“¡Estoy hasta los huevos del Barça y del Madrid!” El pasado sábado el grito fue unánime, por fin. Reconozcamos que las visitas de la aristocracia a nuestro campo no solían ser el infierno que debieran. dailycialisuse.com/ Salvo por los “resistentes” de siempre, cuando los ricos de turno desembarcaban en Vallekas, se inundaba todo de banderas blaugranas, blancas o incluso rojiblancas con plumas. A mí, personalmente, me daba coraje.
Siempre he estado muy cerca de esa corriente que ahora se denomina en casi cualquier foro como “support your local team” (o lo que es lo mismo: apoya al equipo local de tu barrio, ciudad, pueblo…). El sábado había mucho de esa máxima en la pancarta con la que el fondo, y por extensión todo el estadio, recibió al equipo: “VALLEKAS FRANJIRROJA”.
Claro que sí, y así debería ser, porque el equipo de Vallekas es el Rayo (ni Madrid, ni Barça, ni Atleti) y ninguno representa mejor el orgullo del barrio y sus gentes como él. (Vale, reconozco que en este punto del texto puedo haber incurrido en una idea demasiado romántica, anticuada y/o utópica; más en estos tiempos de tríopolio informativo constante).
Lo dice Paco Jémez en el reciente tráiler del documental sobre los últimos años del club, en su odisea de retorno desde Segunda B a Primera, Todo por la franja. (Qué ganas de que se estrene, por cierto). “Vallekas es el Rayo Vallecano y el Rayo Vallecano es Vallekas”. Eso, expresado en tan simples palabras, es la identidad, algo por lo que deberíamos luchar todos para que no se perdiese nunca. Identidad, porque esa franja no es sólo una franja. Es la identidad de todos aquellos que la han defendido desde su fundación hasta el último partido. Es la de Felines y Potele (a los que nunca llegué a ver jugar), la de Coke, Alcázar o Cota, la del gran Michel I de Vallekas. Pero también lleva otros nombres (muchos de ellos menos conocidos) en lo profundo de sus costuras. María Prudencia Priego fue el primero, junto a sus hijos, los hermanos Huerta Priego, pero desde entonces el sentimiento ha estado tejido con los gritos y esfuerzos de nuestros padres y abuelos y vecinos. Y lo recordamos vivo a través de muchas memorias.
Por eso nunca debería esfumarse en favor de los clubes más fáciles de “animar”. A veces ser del Rayo es complicado, dicen, pero siempre –y reitero la palabra ‘siempre’– es lo más bonito. Por eso, la pancarta de “VALLEKAS FRANJIRROJA” quizás refleje con dos simples palabras el orgullo de pertenencia, el saber que en Payaso Fofó hay siempre una familia, “en las buenas y en las malas”. Por eso no queremos Barça, Madrid, Atleti, porque no son ellos los que juegan contra el Rayo en Vallekas. No. En Vallekas sólo juega el Rayo, siempre, contra un rival cuyo nombre no es ni por asomo lo importante. Y todo lo demás es atrezo, no tiene apenas importancia.
Por Jesús Villaverde Sánchez
1 Comentarioen este Artículo
Anonymous
Gran artículo Jesús. Me enorgullece el cambio que se está dando en Vallekas. Cuando un Barça/Madrid va a un estadio modesto de España, éste se inunda de parafernalia visitante por todo el estadio. Esto ya casi no ocurre aquí, relegándolo a la grada visitante, como debería ser.
El único pero que veo es que en muchas ocasiones nos empeñamos en delimitar el Rayo con Vallecas, cuando hay multitud de gente de fuera que siente el Rayo como el que más (Rivas, Moratalaz, Coslada, Carabanchel…). La idea es que el Rayo no representa a un barrio en concreto, sino a todos aquellos barrios que se identifican como tal, como lucha diaria, como humildad, como austeridad, como simplicidad, alejado de los grandes nombres que ya recogen Atlético o Real Madrid.
Mucha gente dice que es un error «politizar» el fútbol. En el caso del Rayo, creo que es hasta una obligación.