Giro de 180 grados

23/02/2021
Giro de 180 grados

Empate a cero entre CF Fuenlabrada y Rayo Vallecano, en un partido que mereció acabar con goles.

Los infantiles del CF Fuenlabrada y Rayo Vallecano dieron todo un ejemplo de que un partido sin goles no tiene porqué ser aburrido. Sobre el césped de La Aldehuela asistimos a un magnífico partido, en el que ambos equipos pudieron ganar, siendo una parte para cada uno de ellos.

La primera mitad tuvo un claro color azulón, con un Fuenlabrada muy bien plantado en el campo, buscando superioridades por banda derecha de su ataque y jugadas a balón parado. No hay que olvidar, que se enfrentaba un equipo de segundo año (Fuenlabrada) con un conjunto de niños de primer año, esto en estas edades es un hándicap importante y, especialmente, en el balón parado se nota mucho. Al final del partido, Jona (segundo entrenador del Rayo) me comentaba que era casi un milagro el hecho de haber tenido seis saques de esquina en contra y no haber recibido gol. No le faltaba razón al bueno de Jona, si tenemos en cuenta que, tras uno de esos saques de esquina, el balón se estrelló contra el larguero de la portería rayista, cuando en la grada fuenlabreña ya cantaban los padres el primer gol del conjunto local. Sí, en La Aldehuela permiten el acceso de familiares del equipo local y del visitante, y hay que felicitar al club fuenlabreño por su perfecta organización tanto en el acceso como en la salida.

No solo se encontró el Fuenlabrada con el larguero de la portería franjirroja, sino también con Nacho, que defendió la meta rayista como un auténtico jabato y apenas a los dos minutos de juego ya había hecho una gran parada al delantero local en un uno contra uno. Si el sábado se consiguió un punto, buena parte de culpa es de Nacho, al conseguir dejar su portería a cero. Muy bien secundado por Arroyo e Ismael que se fueron creciendo con el paso de los minutos, de tal manera que en los minutos finales de partido consiguieron anular por completo a los delanteros rivales.

El centro del campo fue del conjunto local en la primera parte, tanto a la hora de elaborar y crear como a la hora de ganar los duelos individuales y hacerse con los balones divididos. Santi y Rubén trataban de contener la salida de balón del Fuenlabrada, pero la mayor envergadura se imponía constantemente y en contadas ocasiones eran capaces de trenzar alguna jugada para buscar a Jaime, Sergi o Raúl que veían como no entraban en juego todo lo que les hubiese gustado.

Como comentaba, fueron varias las veces en las que el gol local rondó la portería de Nacho, pero, ante la desesperación del míster fuenlabreño, la pelota no estaba por la labor de acabar en el fondo de las mallas. Con el marcador inamovible y la sensación de alivio al poner el colegiado fin al acoso y derribo local, se llegó al tiempo de descanso.

Dada la situación que vivimos, los equipos no van al vestuario y permanecen sobre el césped en el tiempo de descanso. Gracias a esto, pude ser testigo directo de cómo Alberto Madrid, pizarra en mano, hablaba con los chicos (ni pestañeaban) tratando de revertir este dominio local y comenzar a ver la mejor versión de los nuestros.

Alberto Madrid con la pizarra en el tiempo de descanso

Con la segunda mitad llegó la tan ansiada reacción y el equipo dio un giro de 180 grados, siendo dueño del balón, con Santi y Rubén haciéndose amos y señores de la medular. A la mencionada pizarra del míster, hay que añadir los cuatro cambios que introdujo cuando apenas se habían jugado cinco minutos de la segunda parte. Entraron al campo Basti, Espi, Nielfa y Carmona, supliendo a Ferchu, Sergi, Raúl y Héctor. El cambio múltiple dio sus frutos y Espi comenzó a asociarse con Rubén en medio campo, con Basti subiendo constantemente por el costado zurdo y sirviendo balones al área en busca del gol que pusiera a los nuestros en ventaja. Carmona no paró de intentarlo, tanto en banda derecha como apareciendo en el corazón del área en busca de materializar alguna de las llegadas de sus compañeros, ya fueran por banda o filtrando un último pase al menudo delantero rayista. Tal fue el ímpetu con el que salió, que en una de esas jugadas terminó chocando con Rubén, guardameta local, pudiendo seguir jugando ambos sin problema.

Choque de trenes entre Carmona y Rubén

El Rayo gozó de las dos ocasiones más claras de esta segunda mitad, la primera en las botas de Nielfa que recibió un balón filtrado en el área y, con todo a su favor, su disparo se fue desviado. La segunda gran ocasión la tuvo Espi, que se iba a internar por el pico del área y solo delante del portero disparaba flojo, atajando sin ningún problema el meta fuenlabreño. Esta ocasión fue prácticamente la que ponía el punto y final a un partido muy disputado, bonito de ver para el espectador y que deja sensaciones muy positivas a uno y otro equipo.