, es el de Santi, un compañero de Franja al que ni siquiera pongo cara y que el 29 de abril nos encogía un poco el corazón al contar que su padre les acababa de llamar desde el hospital despidiéndose, diciendo que les quería mucho. Le habían dejado hacer una llamada antes de dormirle e intubarle. Anoche el mensaje que compartía en redes sociales era que tras 50 días intubado en la UCI del Gregorio Marañón, el médico les había comunicado que su padre había despertado. El corazón volvía a encogerse anoche pero para bien. Llámenlo el milagro o la magia de la Franja o como ustedes prefieran, pero el padre de Santi quería estar consciente para lo que se viene esta noche.
Por el padre de Santi, por todos aquellos rayistas que hemos perdido en la pandemia y no podrán vibrar con su equipo esta noche e incluso por todos los que hemos ido perdiendo la ilusión y necesitamos un clavo ardiendo al que agarrarnos para volver a reengancharnos con la misma fuerza que siempre al carro de la Franja, esta noche tiene que haber una remontada de Primera.
No será fácil, pero sé que los once futbolistas que salten a las 21.00 horas en Montilivi lo van a dar todo. Que no tengan dudas de que en Vallecas vamos a estar animando, como lo hemos hecho siempre, incluso cuando la fe franjirroja decae, porque siempre hay una razón para hacerlo. Esa fe franjirroja ha sido la que ha permitido a Bebé volver por sus fueros y no solo recuperarse de una lesión cuando todo parecía muy complicado, sino que a base de goles y compromiso ha conseguido ser pieza clave para estar hoy a 90 minutos de Primera. Por eso, nuestra imagen destacada no podía tener mejor protagonista.