Quirófano 21

Quirófano 21

El Rayo consigue ante el Mirandés su tercera victoria consecutiva (0-2) y se mantiene en cuarta posición en la previa de la visita del Mallorca. Trejo abrió la cuenta y Mario Suárez cerró la contienda desde los once metros en un gran partido de Álvaro García.

La operación ha sido un éxito. Quizás sea la frase que más consuela escuchar cuando alguien, o uno mismo, sale del quirófano. Para el cirujano es lo normal. Tal vez no tanto para el resto. El Rayo llegó a Miranda de Ebro, varios días después de lo citado, con la vocación de ese especialista. Se calentó las manos, se ajustó el látex de sus guantes y operó. Sin apenas inmutarse. Con precisión. Sin torcer el gesto. Con aire, incluso, de hastío existencial.

Volvía Iraola a su tierra prometida y lo hacía con excesiva intensidad. Lo demostró Isi, que a los dos minutos se había ganado con toda justicia una amarilla por un codazo. El balón, en tierra de nadie, se dejaba querer por ambos pretendientes, pero ninguno terminaba de camelarlo. Tras un robo de Pozo en línea de tres cuartos, llegó el primer disparo con amenaza de peligro. El guardameta canario de los rojillos desbarató la ocasión no sin problemas. El Mirandés respondió con una tentativa tras otro rebote en el área defendida por Dimitrievski.

Quizás espoleado por el aviso local, la escuadra visitante quiso culminar rápido la operación. Para evitar complicaciones y permitirse una cicatriz limpia. La banda izquierda se convirtió en el bisturí. Fran y Álvaro, los García, dominaban el territorio con una evidente superioridad física. Entre líneas, Pozo sujetaba el entramado y conectaba con el siempre lúcido Trejo. Su bota derecha fue la última que vio con vida el balón antes de que desapareciese en las redes de Lizoáin. Una buena salida de Fran, un mejor balón de Pozo a la espalda y un pase raso medido de Álvaro dejaron al Chocota en posición inmejorable y el 8 aplicó sutura a la primera herida.

Sin tiempo para el respiro, en la siguiente oportunidad para acercar el peligro al área de castigo rival, otro pase a la retaguardia mirandesa terminó con el colegiado señalando el punto de cal de los once metros. El balón largo era de Fran, esta vez, pero el receptor era el mismo. Álvaro García, en estado de gracia, opositaba para MVP con otra cabalgada y un recorte que solo pudo detener Vivian con un clarísimo penalti. Lo anotaba Mario Suárez y cerraba la segunda incisión con efectividad. El Rayo acababa de culminar su faena y enviaba el partido a la sala de recuperación.

Lo que quedaba por venir, en la segunda mitad, transcurrió tan impreciso, etéreo y lánguido como esas horas en las que un paciente se despierta, comienza a percatarse del lugar que lo “abriga”. ¿Dónde estoy, qué ha pasado, estoy bien? Nada de lo que transcurría ya tenía el menor interés para el marcador final, completamente cosido en la primera parte. Si acaso volver a ver a Sergio Moreno sobre el campo contra el que debería (y seguiría debiendo) ser su equipo. Tiempo para la nostalgia, la niebla del recuerdo y la melancolía de volver a ver a los nuestros, aunque estén más lejos que nunca.

Pozo pudo ampliar la diferencia a los pocos minutos de la reanudación, merced a otra genial combinación con Álvaro García en el flanco izquierdo, pero su remate, blandito, lo detuvo Lizoáin, que pese a encajar dos goles estuvo bastante acertado durante todo el duelo. Una amarilla a Saveljich, que volvió a entrar al bulto en un lance innecesario, precedió a los dos últimos intentos del Mirandés por anotar la honra. Un disparo de Sergio Moreno, cerca del palo, y otro de Mario Barco que obligó a Dimitrievski a firmar su participación en el partido justo después de un encontronazo inoportuno con el poste de su meta en otro acercamiento más tímido de los de José Alberto López.

Los de Vallekas visitaron Miranda con aires de triunfador, de equipo de zona alta. Sin alardes, pero contundentes. Sin brillos, pero con trazas. Sin ruido, pero con cierta musicalidad. La comparecencia futbolística de los de Iraola fue quirúrgica, precisa, solvente. Abrió, operó, cerró. Sin una sola mueca. Tan frío como el temporal que obligó a retrasar el partido, hace ya casi dos semanas, en contra de la línea de “pensamiento” tebas-presista. Aunque eso ya es otra historia… de terror. Una que seguramente alcanzase para una extensa y productiva saga.

Jesús Villaverde Sánchez

Imagen: Twitter oficial Rayo Vallecano