El Rayo Vallecano se enfrenta, en El Toralín, a una nueva oportunidad de dormir en los puestos de ascenso directo, pero la situación del barrio desplaza lo deportivo a un segundo plano.
Es difícil enfocar el objetivo cuando aparecen diversos planos en un mismo marco fotográfico. No es infrecuente el movimiento intermitente de la cámara en busca del grado de inclinación perfecto, el empleo de ciertos segundos para decidir si la imagen requerirá, o no, flash, y el arranque de un segundo intento para corregir la decisión tomada con respecto a esto último, para finalmente concluir que la primera fotografía es la mejor.
Las mejores imágenes nacen de forma inesperada. El atardecer que decides inmortalizar para abandonarlo en tu galería; la «Muerte de un miliciano» convertida en el reflejo más atroz de una guerra entre hermanos; o la ávida perspicacia de un trabajador que, con la capital de la modernidad bajo sus pies, decide captar a sus once compañeros comiendo sobre una viga del cielo de Nueva York.
El zoom es tan caprichoso que a veces baila de un lado a otro sin seguir la sintonía del charlestón pictográfico. Hay ocasiones en las que la tecnología o la capacidad humana para controlarla fallan, pero también otras en las que una paloma de píxeles alterados atraviesa con velocidad nuestras sonrisas forzadas.
Cualquiera que haya seguido, por muy de perfil que sea, la actualidad sobre Vallecas, será consciente de que el partido del Rayo Vallecano en El Toralín es un ave que se cuela en el plano. Sin embargo, la batalla de Ponferrada se presenta como una ocasión perfecta para firmar una tregua con el conflicto y evadirnos de una represión mediática, gubernamental y policial que ya hace mella en el conjunto del barrio.
A las 18:15, los de Andoni Iraola saltarán al césped para representar a un pueblo dolido, pero acostumbrado a reponerse de cada golpe. Para buscar su tercer triunfo consecutivo, el técnico vasco contará con todos sus efectivos, más allá de los lesionados de larga duración la pasada campaña. Su rival, la SD Ponferradina de Jon Pérez Bolo, es octava, con una victoria en el Carlos Belmonte y una derrota como local en su haber.
Lo que debería haber sido una instantánea perfecta de un Rayo con oportunidad de mantenerse en ascenso directo se ha convertido en una mera distracción de las injusticias que se están cometiendo dentro de nuestra frontera. Vallecas es un retrato único de supervivencia y combate, como lo es el de Sharbat Gula, la «Niña afgana» fotografiada por Steve McCurry en un campo de concentración de su país.
La mirada, como defendía Ortega y Gasset, es cuestión de perspectivas. Un mismo lugar puede resultar completamente distinto según desde el punto en que se mire. En mi caso, la vista hacia mi club y mi barrio comparten un mismo mirador, el de la lucha de todo un pueblo tras la timidez de sus ojos verdes.