Dani Martín vio a dos Rayos distintos en la misma semana y ante rivales muy diferentes.
Nos han pegado. Esto es así, un sábado cualquiera sales de bares y unos desalmados te dan en los morros hasta que pareces Carmen de Mairena tras recibir un balonazo. En realidad pegado casi se queda corto, nos han hundido la flota en la primera tirada, no hablamos de una derrota, hablamos de LA DERROTA.
Sobran más palabras, los medios hablaron de nosotros un par de días por aquello de plantar cara al Real Madrid. Las redes volvían a mentarnos, bien para insultar alegando que «sólo jugáis así contra nosotros» o «salís a regalar el partido, así no ganaréis nunca«. Aficionados ¿heridos? Al ver que un equipo como el Rayo ha logrado estar prácticamente salvado «jugando así». ¿Así cómo? Me preguntaba yo con más dudas que en una clase de tailandés. Salimos como siempre, arriesgando lo mismo y rezando a los mismos santos para anotar y no ser derribados. El tiempo al final nos pegó un mazazo y se acabó. Un presupuesto menor al sueldo de la estrella del equipo rival no ayuda, pero no acepto excusas, no es ni será nuestra liga pero por un rato ocupamos los flashes de las cámaras, quién sabe si alguien aquel día preguntó que quién era ese tal Embarba que tan bien lo hizo.
Pero ya llegábamos al sábado, contentos pese a perder. Qué sensación más rara, como si te ríes cuando se te cae la lasaña al sacarla del horno, ¿no? Pues eso, que contentos. El caso es que ante el Celta ya tenía un nosequé por dentro, un equipo que no pasaba por su mejor momento… ¿seremos capaces de dejar la permanencia cerrada? Pues bueno. Lo que pasó en esos 90 minutos bien podría ser una película de terror en la que me pasaría llorando bajo el asiento buena parte de ellos. Santi Mina, que no Maradona, con todos los respetos, nos hizo más hijos que los que pueda tener cualquier matrimonio del OPUS. Yo cambié de cadena, enteded que uno no quiere ver cómo le hacen el amor a su novia, ¿no?
Ahora quedan jornadas pacíficas por delante. ¿Nos despedimos de Jémez? Probablemente, otro vendrá que lo haga parecer un santo -o quizás no-, ¿adiós a Alberto Bueno y compañía? Lo tenemos claro. ¿Pesimismo? Ninguno, y es que posiblemente en agosto volvamos a amanecer en primera, por mucho que algunos nos quieran ver nadando en el barro. Somos aquel personaje que se planta en una fiesta de etiqueta con un chándal y la barba de soltero, y no podríamos ser más felices con ello.
Dani Martín
Foto: As