La vuelta de Anita Blanco a su casa siempre será un acontecimiento especial, aunque lo haga con otra camiseta, tal y como sucedió ayer
Dicen que hay heridas que tardan años en cicatrizar y otras que ni el paso de los años logran cerrar. La marcha (obligada) de Anita Blanco de su Rayo Vallecano podría ser ese segundo caso de heridas que no lograrán cerrarse jamás.
Las circunstancias (por no poner nombre y apellidos) nos han arrebatado la posibilidad de ver a Anita capitaneando el primer equipo en el purgatorio de la Primera RFEF Femenina. Nuestra capitana tiene una serie de valores que chocarían frontalmente con lo que se ha convertido o, han convertido, este Rayo Vallecano Femenino, por lo que verla defender la camiseta de un equipo que es solo un amargo recuerdo de lo que fue en su día, sería un jaris tanto para ella como para los que la apreciamos.
Por fortuna, en el Pozuelo (y me consta que en muchos otros equipos) le han abierto las puertas de par en par para que Anita siga haciendo esta temporada lo que más le gusta. La verdad es que, en tono jocoso, comentaba que el CF Pozuelo Femenino se ha convertido en el CF Pozuelo Vallecano, por la gran cantidad de ex de la Franja que allí están.
Ayer no era un partido más para nuestras guerreritas del Rayo B, pues se enfrentaban al Pozuelo y era la tan ansiada vuelta a casa de Anita y de esa extensa nómina de jugadoras y miembros del cuerpo técnico: Anita Blanco, Adriana, Contreras, Clau, Lorena y Paula López en el once incial. En el banquillo estaban Paula Orejón y Cris Ramos, que entró en la segunda mitad. Fuera de la convocatoria estaban Esther González, Pita y Julia (estas dos últimas presentes en la grada), con Jorge Cámara, Jacobo, Marcos y Elba en el cuerpo técnico. Algunos y algunas ya habían vuelto como visitantes a la Ciudad Deportiva para enfrentarse al filial, pero para algunas era la primera vez y en el ambiente se palpaba ese sentimiento de añoranza, cariño y en su cabeza se agolpaban muchos buenos momentos vividos en la que siempre ha sido y será su casa.
Especialmente emocionada estaba una Anita Blanco, que ya en los días previos del partido me confesaba lo rara que se iba a sentir cuando allí llegara. Después de tantos años cambiándose en el mismo vestuario, arengando a sus guerreritas y firmando el acta en la casilla local, cambiar esos hábitos iba a ser algo tremendamente emotivo para ella. Doy fe que así fue y antes de que la colegiada pitara el inicio del partido, pude dar un abrazo a una Anita que acumulaba una tonelada de emociones, intentando gestionarlas como buenamente podía a escasos minutos de lo que se venía en el terreno de juego.
Hubiese sido bonito que Anita tras el partido se hubiese llevado la merecida ovación de la grada, pero si a ver al primer equipo no va más de medio centenar de aficionados (incluyendo familiares), imaginen cuantas personas siguen al Rayo Femenino B (me sobrarían dedos para contarlos). Lo bueno es que nuestras guerreritas pueden contar con el apoyo rayista vía twitter o esperar a subir al primer equipo para descubrirlas y darles esa visibilidad de la que, a día de hoy, no gozan. ¿O sí gozan) Pues igual sí, en un partido de reencuentros no podía faltar Miguelito al frente de Matagigantes, para contar todo lo sucedido antes, durante y después del partido. Y es que tras la victoria por 1-0, gracias al gol de Mireya (apunten su nombre), sonó la Vida Pirata en la City entre ese grupo reducidísimo de hinchas rayistas y unas guerreritas eufóricas por el triunfo ante todo un señor equipo.
No es necesario recordárselo a Anita y al resto de sus compañeras y cuerpo técnico, pero Vallecas y el Rayo siempre será su casa y por muchas veces que vuelvan defendiendo otro escudo, no dejará de ser un partido especial. Y es que, pese a todo lo mal que se hacen las cosas a nivel interno, algo tendrá esta jodida Franja que crea ese sentimiento de pertenencia y arraigo a todas aquellas que la visten. Ayer, una ex guerrerita que venía de espectadora a ver el partido del reencuentro, comentaba que siempre querrá que gane el Rayo, independientemente de donde esté ella.
