Roque Mesa y Tana, sin duda dos de las revelaciones de la Liga. Están cuajando un segundo acto de temporada de nota.
Para los que formamos parte de esa generación de bocadillo de mantequilla con azúcar, esa que soñaba con ser un goleador en el Mundial del 82, para los que imitábamos a nuestros ídolos en el salón con esa ilusión de ser mayor, de aquellos a los que se les echaba la noche encima jugando al fútbol en la calle o ganando una etapa con Ángel Arroyo en ese chapín que guardabas como un tesoro jugando a las chapas con tus amigos. Para todos aquellos, que como yo, aún siguen haciendo la colección de cromos de la Liga o la Eurocopa…
He de reconocer que para plasmar estas líneas me he inspirado en esa colección de cromos que hacen los niños de hoy, esa de tarjetas (¿dónde se quedaron esos cromos que para pegarlos necesitabas pegamento?) donde puedes ver Messi súpercrack, Cristiano Balón de oro, Griezmann «actualización»… y más en concreto en esa que dice «dúos imparables».
Sin duda, Roque Mesa y Tana han formado un dúo imparable para los equipos a los que se han enfrentado; más si cabe en la segunda parte de la temporada, cuando el equipo de Quique Setién ha despegado definitivamente volando de los puestos de descenso, desplegando un fútbol de quilates.
Tana y Mesa, Mesa y Tana. Dos jugones, dos «locos bajitos» -ahora ese futbolista está de moda-, dos canteranos que no dejan indiferente a nadie; sin hacer ruido pero sí estragos grandes en las defensas contrarias.
Dos futbolistas que te mantienen pegado al televisor, de esos que provocan el gusto por el buen fútbol, de esos que hacen que te quedes clavado en el sofá de casa porque si te levantas o pestañeas te puedes perder un control de escándalo o un pase diseccionado con bisturí entre líneas, para dejar frente al portero a un compañero, o una genialidad driblando a cuantos defensores salgan al paso cuando parecía imposible salir de semejante atolladero.
Todo esto y mucho más lo puedes encontrar en estos dos futbolistas, en esa UD Las Palmas que despliega un fútbol y que algunos la han bautizado como «el nuevo Rayo». Y en cierto modo no les falta razón. Buen gusto en el trato del balón, juego de ataque buscando siempre la portería rival. Un club modesto que apuesta por este estilo, muchas similitudes con el juego del conjunto vallecano, por no hablar de los entrenadores, ambos en alza en un cargo siempre complicado y en el alambre.
La trayectoria de Roque Mesa es más que curiosa. El jugador canario salió de la isla para jugar cedido en otra -Mallorca-, el Atlético Baleares fue su destino. Antes de todo eso, en edad juvenil, pasó por le Levante, llegando a jugar con el filial en Segunda B. Sin embargo su vuelta a la isla no fue para jugar el la Unión Deportiva, sino en el eterno rival, el CD Tenerife, donde jugó una temporada para definitivamente quedar libre y firmar por Las Palmas de donde ya no se movería hasta debutar en Primera, salvo en la cesión antes comentada al Atlético Baleares.
Para Tana llegar a Primera división no sería más fácil, más bien todo lo contrario. Ya desde pequeño destacó por su habilidad y desparpajo entrando en la cadena de filiales de la UD Las Palmas.
Con 18 años ficha por uno de los equipos de tradición en la isla, la UD Villa Santa Brígida, club que llegó a militar en Segunda B. Solo jugaría una temporada, pues el UD Vecindario lo firmó en la siguiente campaña donde debutó en Segunda B. En temporada y media se ganó la posibilidad de volver a la UD Las Palmas, donde ascendió progresivamente desde el tercer filial, pasando por Las Palmas Atlético, hasta llegar al primer equipo en 2013, con el que jugaría dos temporadas en Segunda logrando ascender la pasada campaña.
Sin duda, la buena salud que goza la UD Las Palmas es, en una parte muy elevada, gracias a estos dos futbolistas y a su idea de fútbol impuesta por su entrenador Quique Setién .
Chema Broncano