Derrota dolorosa ante el Atleti de un Rayo Vallecano que no estuvo en el partido en ningún momento
Antes de entrar en lo estrictamente futbolístico, tres detalles. La pancarta en la Albufera denunciando a Rubiales, Santiso y a quienes les protegen. El minuto de silencio en recuerdo a quienes fallecieron la temporada pasada. El vacío de la grada visitante por la necedad del de siempre.
Según sonó el pitido inicial, se hizo presente el atontamiento temporal de la razón y los sentidos de los jugadores rayitas. En Vallecas, a eso, le llamamos caraja.
Lo que había sido solidez defensiva e imbatibilidad no duró ni dos minutos. Mal despeje de Lejeune que baja al césped Depay, que ante la pasividad defensiva general, se pasea por la frontal del área rayista hasta que llega De Paul para poner un centro cruzado para que Griezmann la mande al fondo de la red.
No se había cumplido el minuto 5 cuando Dimitrievski tuvo que sacar un remate de Depay evitando el 0-2. Este llegaría al cuarto de hora en una contra atlética lanzada por De Paul, con Saúl llegando a línea de fondo poniendo el balón, para que tras la patada al aire de Aridane, Depay la embocara.
A partir de ahí, además de la caraja, los jugadores rayistas se desquiciaron. Si toda la energía gastada en protestar al árbitro, se hubiera puesto en los balones divididos la imagen del equipo hubiera respondido a la que esperaba su afición. En el minuto 36, Pablo Barrios se come a un Trejo irreconocible y la contra colchonera deja a Nahuel Molina solo ante Dimitrievski para poner el 0-3.
Llegó el descanso y compareció el Rayo Vallecano con dos cambios. Se quedaban en el banquillo Chocota Trejo y Unai López para la incorporación de Pathe Ciss y Nteka.
Dio la impresión de que los franjirrojos se desperezaban pero todo quedó en un espejismo. Pasó la segunda parte, se sucedieron los cambios de Francisco que no cambiaron nada. También se sucedieron los goles atléticos hasta el 0-7 definitivo. Dos de Morata, uno de Correa y otro de Marcos Llorente.
Si dolorosa fue la imagen del equipo franjirrojo y la goleada, también fue para este cronista ver desfilar desde el minuto 75 a espectadores camino de los vomitorios. La afición rayista, esa sí, aguantó como siempre hasta el final, en las buenas y en las malas.
Texto: Luis Miguel Redondo