Dentro de dos días se cumple un mes del descenso del Rayo Vallecano, 15 de mayo día de San Isidro Labrador o desde este año, de San Marcelino, patrón de Gijón. En este mes en Vallecas y buscándole cierta analogía a la serie de Telecinco, El Príncipe, todo acaba en agua salada. En el caso de la serie es en lágrimas o en el fondo del mar. En Vallecas lo del fondo del mar llegará, pero aún falta un mes para que convirtamos el barrio en Puerto de Mar, con las fiestas de la Karmela y nuestra famosa Batalla Naval.
De momento lo único que hemos visto son lágrimas y más lágrimas. En el último partido ante el Levante lloró hasta el apuntador, lloraron los jugadores y especial repercusión tuvo el llanto silencioso de Paco Jémez, un tipo que hasta el momento había mostrado en Vallecas un amplio catálogo de emociones, pero nunca antes se había dejado llevar por una tristeza que creo que a todos los allí presentes nos llegó. Se fue de vacaciones y no se sabe a ciencia cierta donde recalará, incluso no se descarta que al final Presa y él vuelvan a ser los «muy mejores amigos» -a día de hoy es jodido-. Algo que desea más que un primer plano televisivo otro ex de la franja, Sandoval, que anda como loco por el tema y poder hacer una versión 2.0 en el banquillo rayista. Dicen las malas lenguas que ha sido capaz incluso de decir lo bien que le sienta el corte de pelo al presidente.
Tras el último partido y con el difunto aún caliente, nuestro querido presidente no quería ir a la zaga y cuando vio venir a las cámaras se puso la peineta, el traje de faralaes y se marcó un quejío más propio de un cantaor de flamenco que de un presidente de un club de fútbol de Primera División, acabando en llanto profundo por lo que había sido un partido –o no partido como dijo- en el que el Villarreal no había competido.
El tercero que se apuntó a lo del agua salada en forma de lágrimas fue Felipe Miñambres, que se despedía en una rueda de prensa con un decorado más triste que los coros de un concierto de Tontxu. Ni rastro de escudos del Rayo Vallecano en la sala de prensa, que bien podría ser la sala de espera de cualquier consulta de una clínica dental, quizás el karma se le había vuelto en contra. Yo nunca he creído mucho en esto que dicen y cuentan del karma, de hecho siempre he pensado que la palabreja en cuestión se la inventó un tipo que iba puesto hasta arriba de todo y que después de hartarse a comer pescado crudo ante la incapacidad de cocinarlo –le dio por llamarle sushi por su primera novia que se llamaba Susana-, se levantó al día siguiente a 500 kilómetros de su casa, en pelotas y sin dinero, y en lugar de reconocer que se había puesto como Las Grecas le echó la culpa al pobre karma.
Decía lo de Felipe y el karma, porque es cierto que él no ha estado en muchas ocasiones a la altura de lo que su puesto requería en algunas despedidas de excelentes profesionales que han dado todo por nuestro club. Sea como fuere, esto no es motivo suficiente para que el dueño del club tomara una postura tan cutre ante un tipo que con sus aciertos y sus errores –Cuevita siempre mío-, haya sido parte importante de este equipo en los últimos nueve años.
También es cierto que el berrinche se le pasó en menos de 24 horas, que fue lo que tardó en presentarle el Celta de Vigo como nuevo director deportivo del equipo gallego.
