El Rayo cierra el mes de febrero con un pobrísimo bagaje: cuatro derrotas consecutivas (Leganés, Espanyol, Atlético de Madrid y Getafe) que lo devuelven a la zona roja y resucitan viejos fantasmas y rompen la buena dinámica adquirida en el inicio de 2019.
Quizás lo mejor que le haya podido pasar al Rayo es que 2019 no sea año bisiesto. Si lo hubiese sido, el Girona hubiese visitado el Campo de fútbol de Vallecas el día 29 de febrero en lugar del 1 de marzo. Mala fecha teniendo en cuenta la nube plomiza y grisácea que se ha instalado sobre la cancha vallecana durante el segundo mes del año.
Tras la remontada que había protagonizado el conjunto de Míchel, que le había permitido sacar la cabeza del pozo entre el final de 2018 y el inicio del nuevo curso, febrero ha devuelto a los franjirrojos a una posición cada vez más delicada. Pocos se imaginaban esa vuelta a las andadas después de cerrar el año con una victoria contra el Levante (2-1), en el preludio de la Nochebuena, y comenzar el 2019 con sendos triunfos ante Valladolid (0-1, el 5/1), Celta de Vigo (4-2, el 11/1), empatar ante la Real Sociedad (2-2, 20/1) y ser el primer conjunto en robar los tres puntos de Mendizorrotza ante el Alavés de Abelardo (0-1, 28/1). El partido de Vitoria cerraba el mes de enero con el Rayo Vallecano huyendo de la quema gracias al acierto de su ariete Raúl de Tomás, absoluto baluarte de la escuadra vallecana, y con la mirada fija en un febrero que anunciaba más garantías de las que finalmente se han cobrado.
Después de hacer lo más difícil, y acumular cinco encuentros seguidos sin conocer la derrota, algo inédito hasta entonces, el Leganés consiguió silenciar Vallecas a base de oficio y poco fútbol. El gol en el descuento de En-Nesyri, cuando los pepineros jugaban con uno menos tras la expulsión de Nyom, devolvió al Rayo a los puestos de descenso, de los que ya no ha vuelto a salir en todo el mes. Aquella derrota frente a los de Pellegrino (1-2) fue el principio de otra nueva debacle. Inmediatamente después, el Rayo ha hincado la rodilla de forma consecutiva otras tres veces y ha convertido la racha de partidos sin conocer la derrota en una de partidos perdidos. Espanyol (2-1), Atlético de Madrid (0-1) y Getafe (2-1) han vencido, en todos los casos por la mínima, a un pobre Rayo, carente del carácter y la lucha que había conseguido auparle fuera del descenso directo.
Sobrevuelan, de nuevo, los fantasmas de siempre. Y lo más preocupante no son los marcadores, ni siquiera que en febrero el equipo no haya sido capaz de sumar un solo punto. Lo más peligroso es la sensación de que el de Míchel es un equipo que ha vuelto a la deriva. Un conjunto con miedo a perder, pero también a ganar. La falta de intensidad y oficio provocó que Sergi Darder rematase –no una, sino dos veces: la primera se anuló por fuera de juego– desde la frontal del área en el descuento del partido que se disputó en el RCDE Stadium el pasado 9 de febrero. Aquel sábado con ánimos de lunes, el Rayo revivía la sensación de perder los puntos en los últimos compases. No menos preocupante fue la imagen que ofreció, ya en Vallecas, ante el Atleti más rácano y simplón de los últimos tiempos. Solo un gol de Antoine Griezmann, de rebote, tras el enésimo fallo defensivo de los locales, consiguió doblegar a un Rayo que acusó su tremenda mala puntería frente a los de Simeone en un partido no demasiado brillante.
El pasado sábado, en Getafe, el Rayo cerraba el mes de febrero de idéntica manera a como lo comenzó: con un derbi en el que no compareció y terminó perdiendo por la mínima. Si el 4 de febrero era el Leganés el que se llevaba los puntos a domicilio; el 23F, a mediodía, el Rayo sucumbió en el Coliseum ante un Getafe poco más que ordenado y efectivo. Solo tiró una vez entre los tres palos la franja (en el gol que anotó Raúl de Tomás), que dio síntomas de agotamiento mental y, por fases, de incompetencia y poca actitud.
Queda la esperanza de pensar que, a pesar de todo, el Rayo se mantiene asido a la cuerda de la salvación, fundamentalmente gracias al empeño de sus rivales directos en no ganar. Si lo hubiesen hecho más, otro gallo cantaría, pero no ha sido así y el contexto que nos queda es el de permanecer a una solo victoria de la zona templada. No ha sido en febrero, mes terrible para los intereses de la franja, así que no queda otra opción que empezar a revertir la situación en el primer día de marzo: el próximo viernes, en Vallekas, ante el Girona. Un encuentro que se antoja más que vital en la lucha rayista por mantenerse vivo, sobre todo teniendo en cuenta sus futuras salidas al imposible Camp Nou y el partido a cara de perro que se plantea en Villarreal. Perder sería un golpe casi irreparable, pero queremos pensar que las derrotas eran cosa del maldito y negro febrero. Marzo, qué bueno que viniste.