El premio de un rayista

20/11/2015
El premio de un rayista

A 350 kilómetros la franja late con más fuerza que nunca gracias a su gente, a sus peñas y a los actos como el del pasado miércoles.

Mi bolígrafo que escribe estos artículos, distando mucho de ser considerado pluma, ya os va sonando de algo y ya vais sabiendo que mi corazón franjirrojo está mucho más cerca de vosotros que los 350 km que nos separan.

En una noche como la vivida el miércoles en la entrega de premios de la Peña Rayista 2004, mi boli sufre en forma de palabras la morriña de no estar allí, pero se mete un chute de tinta de alegría sintiendo que el rayismo se mantiene vivo, recordando que no cualquier tiempo pasado fue mejor.

Para algunos el premio es ganar una Champions League, para otros ganar una Copa del Rey y para otros, como es nuestro caso, el premio es estar allí, disfrutando donde el corazón de un rayista siente que late como dice el himno, «y no le importa dónde».

Nosotros sabemos que si late, late de verdad, y que igual derrocha constantes vitales en el Bernabéu que en Eibar… y como si es en Fuenlabrada. Lo que late es nuestro corazón, y somos igual de felices sintiendo y representando a Vallekas tanto en Atocha como en San Sebastián, en el Reino de Navarra como en el Sadar o en Cornella-El Prat, como en  Sarria. No nos importa el dónde sino el cómo.

Por eso la entrega de estos premios, en sí mismo, ya fue un premio para cualquiera que estuvo allí. Los afortunados presentes pudieron cantar «¡A las armas!» con Quique Peinado; peinar las canas de un rayista de toda la vida como Manolo Peñalva; recordar a Jesús Diego Cota representando la garra de la banda derecha del Rayo Vallecano, disfrazada hoy en día de Tito y diez más; disfrutar de las crónicas de Garrido; recordar el pasado cuando los domingo a las 12, entre botas de vino y bocatas de tortilla, los grandes caían en Vallekas en las garras de los MATAGIGANTES y vivir el presente disfrutando de los testículos de Baena y de los reflejos de Toño.

Víctor Sevilla repartió cariño a diestro y siniestro haciendo reír a los más grandes como si fueran niños; Laura Cabrera poniendo la nota en las ondas; Juanvi Peinado derrochando, como siempre, cariño a la cantera rayista y la capitana Alicia, atajando todos los intentos de defenestrar una sección que dignifica a la franja luciendo su mejor sonrisa.

Por último, el pistolero Pablo Clavería hizo de Reina en la «república vallekana» y las sonrisas de los presentes jugaron al béisbol con la «banda del bate», recordando que en Vallekas somos especiales hasta para disfrutar la poco experimentada sensación de levantar dos copas en un año, como si lo lleváramos haciendo toda la vida.

No me gustaría acabar este diario de lo que dio la noche sin agradecer el trabajo de Dámaso Barroso y los suyos, por brindarnos estos momentos de franja. Debo reconocer mi craso error al principio de este diario, dibujando comparaciones que no todas están en lo cierto. Si eres del Rayo, sabes que leer y escribir en Matagigantes no es lo mismo que en un panfleto de moda. Si eres del Rayo, diferencias la pasión en el Teresa Rivero y en el ESTADIO DE VALLECAS y si mamaste en Vallekas, sabes que no es lo mismo ser del RVM moderno que sentir los valores de una AGRUPACIÓN. Y si alguien tiene alguna duda de esto, le invito a escuchar este maravilloso texto de mi amigo José Luis Colilla,  que con acierto cerró el acto del pasado miércoles: «Ven, te voy a llevar al Nuevo Estadio».

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Texto: Paco García (@pacovk1)

Galería de fotos de los Premios

Fotos cedidas por José Luis Poblador pertenecientes a poblafm

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