Juan Carlos Valerón se despide del fútbol a los 40 años. Deja huérfana una generación que precedió a los años de éxitos de la selección española.
Fin de semana para olvidar. Una serie de malas noticias que deja un regusto amargo en los aficionados a fútbol. Esta jornada 37 de Liga pasará a la historia por el adiós de un jugador de altura, Juan Carlos Valerón, de quien haremos un modesto homenaje a su trayectoria.
Pero también, por la casi certificación del descenso a Segunda del Rayo Vallecano -hay que esperar una serie de carambolas poco probables-, por méritos propios y, por qué no decirlo, por una serie de actuaciones de algunos equipos que se dejan ir en las últimas jornadas, algo que por desgracia viene siendo norma habitual en la liga española en los últimas temporadas.
Intentando dejar atrás todo este sabor amargo, provocado por la última jornada liguera. Puede catalogarse la despedida de Valerón como algo que nunca querías que ocurriese. Es la consumación de un hecho inevitable, el paso del tiempo, nos hacemos mayores y los futbolistas que dejaron huella también. Este es el caso de Valerón.
Este desgarbado chico, nacido en un prolífico pueblo del sur de Gran Canaria, Arguineguín. Allá donde parece que la magia futbolística mana de lo más profundo de sus orígenes volcánicos, tierra donde nació otro mago, David Silva.
Allí creció «el flaco», ese mismo que se erigió en el líder de uno de los mejores Depor de la historia. El hombre que tenía ojos en la espalda y veía pases donde nadie los podía ver. Uno de los jugadores que hacían de la pausa una de las suertes del juego, el mundo y el fútbol se paraban cuando el lo hacía. Un mago, un maestro, el flaco, ese tipo de voz aflautada que encandiló a las meigas gallegas con trucos de magia sacados de esa chistera que tenía por pies.
Su carrera profesional comenzó en su querida UD Las Palmas, forjando su personalidad y carácter en la Segunda B, a la vez que se hacía como jugador, humildes campos Castilla La Mancha o Madrid vieron crecer a una estrella en ciernes, allá donde jugaba daba igual el terreno de juego dejaba muestras de su calidad a tan temprana edad.
Tras el ascenso a Segunda firmó el RDC Mallorca, su temporada fue espectacular, al mismo nivel que todo el equipo. Héctor Cúper fue el encargado de guiar semejante temporada. Aquel equipo consiguió el subcampeonato de Copa del Rey al caer en la tanda de penaltis ante el FC Barcelona. Los Carlos Roa, Iván Campo, Marcelino, Stankovic, Vicente Engonga o Gabi Amato entre otros, pusieron en jaque a todo un FC Barcelona repleto de estrellas.
El Atlético de Madrid estuvo muy listo, fue el más rápido y el que más apostó por el canario que finalmente logró su contratación. Sin embargo sería una de las mayores decepciones de su carrera deportiva, donde viviría seguramente una de sus experiencias más traumáticas, el descenso a segunda división con un grande, lo que provocó su salida a La Coruña.
En el Deportivo fue donde se vio al verdadero Valerón en su máxima dimensión. Trece temporadas que dieron de todo y para todo. Desde ser uno de los líderes del equipo,a estar a un paso de una final de Champions. Dos Supercopas de España y la famosa Copa del Rey ganada al Real Madrid en el Santiago Bernabeu antes sus aficionados y en el año de su centenario fueron sus títulos con el cuadro herculino.
El lado más amargo sin duda la decadencia económica del club que derivaron en dos descensos a segunda división.
Valerón no podía despedirse en otro lugar que no fuera su isla, Gran Canaria, por eso decidió regresar para devolver a la Unión Deportiva al lugar que se merece, la Primera división. De esta manera poder dejar la práctica del fútbol dejando a Las Palmas en la máxima categoría, con los mejores, desplegando un fútbol que es envidia de muchos.
Ayer se retiró un futbolista, un maestro, en la época de la Furia, el fue un artista, un adelantado de la España que vendría, con la que fue internacional en 46 ocasiones en los que anotó 5 goles y disputó las Eurocopas de 2000 y 2004, los mundiales de 2002 y 2006 y fue campeón de Europa sub´21 en 1998.
Juan Carlos Valerón, el primer mago de Arguineguín (luego le seguiría David Silva), será recordado por lo que fue, un espléndido futbolista, gran persona, humilde como el que más, al que las graves lesiones y el no haber jugado en un grande hará que injustamente no se le equipare junto a los grandes del fútbol mundial. Algo que si reconoce la gente del fútbol, la que si sabe percibir a alguien especial y diferente.
Chema Broncano
Foto de portada: www.udlaspalmas.es