Los lunes al sol

02/03/2015
Los lunes al sol

El sábado se vivieron en Vallecas escenas más propias del tebeo o película del Makinavaja, que de un partido de fútbol.

Parecía que el pasado sábado se habían alineado todos los planetas, cuya consecuencia era disfrutar de un buen partido de mi equipo. Todo pintaba de cara a priori, iba a haber previa con amiguetes para comer antes del partido, en esa previa seguramente se prepararía una timba de mus, algo así como la Champions League del mus. Para disfrutar después de lo que iba a ser un ambientazo de los buenos en Vallecas, la hora acompañaba, el tiempo era bueno también, con lo cual parecía que todos los condicionantes se daban para disfrutar del día.

Lo bueno es que la primera parte del plan fue según lo previsto, de hecho íbamos tan sobrados y con tan buen talante, que mi compañero de mus Rafa Alameda y yo dejamos que nos ganaran al mus a los «novatos de previa» para que repitan otro día y poder sacarles los cuartos, en una estrategia 100% comercial y con vistas a una segunda vez. Hasta aquí todo perfecto, pero llega la hora de ir a buscar al corresponsal de guerra Poblador, que andaba por las inmediaciones del Estadio de Vallecas, pero con poca batería y con una misión que llevar a cabo a partir de las cinco de la tarde.

Dicha misión no era otra que la de ejercer de «observador» en la puerta Wilfred (antes puesta 1) y ser testigo de lo que allí sucedía a la hora de acceder al estadio, es decir, los cacheos indiscriminados, revisión desde calcetines hasta gorros, los malos modos de los empleados a la hora de realizar estas tareas, etc. Con esa idea subía por Payaso Fofó, comprobando que era un día festivo para muchos, que por allí se respiraba y se observaban corrillos, postureos y viceversas, algo que no podía ni mucho menos dar pistas de lo que a solo unos 200 metros de tan entrañables escenas estaba ocurriendo.

Tras comprobar que al mediático Poblador no le tenía metido en medio de ningún «fashion corrillo», le llamo por teléfono y con su tono «de las grandes ocasiones» me dice que dónde coño me he metido, que se jodió la quedada y que hay 15 o 20 tíos contra la pared cerca del local de Bukaneros, que espabile y vaya para allá cagando leches. Enseguida pensé que iba a violar el primer Mandamiento de mi casa en cuestiones de fútbol, ya que mi mujer me tiene dicho cuando voy a un partido: «Llega a casa pronto o tarde después del partido, pero sobre todo llega». Inmediatamente me vino a la cabeza mi imagen pidiendo a algún policía de los que hacen la ronda por los calabozos, papel y un bolígrafo para ir empezando «mis lunes al sol» y poder publicarlos hoy cuando me soltaran.

Tengo que reconocer que me alivió no verle detenido, pero sí en primera fila de la movida, junto a un centenar de personas aproximádamente. Enfrente de esta primera fila dos lecheras aparcadas, taponando el paso a la calle Dolores Folgueras, donde se encuentra el local de Bukaneros y cinco o seis policías nacionales con los ojos inyectados en sangre esperando el más mínimo movimiento para sacar la porra a paseo o lo que surja (y no hablo de amor precisamente).

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Rápido me ponen al corriente y me dicen que tienen retenidas a unas 200 personas en la sede de Bukaneros, pero que lo más cachondo de todo es que no son 200 miembros del grupo, sino que hay desde chavales menores de edad hasta gente de más de 40 años que han ido allí a comprar material, entiéndase por material: camisetas, pegatinas o bufandas, por ejemplo, ya que lo de material en boca de ciertos periodistas veraces y profesionales del afamado diario ABC, sería material de destrucción masiva y algún imberbe pensaba volar en pedazos el Estadio de Vallecas, o el mismísimo señor Relaño pensaría que por material de Bukaneros, hablamos de un «kit cortacables» que venden en su local y gracias al cuál cada uno puede ya dejar sin luz a su rellano, portal o barrio.

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Van pasando los minutos y no hay un solo movimiento que indique que estos rayistas retenidos van a salir próximamente, la gente se sigue arremolinando por las inmediaciones y no salen de su asombro cuando les cuentan lo sucedido, de hecho nos juntamos allí socios con una antigüedad ininterrumpida de 20, 25 e incluso 30 años y coincidimos en que jamás hemos vivido una situación ni tan siquiera parecida. Entre miembros de Bukaneros, socios y presidentes de otras peñas del Rayo Vallecano, en la calle y protestando ante semejante injusticia se encuentran tipos tan «peligrosos» como el nombrado José Luis Poblador, Antonio Luquero o Álvaro Olmedo, todos ellos periodistas, mi amigo Víctor Sevilla (actor) que alucina con todo lo que ve e incluso un monstruo como rayista y como persona como es Javier Monsálvez «Yuma» y su mujer Rocío, que no dan crédito a lo que están presenciando.

