Este año estamos asistiendo a dos versiones del Rayo, la que gana a Oviedo o Girona y la versión que pierde en Santo Domingo ante la AD Alcorcón.
Mal haría el Rayo si creyese que todo está hecho. Y sinceramente, esa fue la sensación que me quedó tras el partido del sábado en Alcorcón. La de un equipo que, tras su escalada de puntos y su mejoría en el juego, salió al terreno de juego con la convicción de que el fútbol le debía otra victoria. Y no, el fútbol no tiene deudas con nadie. Los triunfos hay que ganárselos de la misma forma que uno se suele ganar sus derrotas. En el mismo partido de Santo Domingo está la prueba.
Tras el pitido final, y los días de reposo, a uno le queda la sensación de que si el Rayo hubiese hecho más por ganar ahora tendría tres puntos más en el casillero y no se hubiese vuelto a meter en líos. O al menos no estaría viendo, otra vez, las orejas del lobo. Pero no fue así. No se puede jugar un partido trascendental de esa forma. Si hay algo que perdonan (perdonamos) los hinchas de la franja son los resultados negativos. Si existe algo imperdonable para ellos (nosotros) es la falta de entrega, lucha y actitud. Y la realidad es que, el sábado, en los noventa y tantos minutos que duró el encuentro, se vio a un Rayo muy falto de espíritu. Un equipo desconectado e incomprensiblemente carente de alma. No hubo ni rastro de la evidente mejoría que había tenido lugar desde la llegada de Míchel y los franjirrojos volvieron a ofrecer el aspecto de los meses de noviembre y diciembre. Un fantasma de sí mismos.
Al rayismo le queda la esperanza de que hasta el mejor escribiente tiene su borrón. Lo de Alcorcón podría ser el de Míchel. Pero se antoja necesario corroborar que, en efecto, aquello solo fue un lapsus. Aunque suene a tópico, lo bueno del fútbol es que ofrece un sinfín de oportunidades de redención a sus protagonistas. Y el Rayo tiene este viernes la ocasión idónea de redimirse del espectáculo ofrecido el fin de semana pasado. El Nàstic de Tarragona visita Vallekas como anfitrión del descenso, a solo tres puntos del equipo vallecano, en un partido que se antoja vital para las opciones de salvación de rayistas y, en mayor medida, de tarraconenses. Será un partido difícil, complicado y duro, por supuesto, pero si hay algo de lo que podemos estar seguros es de que el Rayo solo conseguirá amarrar los tres puntos si deja atrás su perfil bajo y la falta de arrojo de Alcorcón para regresar a su mejor versión. Vallekas invita a ello y la hinchada animará para conseguirlo. No se puede escapar.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Imagen: Iván Diaz