Tras todo gatillazo viene buscar una explicación que eluda responsabilidades en el mismo. Excusas hemos escuchado de todo tipo por parte de la plantilla y del entrenador. Las lesiones, el entorno enrarecido, las “presadas», el confinamiento, el desconfinamiento, el calor,… hasta el empedrado de Pedro Laborde.
La vida, y el fútbol es parte de ella, demuestra que hasta que no dejas de buscar excusas, y de creértelas, la disfunción no mejora. Al contrario, empeora y pone en riesgo tu relación de pareja. Cuando sumas 20, y sigues sin asumir que tienes un problema, que la relación se mantenga tiene más de “costumbre» que de “pasión”. Esa es la situación en la que vive la afición rayista.
El Rayo-Málaga de esta última jornada ha redondeado la cifra. Nada que no hubiera sufrido la afición durante esta temporada. Cada expectativa de mejora se frustraba con una nueva función de la disfunción no asumida.
Quedan cinco jornadas. Más allá de la clasificación esta plantilla y entrenador deben a su afición tener la valentía, el coraje y la nobleza de reconocer que tienen un problema, diagnosticarlo y tratarlo. El resultado será el que sea… pero se lo deben a ellos mismos y a la afición.
Desconozco si la disfunción se arregla con pastillas azules, con inyecciones de testosterona, golpeando la taquilla, rompiendo a cabezazos los azulejos del vestuario, etc. Como no se arregla es vagando por el césped, arrastrando la Franja, pensando en la excusa que vas a poner esta vez.
Texto: Luis Miguel Redondo