El Tenerife visita Vallecas y en nuestra sección Querido enemigo hemos querido homenajear a dos grandes figuras de su mejor época: Chemo del Solar y Dertycia. Fútbol añejo.
Existe una corriente literaria que asegura que al lugar donde se ha sido feliz nunca se ha de volver. Lo escribió Juan Rulfo y, después, se lo copió Joaquín Sabina. Pero no estoy de acuerdo. A la infancia, por ejemplo, si ha sido una infancia feliz, siempre se ha de volver. Jamás se debería de dejar de regresar allí. Y seguramente sea feliz la infancia para aquellos chicharreros amantes del fútbol de mi generación. ¿Cómo no iba a serlo? Si solo recordarlo, a mí, desde Vallecas, me provoca la sonrisa.
Probablemente uno piense que es difícil no ser feliz si eres un niño tinerfeño. Jugar y corretear a los pies del Teide, con su mirada y su abrazo impasible; bañarte en verano en los lagos y en las playas, y disfrutar siempre de esa temperatura cálida y perfecta para no vivir debajo de la manta. En la carrera de Periodismo conocí a una canaria que ¡nunca se había comprado un abrigo! Se compró su primer anorak cuando llegó el invierno a Madrid. Ese invierno seco y frío que viene de un momento a otro…
En fin, hablábamos de que seguramente sea difícil imaginar a un niño que no corretee feliz por la isla. Pero seguro que sería imposible no encontrar un niño feliz con la camiseta del Tenerife en los años noventa. Con el tiempo se recordará a ese Tete como “el de las Ligas del Madrid”; y quizás solo por eso ya tenga ganado todo el respeto del mundo futbolístico de bien. Sin embargo, en los años noventa yo todavía era un crío y no estaba tan maleado como para sentir estos vientos de resentimiento hacia el poder establecido y, en su momento, no me impactaron más allá de la anécdota esas dos derrotas antológicas consecutivas de los blancos en Tenerife.
Lo que sí me impactaba eran dos jugadores que vestían la camiseta blanca y los calzones azules del Tenerife. Una calva y una melena que representan lo que se conoce como el fútbol previo a lo moderno. Un argentino y un peruano que tocaron el cielo canario y se convirtieron en iconos de una época. Un delantero que ponía balones a la red y un centrocampista que, junto a Redondo (casi nada), comandaba la medular de un equipo de leyenda en el que también figuraban nombres como Felipe Miñambres, Pizzi o Latorre.
Dertycia llegó al Tenerife tras lograr una salvación agónica con el Cádiz, que se quedó en Primera tras jugársela a penales contra el Málaga en aquella mítica promoción a ida y vuelta. El delantero, que arrastraba una alopecia por estrés desde su etapa en la Fiorentina (una lesión, provocada por un choque con Maradona, le privó de jugar el Mundial del 90 con Argentina), cayó de pie en la isla y pronto pasaría a ser uno de los históricos más queridos por la afición chicharrera. Tras su exitoso paso por las Canarias, donde siempre se recordará su tanto al Real Madrid, Míster Proper (como le apodaron los gaditanos nada más llegar) puso su fútbol al servicio de Albacete. Lejos ya de nuestra Liga, volvió a Argentina, pasó por Chile y se retiró en Perú.
De Perú era, precisamente, el Chemo del Solar, compañero de Dertycia en aquel Tenerife mítico. El peruano, con el 8 a la espalda siempre que pudo (también llevó el 4), comandó la sala de máquinas de aquella escuadra junto a Fernando Redondo. Era complicado encontrar en la Liga una línea medular de más calidad y sacrificio que aquella que dirigía Jorge Valdano. No en vano, aquel equipo fue el primero que consiguió meter al Tenerife en competiciones europeas, llegando incluso a derrotar en el Heliodoro Rodríguez López a toda una Juventus campeona de Italia con un tanto del Chemo. Tras tres temporadas en las que brilló e hizo brillar al conjunto chicharrero, el centrocampista peruano jugaría para otros equipos de la Liga como Salamanca, Celta o Valencia. Pero en ninguno llegó a cotas como las que alcanzó en la isla. Tras su paso por España, probaría una temporada sin éxito en el Besiktas turco y acabaría regresando al Universitario de Perú, donde se retiraría en 2002 para dejar paso a su etapa como entrenador. En el año 2010 dirigió a la selección de su país, la franjirroja que defendió como jugador en 74 ocasiones, durante el Mundial de Sudáfrica que acabaría levantando Iker Casillas.
No es cierto. Al pasado hay que volver siempre que sea un grato recuerdo. Hay que visitar Comala, porque allí se quedó nuestro niño interior y, de vez en cuando, es bueno que reflote. Que vuelva a sonreír con el gol de Dertycia a Paco Buyo, que se imagine un duelo entre dos mediocampistas de raza como el Chemo y Ezequiel Castillo (que también vistió la camiseta del Tete, por cierto) en un Estadio de Vallecas que luciría en los noventa más o menos como lo hace hoy. No sabemos si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí sabemos que Dertycia y Del Solar hacían mejor a aquel Tenerife. Ya no quedan jugadores como aquellos; ya no hay killers de área alopécicos ni tampoco mediocentros con esa melenita calorra de robarte hasta la vida en la primera esquina. Gloria y honor. Y odio eterno al fútbol moderno.