Al final las lágrimas más importantes son las de la afición, que en San Sebastián fueron generalizadas y para algunos no había consuelo posible. Eran lágrimas de rabia, de impotencia al ver que algo que tenías tan cerca se estaba marchando y tú no podías hacer nada al respecto. Con el paso de los días y con todos los disparates que se dijeron gratuitamente, esas lágrimas fueron de pena profunda por ver cómo el nombre de nuestro club se estaba manchando y nadie hacía nada por limpiarlo. Aún estoy esperando la rueda de prensa bomba que iba a dar Paco Jémez en su día, aún sigo esperando que anunciara eso que iba a hacer temblar los mismísimos cimientos del Estadio de Vallecas. Lo más grave que pudo ocurrir aquella mañana es que el pasaporte de Paco estuviera caducado y creo que en Vallecas no nos vamos a asustar por esos temas burocráticos, ¿Quién no ha intentado pasar a una discoteca con un DNI que no era suyo o quién no tiene un amiguete que ha conducido el coche del padre sin carnet alguna vez?
Ahora la afición llora al ver que el único movimiento en el último mes de su presidente es un viaje a Nueva York a no se sabe muy bien a qué. Querido Raúl, que ya lo aviso Mecano, que allí no hay marcha y los jamones son de York, y tú eres más del pata negra del Txistu.
Casi un mes después el rayismo está sin entrenador, sin director deportivo, sin capítulo de altas y bajas y sin lo que todos los rayistas demandan, los abonos de la temporada que viene, que ni están listos en la imprenta, ni lo han estado, ni los anunciará Presa en una rueda de prensa explosiva, a la par que confirma la vuelta al Rayo de Kakuta.
Hasta ahora, lo poco que se sabe en Vallecas es tras lo acontecido en la pasada Junta de Accionistas del día 7 de junio, y perdónenme pero en mi caso me quedé prácticamente igual que antes de celebrarse. Hay un vídeo que colgó el propio Rayo Vallecano titulado “Respuestas de Raúl Martín Presa a los rayistas tras la Junta de Accionistas”, que es al fútbol lo que a la política un mitin de Mariano Rajoy.
Dice que quieren que Cobeño siga trabajando en el club, pero no especifican puesto, cometidos, atribuciones, etc. Cuando además lo más sangrante es que lleva semanas haciéndolo y nadie se digna en explicar si ha dejado el fútbol y presentándole en su nuevo puesto como merece, aunque tal y como se las gasta este hombre igual le toca al bueno de Cobe llevarse el escudo de casa para ponerlo en la posible rueda de prensa.
El plato de fuerte de la Junta fue cuando invitó a pasar a la parte de ruegos y preguntas a un grupo de Bukaneros que querían exponerle una serie de preocupaciones en torno al equipo. A esta invitación el presidente la llamó “reunión de amigos” (como Albert Rivera y Pablo Iglesias, Piqué y Arbeloa, Espe y Gallardón, Novita y Doraemon,…), que dicho así suena a tarde de fiesta en un parque de bolas y al final las únicas bolas que hubo son las que se le hincharon a los allí presentes al descubrir que el Rayo Vallecano había abierto diligencias para que los 13 detenidos volviesen a ir a declarar por el famoso tema del corte de cables -otro motivo más para llorar de pena ante este bochorno absoluto-.
La respuesta del presidente cuando le plantean este hecho no tiene desperdicio -«ehh, ehh, el Rayo Vallecano tiene alguna esa para que no vayan a declarar»- y recomiendo ver el vídeo, porque desde ese día ha dejado para lo posteridad una frase que es la de “pienso, luego desisto”. Sí, quizás le suene a copia de la de Descartes, pero tiene su lógica ya que a la hora de comprar el club lo suyo también fue un poco por descartes.
Creo que después de las dos últimas Juntas de Accionistas, quizás el Rayo Vallecano debería plantearse celebrar una cada mes y vender entradas por Atrápalo a todo el que esté dispuesto a acercarse a ver un desenlace distinto en cada pase o sesión.
Acabando con esta sesión de lloros varios, por lo que me cuentan, ya que yo lo último que vi de José Coronado fue un anuncio de yogures para ir al baño como un reloj, en la serie de Telecinco había previstos hasta tres finales alternativos, por desgracia en Vallecas la previsión no llega para tanto y el desenlace esperemos que no acabe en drama dentro de un año.
Alberto Leva