Por si esto fuera poco Dámaso Barroso, presidente de la Peña Rayista 2004, se presenta allí y trata de mediar -sin éxito- con la policía e incluso con el propio Rayo Vallecano, principalmente porque su hijo -menor de edad- se encuentra retenido en el local de Bukaneros porque había ido a comprar unas camisetas, un chaval también altamente peligroso este Barroso Jr. que tiene en su ficha de «penales» haber copiado una vez en un examen de Matemáticas de 3º de la ESO y haberse colado en unos retretes de un centro comercial pese a estar el cartelito de «no pasar, suelo recién fregado».

De verdad que las escenas allí vividas durante esa hora son dantescas, desde el señor del bar al que habían jodido la recaudación no solo del día, sino posiblemente de la semana, que reclamaba a la policía el daño que a su negocio se le estaba haciendo y era contestado con malos modos, invitándole a meterse de nuevo para dentro y callar la boca, o por ejemplo el vecino o la vecina que con su hijo quería acceder a su domicilio y era chillada para que circulara y se fuera de allí, e incluso llegaba a ser zarandeada por el agente de la ley y el desorden correspondiente.

Entre tanto los que estaban fuera ya habían decidido que con ese panorama ellos no entraban al fútbol, los que estaban dentro eran soltados minutos después de haber empezado el partido y tampoco iban a entrar al estadio, entre los retenidos que iban saliendo, efectivamente se veían numerosos menores de edad y gente que ya no cumplía los 40 años posiblemente, salir cariacontecidos y con ánimos de cualquier cosa menos de ir al fútbol.

Una tarde que iba a ser festiva para el rayismo se había tornado en una nueva caza de brujas ordenada y orquestada por la «Maléfica» señora Cifuentes. Allí en medio nos encontrábamos también nosotros, un poco desubicados cuando ya pasó todo el «maremágnum» policial, pero con pocas o ninguna ganas de entrar al fútbol. Las ganas de vibrar, de disfrutar e incluso de sufrir con el Rayo aquella tarde se habían visto bastante apagadas. Supongo que la sensación -salvando las distancias- es un poco como el señor que se toma una o un par de pastillitas de Viagra y a la hora de ponerse «al lío» le dicen que lo que se ha tomado es Gelocatil «tuneado».

Al final decidimos que no íbamos a entrar pero que al menos disfrutaríamos de la remontada del Rayo -si la hubiera- desde el bar, ya que desde la calle ya habíamos escuchado que se había adelantado en el marcador el Levante. Lo de irse al bar fue cachondo porque incluso alguno o alguna que veía la foto de nuestra ubicación, nos tachaban de borrachines y fiesteros, así que aprovecho desde aquí a invitar a la «fiesta» que vivimos al que se quiera apuntar. Porque lo que es cierto es que hay mucho golpe de pecho, muchas palabras bonitas, pero al final -Bukaneros al margen- nos quedamos cuatro fuera el otro día.

Por último me gustaría decir que pese a lo absurdo y caótico que es la imagen de miembros de seguridad mirando bufanda por bufanda, camiseta por camiseta, lo cierto es que el pasado sábado la puerta Wilfred comparada con semanas anteriores, especialmente la última, fue casi como un «Chiki Park«. Los accesos eran bastante rápidos y sin excesivos problemas debido principalmente a que la movida estaba a 100 metros escasos de dicha puerta.

Futbolísticamente el partido deja a Alberto Bueno entrando en la historia de nuestro club, algo que va inversamente proporcional en contra de nuestros intereses, ya que le aleja 1.000 kilómetros y unos 500.000 euros de Vallecas. En cualquier caso este fin de semana, remontada y goleada incluida, lo futbolístico vuelve a quedar en un segundo plano, habiendo vivido esta nueva muestra de cacería al hincha rayista.

Y lo mejor de todo es que otra cosa igual no, pero los señores guardias educados son un rato: se despidieron con la frase «dentro de 15 días nos vemos».                                                                                                                                                 Al final va a ser verdad el refrán ese que dice que «el hombre propone y la Cifuentes dispone».

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