El Rayo visita al Girona en Montilivi y en nuestra sección Querido enemigo recordamos dos victorias rayistas con el mismo marcador (1-3), pero en temporadas completamente diferentes. Volamos al pasado para preparar el partido del domingo.
En los últimos once años, el Rayo y el Girona se han enfrentado más veces de las que lo habían hecho desde 1957 hasta el año 2008. No es el enfrentamiento entre gerundenses y vallecanos uno de los más históricos que se hayan vivido en la categoría, ni mucho menos. Desde su primer enfrentamiento, un 20 de enero de 1958, con victoria para el equipo catalán (1-2), ambos equipos se han visto las caras un total de 14 veces, con un mínimo balance favorable a los de Vallecas, que acumulan 6 victorias, 5 derrotas y 3 empates. Llaman la atención dos goleadas de los franjirrojos, en el 57 (4-0) y en el 59 (7 goles a 1).
Sin embargo, hoy no nos retrotraeremos tanto en el tiempo, sino que haremos un viaje doble hacia el pasado menos remoto. Dos marcadores similares que llegaron en temporadas muy diferentes. Marcamos el año 2011 en el calendario y regresamos al futuro para hablar de un 1-3 que le valió al Rayo medio ascenso. Llegaba a Montilivi el Rayo de Sandoval tras nueve partidos sin perder. La última derrota había sido un escandaloso 4-1 en Huesca, justo en la semana que se destapó la ausencia de pagos a los futbolistas por la familia Ruiz Mateos que, entonces, dirigía el Rayo sin estar en la sombra. El Rayo se plantó en Girona con la idea de sumar su tercera victoria consecutiva tras doblegar a Ponferradina (0-1) y Las Palmas (2-0). En la retina, a algunos todavía les quedaba el golazo de Piti frente al Betis que había puesto al Rayo líder de Segunda en una tarde que se recuerda por todo menos fútbol en Vallekas.
Marcó pronto el Girona, que empezó mejor; a la media hora Serra se impuso a la defensa y anotó el 1-0 para los locales, entre los que jugaba un ex rayista de salida convulsa y desagradecida como Roberto Peragón y otro que no tuvo su año de gloria en La Albufera como Marcos Tebar. Así llegó el marcador hasta la última media hora, en la que José Ramón Sandoval le ganó la partida a su colega Raúl Agné. En el minuto 61, el entrenador de Humanes retiró a Míchel y Trejo para poner en juego la electricidad de Juli y la contundencia de Delibasic. Pronto, en el 65, igualó Susaeta. Solo ocho minutos más tarde, el delantero montenegrino deshizo la igualada y puso por delante al Rayo Vallecano, que terminó matando el partido de las botas de Armenteros a falta de dos minutos. El Rayo acababa de dar un fuerte golpe sobre la mesa en la lucha por el ascenso. Después de esa victoria, los de Sandoval encadenarían dos derrotas consecutivas en casa (Salamanca y Elche, ambas por 1-2) y un empate a domicilio en Balaídos (0-0) en el que Coke Andújar ya cantaría La Vida Pirata con un ascenso en el bolsillo que culminarían Trejo, Armenteros y Susaeta la semana siguiente en la matinal de Vallekas.
Más allá, el otro Girona-Rayo que recordaremos hoy tiene idéntico tanteo, pero se dio en circunstancias muy diferentes. Esta vez el Rayo peleaba por sacar la cabeza del pozo. En el año de su regreso a la categoría de plata, y con el equipo disfrazado de cementerio de elefantes, la visita a Montilivi se antojaba ardua y complicada. Ganar era casi un espejismo ante un Girona que comandaba los puestos altos y no había cedido muchos puntos en su estadio. Solo había perdido un partido en su fortín, precisamente el que jugó dos semanas antes frente al Cádiz. Los de Pablo Machín empezaban a tambalearse, pero en casa todavía tenían esa vítola de prácticamente invencibles. Finalmente acabarían ascendiendo como segundos clasificados, solo detrás de un implacable Levante. Mientras, el Rayo luchaba contra sí mismo y sus fantasmas y llegaba a Catalunya con las ideas nubladas y las piernas temblorosas. Cinco partidos antes, Míchel había tomado el banquillo franjirrojo en sustitución de Rubén Baraja, que a su vez había sustituido al entrenador protagonista de la anterior victoria en Montilivi, José Ramón Sandoval. De los cinco encuentros dirigidos por el capitán rayista, solo una victoria frente al Oviedo (2-0), dos derrotas frente a Getafe en el debut (1-0) y contra el Cádiz (1-0) y sendos empates sin goles ante Numancia y Reus.
El Rayo salió al césped de Montilivi con una de las camisetas más horrendas que haya vestido, la celeste con la franja multicolor. No era carnaval, pero nuestro equipo parecía disfrazado de uno de los caballitos de My Little Pony. Pero no importó, los micolores se impusieron a los rojiblancos sobre el césped de manera contundente. En el minuto 19, el Rayo ya imponía su fútbol en el marcador con un notable 0-2. Santi Comesaña, ahora perdido entre las gradas, y Roberto Trashorras, su mentor y entonces capitán del Santa Inés, habían batido a René y colocaban al Rayo con una cómoda victoria en terreno inhóspito. Los dos centrocampistas del Rayo marcaron, además, en un faceta en la que no eran pródigos, precisamente, la del cabezazo. Al filo del descanso, Alcalá redujo distancias con un cabezazo fantástico ante el que nada pudo hacer Paulo Gazzaniga, pero los de Míchel no dieron tregua y, tras la reanudación, en el minuto 60 culminaron el 1-3 definitivo gracias al olfato goleador de Javi Guerra, que aprovechó una “asistencia caramelo” de Embarba para anotar con el escudo.
Tras la fantástica, por inesperada, victoria en Girona, el conjunto dirigido por Míchel solo perdería 3 partidos (Huesca, Alcorcón y un encuentro intrascendente con el equipo ya salvado de la quema frente al Córdoba), ganaría cinco (UCAM Murcia, Lugo, Levante, Nàstic y Sevilla Atlético) y empataría dos veces a 1 frente al Tenerife y el Zaragoza, en un partido en el que La Romareda fue testigo de la permanencia matemática de los de Vallekas.
Así las cosas, no es un partido en el que los recuerdos vuelen, pero el Girona-Rayo tiene su propia memoria. Cualquiera que haya visto fútbol, aunque solo sea un partido, ya la acumula. Volverán a verse las caras estos dos viejos nuevos conocidos. El domingo volverán a estar sobre el césped hombres como Borja García, uno de nuestros ex, Embarba, máximo asistente en su última campaña en Segunda División o Trejo, que partió desde el banquillo 2011 y lo hará como titular este domingo. Serán los tres únicos resistentes del último duelo entre gerundenses y vallecanos. Ojalá sea un llamamiento a repetir el marcador, aunque por las fechas no tendrá, lógicamente, igual trascendencia.