No hace falta nacer en Vallekas ni ser rayista desde enana, para enamorarse del barrio y de su equipo
No soy del Rayo desde enana, no tuve esa suerte. Tampoco me crié en el barrio ni lo pisé prácticamente hasta hace unos cuantos años, hasta que entré a currar en el femenino. Y me cambió la vida.
Quien me conoce sabe que para mí llegar a Vallekas supuso una liberación, encontrar aquí un espacio donde politizarme y hablar de temas que hasta entonces no había hablado en mi entorno. Fue, en pocas palabras, un sitio donde volver a enamorarme del fútbol. Porque el fútbol aquí es diferente: no se exige ganar, se exige defender la camiseta, y que el brazalete nunca caiga al suelo, como dice Anita.
Celebramos 100 años por todo lo alto a pesar de las trabas, y yo personalmente lo hago acordándome de todas esas tías que sí defendieron La Franja, tanto en Europa como Ali o Nata, como buscando salvaciones por los pelos como Perar o ‘Sole’. Me acuerdo de ellas porque son las culpables de que esta locura me atravesase el corazón hace 6 años y ahora ya no sé cómo explicarlo.
Encontré en el Rayo mi casa, amigos y cientos de momentos para recordar, y sé que seguiré encontrándome gente maravillosa por el camino, porque esa gente es el club.
No soy del Rayo desde enana, pero sé que este sentimiento ya no se irá.
A por otros 100 más, Agrupación
Texto: Elena Galindo