Por méritos propios, Óscar Trejo se ha hecho un hueco de privilegio en la historia del Rayo Vallecano
Alberto Leva/Matagigantes
Si el Óscar Trejo del futuro pudiese hablar con ese pibe de 22 años que aterrizaba en Vallecas por primera vez en 2010, y le contase que iba a llegar a vestir en 250 ocasiones (y las que quedan) la indumentaria de un equipo que comparte colores con el rival deportivo de «su» Boca Juniors, seguramente diría que le está tomando el pelo.
Casi tres lustros después, aquel pibe con aspecto de cantante de una banda de pop/rock se ha convertido en uno de los ídolos del Rayo Vallecano. Capitán y referente dentro y fuera del terreno de juego, el «Chocota» regresó, contra todo pronóstico en 2017 y no solo igualó la gesta de la 2010/11 logrando ascender a Primera División, sino que también fue parte importante del campeonato logrado con otro ocho histórico en el banquillo, Míchel.
Ya son seis las temporadas que suma tras esta segunda etapa en franjirrojo y, a pesar de haber vivido algún sinsabor como el descenso en 2019, Trejo está viviendo una segunda juventud capitaneando el Santa Inés. Surgieron rumores y habladurías sobre posibles salidas del equipo, dudas sobre su renovación al finalizar contrato, pero el compromiso y la fidelidad del capitán han estado muy por encima de todos esos ficticios cantos de sirena.
Actualmente, hay quien dice que está atravesando un bache en su juego y que está mal. Es cierto que, como muchos de sus compañeros, el Chocota no está exhibiendo su mejor versión futbolística en los últimos encuentros. Esto no significa obligatoriamente que esté mal, porque siendo un jugador que nos tiene acostumbrados a un fútbol excelso y sobresaliente, ahora ese nivel ha decrecido hasta un nivel de aprobado o bien, nivel al que hay jugadores que les cuesta la misma vida llegar a lo largo de una temporada. Si con casi 35 años estuviera cada partido a ese nivel sobresaliente, seguramente estaría compartiendo centro del campo con Luca Modric. Por lo tanto, vamos a seguir disfrutando de su magia cada partido y, precisamente, ahora que su estado de forma puede ser ligeramente inferior, es el momento de bancar más fuerte que nunca a nuestro capitán. Porque recuerden aquello de «te animaré cuando menos lo merezcas, porque será cuando más lo necesites» y si en las buenas somos grandes, en las malas tenemos que ser gigantes como hinchada.
Capitán, espero que sigas muchos años más deleitándonos con tus gambetas y tus bailes con la bola, porque todos ansiamos que un día, no muy lejano, luzcas con orgullo ese brazalete de capitán por Europa. Y ese día habrás cerrado ese círculo, que comenzaste a cerrar el 21 de junio de 2017 cuando confirmaste que volvías a tu casa.