Victoria por 2-1 del Alevín B frente al Atlético de Madrid en un nuevo partidazo de nuestros chicos que se sobrepusieron a un gol tempranero adverso.
Un obstáculo es una situación o hecho que impide el desarrollo de una acción. Que un equipo juegue como local en un campo en el que jamás ha entrenado o jugado antes, enfrentarse al que, posiblemente, es el mejor equipo de tu liga o empezar por debajo en el marcador a los seis minutos, son circunstancias que podrían encajar bastante a la perfección con esa definición. Digo podría porque si del Alevín B del Rayo Vallecano se trata, todos esos factores adversos no impiden que desarrollen todo el caudal de buen juego que tienen.
Jugar a las 9 de la mañana y con un frío importante sería susceptible de ser contado como obstáculo, pero eso es igual para ambos equipos y, sinceramente, el madrugón y la rasca vallecana lo hemos sufrido más los allí presentes que los 22 valientes (más los cambios) que han desafiado al despertador y a la climatología.
El partido empezaba con un Rayo al que estamos acostumbrados, queriendo tener el balón y jugarlo con criterio, saliendo desde atras y con Fer y Rober comandando la sala de máquinas de la nave rayista y con Iker ocupando puesto de media punta y enganche con el killer Adri Blanco. Un plan que parecía venirse al traste en la primera llegada rojiblanca a los seis minutos. Balón por banda que ponían en el corazón del área y Yere (qué planta de futbolista tiene), el nueve rojiblanco, no perdonaba y ponía por delante a los suyos.
Jarro de agua fria que no descompuso al equipo, en un tremendo ejercicio de madurez de niños que tienen solo 10 años. Pese a ir en desventaja en el marcador, no variaron un ápice su idea de juego y la reacción llegó desde el banquillo (la lectura del partido por parte de los técnicos hoy ha sido perfecta) en forma de doble cambio. Nacho y Carlos dejaron su puesto a un desconocido Gómez (¿Qué le ha pasado a esa coleta?) y a Agudo, este último revulsivo y, al fin y a la postre, clave en la victoria.
Primero la tendría Adrián Blanco tras un pase de mucha clase de Iker, que vio el desmarque del pichichi para dejarle prácticamente solo ante el portero. Su disparo se fue alto en una jugada que, pocas veces, perdona Adri, pero en su defensa diré que llegaba muy desequilibrado por los agarrones y algún que otro empujón del central rojiblanco.
Si esta fue clara, más aún sería la siguiente llegada de los nuestros que se tradujo en una triple ocasión de gol que acabó en córner tras varios rechaces, balonazos en el culo del portero y despejes de la defensa. El balón parecía no querer acabar en el fondo de las mallas visitantes. El juego y la propuesta estaba siendo impecable, pero la finalización se nos estaba poniendo cuesta arriba, algo que en partidos anteriores nos ha penalizado e impedido obtener los tres puntos en juego.
Pese a ser absolutos dominadores del balón, el gol pudo caer del lado rojiblanco en una jugada muy parecida al gol que anotaron. Balón a Yere que soltó un derechazo cruzado y cuando se cantaba en la grada rojiblanca el gol, emergió la figura de Hugo que yendo al suelo consiguió desviar, en una gran parada, el balón a córner.
Se llegaba al descanso y el comentario más repetido entre la hinchada y cuerpo técnico rayista era «esto se levanta». ¿Acto de fe? No lo creo, más bien obedecía a la convicción del trabajo bien hecho y el conocimiento de lo que este equipo puede dar de sí.
Si genial fue el doble cambio antes comentado, el que se produjo en el tiempo de descanso no le fue a la zaga. Alberto Casero iba a sustituir a Fer en el mediocentro para acompañar a Rober. Casero le dio al equipo un punto de brega y músculo en el centro del campo que hizo que el dominio fuese más abrumador en la segunda parte.
Corría el minuto cuatro de la segunda parte cuando Rober se sacaba de la chistera un derechazo imparable para el portero rival. Chutazo con toda su alma, pero, sobre todo, con muchísimo corazón. Ese corazón que esta mañana él tenía algo maltrecho y que le hacía jugar con una motivación extra por y para su particular ángel. Rober no es goleador, de hecho suele pisar más su área en sus innumerables coberturas que el área rival, pero si había algún partido en el que hacer gol, era hoy, sin duda alguna. Celebración especial junto a sus compañeros que le han arropado y abrazado como sólo hacen los que de verdad te quieren.
El partido se igualaba y el Atleti veía como tenía que proponer algo más si quería llevarse de Vallecas los tres puntos. El míster visitante también movió el banquillo en busca de un revulsivo, pero la presión de los nuestros cuando ellos intentaban salir con el balón desde atrás, unido al partido serio y excepcional del capi Raúl y Miguel atrás, contando con la ayuda de Dani (qué huevos le echa a pesar de su estatura), hizo que pasaran los minutos sin excesivos agobios para el marco de Hugo.
La sensación era, a medida que transcurrían los minutos, que si alguno podría llevarse la victoria era el Rayo. Avisaba Casero primero, pero su disparo a puerta finalizaría en corner. Posteriormente, sería Rubén el que iba a internarse en el área tras otro gran pase filtrado de Iker, pero el defensa se echó encima impidiendo el remate claro de un exhausto Rubén.
A falta de 10 minutos, llegó el zambombazo de Agudo desde fuera del área, que trató de detener el portero rojiblanco sin éxito. Llegaba el segundo gol rayista, premio al gran trabajo que el equipo llevaba haciendo a lo largo de los 50 minutos de partido. El Atleti quiso reaccionar y buscar a Yere, pero cada vez que recibía de espaldas había una sombra con el brazalete de capitán del Santa Inés que le tenía atado tan en corto que atajaba de raíz cualquier intento de ataque por su parte.
En ese momento volvió a surgir la figura del entrenador y Alberto fue dando aire al equipo con más cambios, algo que ayudó a enfriar los ánimos visitantes y propició que jugadores como Serrano o Diego salieran de refresco para seguir presionando la salida del balón y haciendo incómodo el inicio del su juego. En este equipo jueguen más o jueguen menos, el cuerpo técnico se encarga de que absolutamente todos los chicos se sientan importantes y protagonistas.
Final del partido y tres puntos que se quedaron en Vallecas con un equipo que superó obstáculos y guiados por ese componente emocional que no es tan tangible como los kilómetros que corre un jugador, pero que es igual de importante en partidos como el de hoy.
Una semana más, se han vuelto a hacer merecedores de su apodo de pequeños gigantes.