El equipo aspirina

24/11/2018
El equipo aspirina

Todas las derrotas duelen, pero si son como la de esta tarde duele especialmente. Se puede perder pero siempre habiéndolo intentado.

Después de dos semanas sin fútbol de Primera División masculina (conviene hacer la puntualización), le tocaba al Rayo Vallecano rendir visita al Valencia CF en Mestalla. Un partido entre dos equipos que el inicio de temporada se les está haciendo cuesta arriba, los locales porque no logran ganar en casa y los franjirrojos porque no logran ganar, en general. Históricamente el conjunto franjirrojo ha sido experto en ser capaz de resucitar a jugadores y equipos dados por muerto y en el ambiente estaba el temor a que esto volviera a suceder una vez más. Por desgracia, estos miedos no eran infundados y el Rayo Vallecano ha sido el mejor bálsamo a todos los males del conjunto de Marcelino. Un equipo sin actitud y con los brazos bajados desde el pitido inicial ha visto como el Valencia lograba su primera victoria local del curso liguero.

El once inicial no nos dejaba ninguna novedad y era, poco más o menos, lo esperado. Dicen que lo que funciona no hay que tocarlo y Míchel está empeñado en que se añada la coletilla de «lo que no funciona tampoco se toca». Quiero pensar que cuando mira el fondo de armario no ve a nadie preparado para ser titular por delante de los once jugadores que alinea de principio y si esto es así, tenemos un grave problema de confección de plantilla. Una plantilla hecha, dentro de neustras humildes posibilidades, a golpe de talonario y con fichajes por los que hemos pagado una importante cantidad de dinero y cuyo rendimiento hasta el momento no es ni el 1% de lo que se podría esperar de ellos.

Los partidos del Rayo esta temporada se pueden resumir en pérdida de balón, error defensivo y gol. En tan solo tres minutos de partido, Dimitrievski se vio obligado a hacer dos intervenciones de mérito que pudieron poner el primer gol valencianista en el luminoso. Jugadas que llegaron desde el flanco derecho del ataque local, lo cual tampoco es una novedad. Los equipos rivales ven los vídeos de los partidos franjirrojos y son conocedores de la debilidad defensiva de Álex Moreno que debería empezar a cobrar peaje a todo aquel rival que acceda a su autopista en la banda zurda.

Un Valencia rácano le entregaba el balón a un Rayo que puede tocar 100 veces el balón y no haber pasado del centro del campo, con dos mediocentros que no lo son y con dos centrales que cuando les toca sacar el balón jugado tiembla como los flanes que anunciaba doña Teresa. No en vano, al descanso nos hemos ido por detrás en el marcador, pero ganando la posesión y salvo un zapatazo de Advíncula a la madera valencianista, no ha habido más bagaje ofensivo de conjunto rayista.

Un equipo que tiene 42 pérdidas en la primera mitad tiene muy complicado salvar la categoría y fruto de una de ellas iba el Valencia a montar su enésima contra. Guedes en una especie de balonazo para quitarse el esférico del medio iba a dar un pase bombeado a Rodrigo Moreno que de cabeza se adelantaba a Amat para dejar el balón en bandeja a un Santi Mina al que no le marcaba nadie e iba a aprovechar el regalo defensivo para batir a un Dimitrievski que optó por esperar bajo palos al ariete vigués.

En el minuto 44 la herida valencianista pudo ser bastante más considerable, pero Rodrigo Moreno en posición anti reglamentaria iba a mandar un balón fuera, llegando al tiempo de descanso perdiendo por la mínima y con la única nota positiva del guiño arbitral al no haber señalado ningún penalti a Gálvez de los varios que hizo hoy, cuyo primera parte fue para olvidar y pudo coronar con una mala cesión de cabeza al portero que a punto estuvo de ser la jugada tonta de la jornada.

Comenzaba la segunda parte con el Rayo Vallecano sacando de inicio y con el Valencia generando la primera ocasión de peligro en el segundo 40 de la reanudación, buen indicativo de lo que ha sido el Rayo Vallecano en el día de hoy. Ese Rayo de dos caras no iba a aparecer hoy y el equipo no solo no fue de menos a más sino que la herida se fue agrandando a medida que transcurrían los minutos. En Mestalla hoy han vestido 11 futbolistas la camiseta franjirroja, pero salvo honrosa excepción ninguno de ellos la ha defendido, y es un mal que este equipo lleva padeciendo desde que arrancó la temporada. Sin espíritu y sin un líder en el terreno de juego, el equipo deambula como alma en pena, tal y como lo ha hecho hoy en Mestalla.

El segundo tanto era cuestión de tiempo y llegó en el minuto 62 tras un córner botado por Parejo que Gabriel a placer y libre de marca remataría, sacando su disparo Dimitrievski con los pies y llegando a Santi Mina al que Álex Moreno vigilaba de lejos con el rabillo del ojo. El disparo del gallego batió por segunda vez al internacional macedonio, aumentando la racha del delantero en su choques frente al Rayo Vallecano. Dicen que los agentes del jugador va a pedir formalmente a la Liga que el Valencia juegue más a menudo contra el Rayo Vallecano.

El guión de la segunda parte, a pesar de los cambios de Míchel que daba entrada a Álvaro García y a Bebé por dos de los muchos ausentes hoy en Mestalla (Embarba y Pozo), no iba a variar un ápice y solo faltaba el gol de Gameiro para terminar su labor analgésica el Rayo Vallecano. Dicho y hecho, en el minuto 75, tras una falta al muñeco (una más) de Bebé, el Valencia montaba una contra en la que los jugadores franjirrojos iban a tener la suerte de asistir en una posición privilegiada a cómo Rodrigo Moreno tras una galopada de varios metros cedería el balón para que Gameiro hiciera el tercer y definitivo gol valencianista.

Entre tanto, en el minuto 83 llegaría el primer disparo a puerta del Rayo Vallecano a cargo de Álvaro García para justificar el sueldo de Neto que hoy ha sido uno más entre los más de 35 mil espectadores que se han dado cita en Mestalla. Cuando pensábamos que ya nada podía ir a peor, iba a aparecer Advíncula para demostrar que estábamos equivocados y en una falta tras revisión del VAR sería expulsado por doble cartulina amarilla. Una tarjeta muy evitable y que deja a su equipo sin lateral derecho la próxima jornada ante el Éibar.

Partido horrible, infumable y cualquier adjetivo calificativo que a uno se le pueda ocurrir y que tenga connotaciones negativas, en el que no se puede sacar nada positivo y que podría tener consecuencias a la vista de la dinámica que lleva el equipo esta temporada. Ocurra lo que ocurra, hay jugadores que deberían hacer examen de conciencia y pensar si se puede salir a un terreno de juego tal y como salen ellos.

Texto: Alberto Leva

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