Te animaré cuando menos lo merezcas

22/10/2018
Te animaré cuando menos lo merezcas

El Rayo Vallecano tras nueve jornadas está en una situación delicada, con el entrenador en entredicho por algún sector de la afición.
Nadie mejor que él para revertir esta situación, con la ayuda y el apoyo de todos.

Habría que ser muy necio para negar la evidencia y decir que la situación actual del Rayo Vallecano es como mínimo complicada. Tal vez muchos pensaban que nuestra vuelta a Primera División iba a ser un camino de rosas, igual el verano a más de uno le ha nublado la percepción del quiénes somos y de dónde venimos.

Que la temporada ha arrancado, pero el equipo no lo ha hecho aún es un hecho, pero que quedan por delante 29 larguísimas fechas, también lo es. Leo en las benditas redes sociales a multitud de rayistas pidiendo cambio de jugadores, cambios de sistema e incluso cambios en el banquillo franjirrojo. Que cantidad de entrenadores en potencia están perdiendo escuelas como Cenafe (esta cuña corre de mi cuenta).

Leo sin cesar que el equipo tiene que jugar a otra cosa, pero nadie sabe definirme qué se esconde detrás de esa afirmación. Alguno me habla de fútbol directo y quiero entender que se refieren a algo parecido a lo que hacía Juande Ramos con aquel Rayo (el mejor de la historia) con De Quintana y el «Mami» Quevedo poniendo balones en la cabeza de Bolo, con Bolic, Míchel y Luis Cembranos atentos a una segunda jugada. Si a esto se refieren, olvídenlo, porque De Quintana o Quevedo solo hubo uno y Bolo, Bolic, Luis y Míchel son irrepetibles. Aquel Rayo hacía eso mejor que nadie y en el actual Rayo no veo a nadie con cualidades para imitar este juego.

Sea como fuere, Michel tiene unas ideas y unos conceptos futbolísticos a los que es tremendamente fiel y trata de transmitirlos a sus jugadores. Muchos le tildaron de loco cuando cogió el equipo con nuestro culo oliendo al azufre de la Segunda B y trasladó estas ideas a un equipo muerto y prácticamente dejado a su suerte. La temporada pasada, las críticas volvían a ser voraces a un tipo del que decían que no había hecho mal trabajo cuando cogió el equipo, pero al que la Segunda le iba a venir muy grande y no aguantaría la presión de buscar el ascenso de categoría. Curiosamente, siempre suelen ser las mismas voces discordantes las que buscan un blanco fácil en el que fijar sus críticas, algunos de ellos sin un argumento sólido y con memeces tales como que el equipo no entrena la estrategia o que no estudian al rival con el que se enfrentan. Les recomiendo a cualquiera de ellos que se den una vuelta por la Ciudad Deportiva cualquier mañana y lo comprueben por sí mismos.

Michel confía en los jugadores que tiene, va a muerte con ellos y hasta donde un servidor sabe, el sentimiento es mutuo por parte de los jugadores. Si alguien se ha ganado a pulso el crédito necesario para seguir comandando la nave franjirroja ese es Miguel Ángel Sánchez y si la nave se tiene que hundir, prefiero hacerlo con él al mando que con cualquier otro que pueda venir. Por desgracia, la memoria en el mundo del fútbol es efímera y bastante frágil, ahora algunos de los que pitan y critican a Michel, hace no mucho despedía con una ovación a ciertos señores que con la actuación más bochornosa sobre un terreno de juego que uno recuerda, dieron con los huesos del Rayo en Segunda División, entre sospechas, acusaciones y pasaportes varios.

Reconozco que soy bastante poco imparcial cuando de hablar de Michel se trata, pero en este caso creo que los números le avalan y además del corazón, la razón me hace pensar que, del mismo modo que nos levantó una vez, nos guiará a la permanencia en Primera División. No será una travesía fácil, pero entre todos tenemos la obligación de hacérsela lo más plácida posible. Ahora es cuando toca demostrar de verdad todo eso que en los versos de una canción queda tan bonito y hacer que «siempre a las buenas y siempre a las malas, te animaré», porque si de verdad «no importa la división, Rayo», vamos a dejarnos los huevos para salvar a este equipo, codo con codo con nuestro eterno capitán.

Si eres rayista y las lágrimas de Michel hoy al final del partido no te han tocado la fibra, es que tienes la patata más dura que el rostro de ciertos jugadores de cuyo nombre no me quiero acordar. No es la primera vez que «el ocho» derrama lágrimas por su Franja, nuestra Franja al fin y al cabo. Solo espero que la próxima vez que lo hagan, sean de alegría por haber cumplido el objetivo y haber dejado a su Rayo en el lugar que le corresponde, la Primera División.

Alberto Leva Santalla