The Ghost Coach / Matagigantes
Anímame cuando menos lo merezca, será cuando más lo necesite. Es verdad que esta frase es utilizada normalmente con el verbo querer o amar, pero para el mundo del futbol la he querido transformar y hacerla mía con animar y así tocar el estado emocional del futbolista. En artículos anteriores hablamos del Coaching, la herramienta que mata gigantes. Pues hoy intentaremos explicar cómo ese “aliento” que puede venir de un padre, de un entrenador o de un compañero puede “recuperar-reconvertir-reorientar” a un jugador al que no le estén saliendo las cosas como el propio jugador sabe que puede hacerlas.
El exjugador, entrenador y actual periodista deportivo, Jorge Valdano, afirma que, el futbol es un estado de ánimo. Y, aunque podamos estar más o menos de acuerdo, seguro que si nos paramos a analizar esta afirmación podemos ratificarla en mayor o menor medida.
Este articulo lo he querido titular con el principio de uno de esos canticos que más suenan en el Estadio de Vallecas cada partido, y si algo tiene el Rayo es esa gran afición que como dice en otro de sus canticos están “en las buenas y en las malas”.
En las malas, en esos momentos de “hundimiento deportivo”, a veces se cree que lo mejor es un grito con una reprimenda del tipo: “¿Se puede saber que estás haciendo?” o ”¿Cómo fallas ese gol o ese despeje o ese pase o haces esa cantada?” Y, seguramente, al propio grito le puede acompañar con alguna palabra más malsonante entre medias de la frase. Y ahora pregunto: ¿A qué porcentaje de jugadores de una plantilla esa reprimenda les hace revertir la situación y mejorar? Buscamos que no vuelva a suceder, ¿verdad? En una plantilla de 20, quizás 3 sean “masocas” o necesiten de ese reproche público para mejorar o les gusta que les den esta caña en ese momento de fallo, me cuesta creerlo que así vaya a volverle a enfocar. Pero créanme que en los años de experiencia coincido más con el entrenador, compañero o aficionado que da palmas en lo alto como si estuviera en un concierto flamenco o lanza un mensaje de apoyo al jugador que falló.
¿Esto quiere decir que no debemos corregir al jugador que falla? Definitivamente no. Lo único que hay que hacer es buscar el momento y la situación para hacerlo. Otro de las grandes frases que hace años escuché y también he guardado en un “acceso directo” de mi disco duro, es que el “halago debe ser en público y la reprimenda en privado”. A ese jugador que ha fallado más que una escopeta de ferias en un partido y al que has estado animando y alentando durante el partido por aquello de animarle cuando menos lo merece que es cuando más lo necesita, debes corregirle independientemente del resultado final del partido o si lo quieres hacer durante el partido hacerlo con tacto, con mensajes positivos como “la próxima la metes, tranquilo que sé que lo sabes hacer bien…”. En otras palabras, si un jugador ha fallado en toma de decisión, en ejecución de una acción técnico-táctica, en actitud, etc. debe saber que ha fallado, pero hay que elegir el momento para hablar con él y explicarle que hizo mal y profundizar en el porqué de aquella acción con el único objetivo de corregir e intentar revertir y reenfocar la situación. En ocasiones, si finalmente ganas el partido “dejas pasar” ese detalle, puesto que al final hemos ganado. Para mí es todo lo contrario; estás en el momento perfecto, ya que finalmente se ganó y podrás corregir. Aunque el momento seguramente sea el siguiente entrenamiento o cuando la situación se haya enfriado, para cara a cara, de forma particular corregir al jugador.
Recuerdo que, durante la pasada temporada, un dia en la Ciudad Deportiva viendo un partido, viví una situación que refleja perfectamente lo que estamos explicando. Un joven equipo de la Franja estaba intentando hacer salida de balón desde atrás y pese a conseguirlo en muchas ocasiones, hubo un par de acciones en la primera parte en las que un error de ejecución en el pase hizo que perdieran dos balones y encajaran dos goles. Tras el segundo de ellos, el entrenador apuntó en su libreta y se dirigió al equipo diciendo: “Va, que no pasa nada, que estamos haciéndolo bien”. Acto seguido, el grupo de aficionados que estaba viendo el partido y del que me encontraba muy cerca comentaban: “sí claro, está genial, seguir así y perder 5 balones más y nos llevamos una manita”. Por suerte, fueron comentarios internos que no llegaron al equipo. Como detalle, quiero decir que el equipo rayista acabó ganando ese partido siguiendo en la línea de salida de balón que el entrenador había marcado y, por lo visto en el campo, trabajado en entrenamientos. Lógicamente, no hay que decir como en la parte de los aficionados se celebró y nadie volvió a hablar de los dos balones perdidos. Hablé con el entrenador después y me dijo que estuvo muy bien el partido, pero que tiene que verlo repetido y que el siguiente martes debía hablar y corregir los dos balones que perdieron y que tenía apuntado el error en su libreta el motivo. Sencillamente, PERFECTO.
Espero que este artículo “open your mind – abra tu mente” y si vemos que un padre, aficionado, compañero o entrenador no anima cuando las cosas van bien y empieza a hacerlo cuando las cosas van mal, al menos no pensemos que es un loco, sino un gran motivador.