El título de la opera prima de Woody Allen como actor, guionista y director es un buen titular para hablar del acuerdo entre la Liga de Fútbol Profesional y el fondo de inversión CVC. De la película os podrá hablar con más criterio nuestro compañero Jesús Villaverde Sánchez. Os adelanto que es recomendable verla, o revisitarla si ya se hizo. Más en estos días.
Dicho acuerdo tiene muchas aristas para analizarlo. En nuestro caso, lo vamos a hacer desde la perspectiva del Rayo Vallecano y su actual gestor. Como los cuatro clubs que votaron en contra ya lo han hecho publico, hay que suponer que el Rayo Vallecano, SAD, votó a favor del mismo. Ninguna comunicación sobre el contenido del acuerdo, su valoración , el sentido del voto, de la cuantía disponible para la entidad ni de si es intención del Consejo de Administración el solicitar el préstamo asociado. Ninguna información han recibido los accionistas minoritarios del Rayo y, por tanto, la afición rayista. Nada nuevo bajo el sol vallecano por otra parte.
En el acuerdo se contemplan varios aspectos importantes y relacionados con la triste realidad y actualidad del Rayo. Según La Liga, el dinero “que aportará CVC se concentrarán directamente en un 90% en los Clubes, incluyendo también fútbol femenino, fútbol semi-profesional y no profesional de la mano de la Real Federación Española de Fútbol y en el Consejo Superior de Deportes (más de 100 millones de euros).”
Por otra parte “los Clubes de fútbol asumen un compromiso de destinar la inversión que reciben al impulso de su propio Plan de Desarrollo acordado con La Liga, que incluirá las siguientes áreas principales: estrategia deportiva, infraestructura, desarrollo internacional, desarrollo de marca y producto, estrategia de comunicación, plan de innovación, tecnología y datos y plan de desarrollo de contenidos en plataformas digitales y redes sociales. Todo ello incorporando la sostenibilidad, el buen gobierno y la diversidad como valores fundamentales del modelo.”
Aquí podría acabar el artículo pues las personas avispadas ya habrán llegado a la conclusión de que los propósitos del acuerdo son incumplidos a día de hoy por el Rayo Vallecano, SAD, a pesar de su voto favorable al mismo. Como sabemos que nos leen en el Consejo de Administración vamos a seguir escribiendo.
Plan de desarrollo, estrategia deportiva, infraestructura, desarrollo de marca y producto, buen gobierno, diversidad,… son algunos de los conceptos incluidos en el acuerdo. De esos, y del resto, el gestor debió escuchar, leer, aprender y examinarse en sus estudios de ADE. Mucha casualidad es que todos ellos coincidieran con ausencias a clase y no se preguntaran en ningún examen. Más bien flaca es su memoria, tanto como su trayectoria posterior como gestor de las empresas familiares.
De su flaca memoria, de su incapacidad demostrada y de su negligente gestión son los barros de los que provienen los lodos actuales. Detrás de la situación por la que pasa el Rayo Vallecano como entidad, y que es triste actualidad mediática estos días, hay 10 años en los que los éxitos deportivos del primer equipo masculino han encubierto el triste devenir de nuestro fútbol femenino, de nuestra cantera y de la Fundación. Para quienes no se hayan enterado de la realidad hasta este fin de semana recomiendo visitar la hemeroteca y las redes sociales de este medio de comunicación y de otros, medios y periodistas, que no han callado estas últimas temporadas.
Durante estos años ninguno de los conceptos de negocio empresarial de los que habla La Liga han sido implementados en la SAD que es el Rayo Vallecano. Y no, no lo ha sido por falta de dinero pues tras el concurso de acreedores el club ha presentado cuantiosos beneficios económicos según las cuentas presentadas en las Juntas de Accionistas. Cuentas que siguen sin estar disponibles en la web del club incumpliendo la normativa de transparencia con la connivencia de La Liga.
En estos años de éxitos deportivos y aparentemente económicos, la entidad rayista ha involucionado en lo institucional por la responsabilidad del gestor. No ha habido plan de desarrollo, ni estrategia deportiva al margen del primer equipo masculino, ni atención a las infraestructuras, ni desarrollo de marca como demuestra que fueran recibidos en Comunidad y Ayuntamiento con un escudo distinto al oficial, ni buen gobierno como demuestra la nula transparencia y la falta de respeto al accionariado minoritario, ni atención a la diversidad pues el maltrato al fútbol femenino ha sido una constante desde hace 10 temporadas.
La culpa ahora será de las jugadoras del Femenino (no olvidemos que los jugadores del primer equipo también tuvieron que plantarse en el reinicio de la 2019/20), de jugadores y técnicos de la Cantera y Fundación por no tener contratos a día de hoy ni medios materiales para llevar a cabo sus entrenamientos. Por no hablar del pésimo estado de las infraestructuras, no sólo en el Estadio. La culpa será del CSD por no dar un dinero que nunca se dijo que fuera a salarios sino a estructurar la nueva liga de fútbol profesional de futbol femenino. La culpa será de AFE y de David Aganzo. La culpa será del empedrado pero el gestor nunca tiene responsabilidad de nada malo. Eso sí, los éxitos deportivos y los presuntos beneficios económicos son mérito suyo.
El acuerdo entre La Liga y CVC va a suponer un “toma el dinero y corre» para todos los clubes excepto el Rayo Vallecano, SAD. Para este supondrá un “toma el dinero y corre como un pollo sin cabeza» como ha sido y seguirá siendo con el gestor al mando. El problema no es la falta de césped en el Estadio. Eso se arregla con tepes la semana antes del partido aunque se levanten en la primera jugada. Que el césped y los abonos no nos vuelvan a impedir ver que el gestor lleva al Rayo Vallecano contra las rocas.
El “toma el dinero y corre», por desgracia, ha sido frecuente en la historia rayista. En algún caso ha acabado en “Robó, huyó y lo pescaron” que fue como se tituló en Argentina la película. Buena ocasión para que la historia se repita. Ojalá antes que el Rayo Vallecano quede como lo dejó la familia Ruiz-Mateos que eligió al gestor como comprador de su paquete accionarial.
Texto: Luis Miguel Redondo.