El Rayo consigue la victoria (2-1) tras remontar en la recta final el tanto del Alcorcón. Partido soso que azuzó la entrada de Álex Moreno. Trejo y Raúl de Tomás volvieron a jugar tras sus lesiones.
Rayistas, pueden comprar lotería de Navidad. Y si pueden hacerlo sobre la bocina, mejor que mejor. Así es como se ha acostumbrado el Rayo a puntuar en los últimos encuentros. Granada, Córdoba y ahora Alcorcón ya conocen –y sufren– de ello. Los de Míchel poseen la flor y no quieren regalársela a nadie.
Llegaba a Vallekas el partido con una de las previas más bonitas del año. El derbi de los vecinos. Pero no de esos que se saludan en el ascensor por compromiso y después se ponen verdes, sino el de los otros que sí entablan conversación e incluso se encuentran en el bar y se toman juntos una cerveza. Míchel recibía a los alfareros con varias novedades en la alineación. Por un lado, el reingreso de Trejo, que adelantó su recuperación dos semanas para volver con el equipo. Por otra parte, la entrada de Akieme en el lateral izquierdo en sustitución de Álex Moreno. La improbable ciencia de los cambios de Míchel. Y no porque Akieme lo hiciese mal. El canterano desplegó sus cualidades y se mostró bastante maduro en las decisiones. Si se le cuida, hay lateral en Vallekas. Sin embargo, con la salida de Moreno, los franjirrojos perdían profundidad en ataque. Y se notó.
La primera parte transcurrió entre el sopor, el frío y la expectativa. Comesaña partía desde muy atrás en la salida de balón, por lo que el Rayo conseguía tener el control del balón, pero no creaba. A esa posición retrasada del gallego se sumaba la del Chori Domínguez. El argentino partía como punta de lanza ante la ausencia de Raúl de Tomás. Y ahí se echaba a perder su creación y su capacidad de distribuir las jugadas de ataque a los huecos y la banda. Lo intentaba, como siempre, pero no atinaba a culminar. El Alcorcón, por su parte, esperaba al Rayo con una férrea defensa en su campo y una telaraña posicional casi imposible de salvar. El buen repliegue de los alcorconeros cristalizaba en una salida en tromba muy peligrosa con cada robo de balón. Sin embargo, pese al control de unos y las acometidas de otros, apenas hubo ocasiones en la primera mitad. Solo Embarba y Trejo, con sendos tiros lejanos, y Baiano, que culminó al lateral de la red una buena jugada personal, se aproximaron a la portería de Casto. En la otra orilla, un par de balones que se pasearon sin éxito por el área de Alberto como ronda la soltería por la discoteca en la hora del cierre.
El descanso llegó a Vallekas cuando todavía no había de qué descansar. No obstante, fue en la segunda parte donde se concentró todo lo reseñable del encuentro. Los vallecanos seguían adoleciendo de su falta de profundidad, lo que no impidió que en un par de jugadas aisladas pusieran a prueba los reflejos de un gran Casto. Unai López y Javi Guerra, que había entrado en lugar de Trejo, hicieron despertar a la grada y al portero de los amarillos, ayer negros, que resolvió con dos grandes intervenciones, sobre todo la mano que sacó al delantero rayista. Lo malo no fue la falta de acierto, que también, sino que a la vez que sonó el despertador para la hinchada vallecana, lo hizo para el Alcorcón. Cómo no, a la salida de un córner. Dumitru Cardoso, que acababa de irrumpir en el verde, remató solo y a placer, enviando su testarazo a la madera, donde nada pudo hacer Alberto, que vio cómo, otra vez, un saque de esquina era rematado fácilmente a gol. Si de verdad pretende pelear en los puestos altos, el Rayo debería de hacerse mirar esta faceta.
Así las cosas, sin apenas juego, el partido se le había torcido otra vez al Rayo por su ternura en la estrategia. En esos lances del juego fue cuando Míchel enmendó su cambio en la alineación con otra sustitución. El entrenador local movió piezas, retiró a Baiano y puso en juego a Álex Moreno para reducir la línea defensiva a tres efectivos y ganar en profundidad. Jaque. Javi Guerra avisó de la igualada que estaba por llegar con un remate a bocajarro al larguero y, poco después, la fortuna se alió con los rayistas. Burgos despejó un balón que había quedado suelto en el área con la mala suerte de que Álex Moreno corría en la trayectoria. El balonazo en la cara se convirtió en el gol del empate y espoleó al Rayo. Diez minutos después, ya en el descuento, cuando en la NBA ya se habría encendido el panel de la canasta, Raúl de Tomás cristalizó la remontada al remachar en el segundo palo una magnífica prolongación de Velázquez.
Último partido del año en Vallekas. Última victoria de un año que ha dado cal y arena a partes iguales. El primer derbi madrileño de Segunda se saldó con una victoria rayista en un partido que nadie mereció perder, pero en el que nadie acreditó tampoco méritos suficientes para vencer. Para permanecer arriba en 2018, el conjunto de la franja roja deberá conquistar enteros tanto en juego como en profundidad y efectividad, pero también en solidez defensiva en la estrategia. Mientras tanto, seguiremos confiando en esa flor que parece que acompaña a los de Míchel en los últimos lances de la temporada. Quizás sea que también tengan razón esos que dicen que la suerte es de quien la busca. Por si acaso, recuerden, compren lotería.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Imagen: Iván Díaz