Más de cien días de espera y tras cuatro meses eternos, Vallecas recuperó su mística. Ojalá nadie nos vuelva a separar jamás
Te he echado de menos. Todo este tiempo se ha hecho raro. Cuatro meses, han sido cuatro meses en los que nada parecía igual, en los que parecía que todo era caminar cuesta arriba. En tu ausencia, todo pesaba mucho más. Hasta los escasos éxitos dolían. Confieso que a veces he tenido miedo de no volver a verte. O de que, cuando te dejasen volver, algo se hubiese enfriado y nada volviese a ser igual. Ya sabes, la gente habla, arremete, dice cosas; y he de confesarte que la flaqueza me ha conseguido vencer en algunos de los momentos bajos. Pero en seguida me decía que no. Que aquellos que hablan mal de ti no te quieren como yo, no te conocen. Que cualquier día, probablemente el día más indicado, terminarías por volver otra vez al que es y será siempre tu sitio.
«A veces todo es mucho más profundo que las cicatrices»
Durante este tiempo he vuelto solo. Muchas tardes. He visto los intentos que algunos hacían por reemplazarte. He comprendido que, en estos casos, lo mejor es no escuchar las voces que llegan desde fuera. Porque siempre llegan, algunas veces desde el desconocimiento de la buena intención. Lo mejor es no hacer caso y mantenerse fuerte (“Es imposible vencer a quien nunca se rinde”), pero resulta muy difícil permanecer al margen cuando todo está tan a flor de piel. Pero mientras hay vida, queda esperanza. Y yo confiaba en tu regreso. Cada noche de función, cada mañana del día después. En cada golpe que asestaba la realidad, imaginaba otra vez noches mágicas contigo. Necesitaba hacerlo para no dejarme llevar por el tentador abrazo del pesimismo. Porque, además, los tiempos duros son tiempos de desánimo.
Pero confieso que a veces ni siquiera esa imaginación era suficiente. Veía la situación de “los otros” y, sí, sentía celos, una envidia insana por dentro que a veces me hacía odiarte con la misma fuerza que nos hemos querido. Los veía disfrutar, caminar de la mano, y sabía que no era justo, que nosotros deberíamos de estar viviendo lo mismo. Y entonces pensaba en clamar por ti, en llamar a dónde hiciese falta para que volvieses y abandonar las hostilidades. Sin embargo, la razón siempre acababa por hacerme reflexionar sobre el motivo de tu ausencia: si no volvías no era por gusto, ni porque ya no nos quisiéramos. A veces todo es mucho más profundo que las cicatrices. Aunque siempre había alguien que trataba de convencerme de que, si no estabas, era porque no querías, porque habías cansado de sacrificarte, de darlo todo por el otro.
«Cualquier día, probablemente el día más indicado, terminarías por volver otra vez al que es y será siempre tu sitio»
Mucho tiempo ha pasado, pero has vuelto. Por fin has vuelto. Muchas noches amargas, muchas derrotas, muchos golpes después. Pero otra vez estamos juntos en esto; para sanar, para cambiarnos la cara, para volver a disfrutar de lo que es nuestro. Para volver a tener claro, entre tanta duda, que “juntos pisaremos tierra firme”.
Y volvió Vallekas…
Jesús Villaverde Sánchez