Míchel,el jugador más importante de la historia reciente rayista, se estrena como entrenador. Debut con derrota del Juvenil División de Honor por 1-2 ante el Atlético de Madrid.
Y llegó el día. Seguramente muchos años atrás, Michel nunca habría imaginado que en el futuro una de sus ilusiones pasaría por trabajar en los banquillos. Aquel muchacho que destacaba a finales de los 80 haciendo virguerías, que bailaba sobre ese campo de tierra sin trillar del Colegio Tajamar, aquel chico en el que todos los canteranos nos queríamos ver reflejados,y nos quedábamos a ver una vez habían terminado nuestros partidos solo para deleitarnos viendo driblar y regatear a cuantos rivales le salían al paso con una pasmosa facilidad, propia de un jugador profesional y de un superdotado de este deporte.
Esa zurda era admirada por todos esos chicos, pero también su sencillez y modestia. Un chico que nunca alzaba la voz, humilde y siempre disfrutando de lo que más le gustaba, jugar al fútbol.
No quiero acordarme, como relató Cervantes cuando obviaba el lugar donde Don Quijote comenzó sus andanzas caballerescas en esas primeras palabras del texto escrito en castellano más importante de la historia de la Literatura. Eso sí, puedo asegurar que hace ya un buen puñado de años de los recuerdos que acabo de relatar.
Llegó el día en que Míchel I de Vallecas, como así le llamaban en el barrio y como José Luis Poblador lo recordaba en la entrevista con el ahora Míchel entrenador, realizada hace unos días en la City.
Para su debut, vestimenta sencilla como él: camisa ceñida blanca y pantalón vaquero. Su puesta en escena, pues se lo pueden imaginar: discurso tranquilo, sin aspavientos, siempre con correcciones técnicas breves y sencillas, como debe ser en un buen comunicador. Con un lenguaje sencillo que sus jugadores puedan entender.
Una cosa puedo decir que no he visto en muchos entrenadores, huye de la arenga fácil y chabacana, vacía de contenido y sentido. Por contra si que utiliza su sabiduría para aconsejar y corregir con consignas prácticas que ayudan a saber elegir mejor a sus pupilos.
Estilo de juego
Míchel ha sido el director de metodología del club y ha estado siempre pendiente de la cantera, imponiendo un estilo propio en los conjuntos rayistas. Y así funciona su equipo, con un sistema similar al del primer equipo (1-4-5-1), con dos mediocentros, tres mediapuntas y un delantero, todos ellos salvaguardados por cuatro defensas.
Hoy los chicos perdieron injustamente. Por ocasiones y juego merecieron más. La propuesta de Míchel es bien clara: juego combinativo con paredes en el medio campo y abrir rápido a los extremos para acabar jugadas en uno contra uno contra los laterales y centrando al corazón del área.
Así transcurrió la mayor parte del encuentro. Kike, el extremo extremeño, fue un continuo dolor de cabeza para la zaga rojiblanca en la primera parte, y solo la falta de puntería y esa pausa que con el tiempo aprenderán fue lo único que faltó para poner la guinda del gol franjirrojo.
Sin embargo, el gol llegaría por parte colchonera, que esperaba agazapado como lo hace su primer equipo, aprovechando la velocidad de Salomón Obama. El 0-1 llegó tras un rechace de Luis Carlos al saque de una falta lateral que aprovechó Obama para empujar a la red. El primer tiempo acabó con la misma tónica, el Rayo lo intentaba por las bandas pero no llegaba el gol.
La segunda parte fue muy parecida, el conjunto de Míchel (algo más activo en el banquillo en esta segunda parte) lo intentaba con un juego alegre y de calidad, pero la muy férrea zaga rojiblanca abortaba cualquier ocasión de peligro, y si no, ya lo hacía el espigado portero Diego Conde.
El juvenil encontró el premio a su insistencia y Benito, cuerpeando con el defensa, aprovechó un pase de tacón de Vallinot para enganchar una volea cruzada que hacía el 1-1.
En esta segunda mitad crecieron los Machuca, Vallinot y los medios Dani y Alberto. Con la pelota en poder del Rayo, el Atleti solo buscaba la contra. En una de estas el balón llegó a Obama, quien libre de marcaje se deshace de dos defensas en sendos amagos y bate de tiro cruzado a Luis Carlos.
El gol fue un jarro de agua fría para los jóvenes jugadores rayistas. A partir de ahí decayó el juego de los vallecanos y por más que Míchel desde el banquillo se empleaba con cambios tácticos y consignas, el partido acabó bajo el control del equipo rojiblanco, que supo adormecer el encuentro hasta el final.
En resumen, y a pesar de la derrota, varios aspectos positivos. La propuesta de Michel es más que interesante: calidad, buen toque e intensidad.
Es pronto para emitir vaticinios, pero la primera impresión es que hay entrenador, equipo y chicos muy prometedores en este juvenil.
Chema Broncano.
