Miguel Tejada se estrenaba el pasado miércoles en Matagigantes y tuvo la suerte de compartir viaje en coche con nuestros invitados en el estudio.
Hace poco terminé de leer el libro de John Carlin, La tribu, donde se recoge una serie de sus artículos futbolísticos publicados en el diario El País. En alguno de ellos el periodista británico deja claro su opinión sobre lo complicado que es para un trabajador de la prensa, poder sacar buen material de los futbolistas, en parte, debido a la actitud que tienen estos.
Las siguientes líneas van dedicadas a esos otros jugadores que no entrarían dentro de la opinión dada por John Carlin y que tan bien representan los dos chavales del Rayo Vallecano B, Álvaro Molina González e Ignacio “Nacho” Pérez López.
Aunque Molina, Nacho y MATAGIGANTES vistan y sientan los mismos colores, a los dos chavales les tocó jugar en campo contrario en el estudio de Radio Vallekas. Dicen de los jugadores que cuando están delante del micrófono, alejados de su amigo el balón, saltan al campo de las ondas en frío y les puede vencer la timidez a la hora de recibir el pase de los periodistas.
Molina estuvo sobrio como buen defensa y Nacho se lanzaba al ataque a por el micrófono. Entraban bien en el juego de preguntas que realizaba el equipo de Matagigantes. Prestaban atención colocándose bien los cascos cuando se informaba sobre lo que de verdad ocurrió con los Bukaneros antes del partido contra el Levante. Se les veía sueltos y frescos durante los 120 minutos de programa. Reían, negaban con la cabeza cuando uno decía algo que no debía ser del todo así… en resumen, disfrutaban como cuando tienen el esférico en sus pies. Tras el pitido final de las señales horarias, con la despedida llegó el gesto que demuestra que estos jóvenes y humildes futbolistas están hechos de otra pasta y que como jugadores y personas, son un 10.
Radio Vallekas, desde donde se realiza Matagigantes, está en uno de los sitios más altos del barrio, y sinceramente, cuesta un poco llegar allí. Sobre todo si vas andando, como es mi caso, y son las nueve pasadas de una noche en la que corre el aire. Es aquí donde entra el gran gesto de Nacho y Molina, quienes se ofrecieron a acercar a casa a los compañeros que vivieran por la zona de la ciudad deportiva del Rayo Vallecano. Era una oportunidad única de seguir conociendo más a ambos, por lo que decidí aceptar su invitación y jugar en su campo.
El viaje se dividió en dos partes. La primera nada más salir del estudio y en el coche de Álvaro Molina. El vehículo arranca con la música bailona típica de los futbolistas jóvenes bien alta. Molina invita con un gesto educado a la conversación bajando el volumen de la radio. Dentro del coche lo primero que queda claro es que viene bien que alguien pueda ejercer de GPS para salir de allí. Dan las gracias al compañero de Matagigantes, Alberto Leva, porque gracias a que en la ida le siguieron, pudieron llegar a la radio. Es lo que tiene la geografía vallecana, que hay sitios a los que cuesta llegar y necesitas de un auténtico sherpa vallecano.
Han disfrutado de la experiencia y se sienten agradecidos por la invitación. Ambos habían atendido a los medios alguna vez, pero siempre por teléfono o el micro de a pie de campo y dicen que no es lo mismo, aunque Molina recuerda a ver estado una vez dentro de los estudios de SER Salamanca cuando aún jugaba en el equipo charro.
Ante el tema de la situación del equipo B, se muestran sinceros. Un resoplido de ambos deja entrever que la cosa es difícil y que no ha ido todo tan bien, pero el cambio de tono siguiente demuestra optimismo y fuerza. Nacho y Molina tienen las cosas claras, saben que no pueden descender, y no recurren al marco individual: lo que importa y mencionan desde el principio es el equipo. El conjunto es el gran derrotado por delante de las individualidades, te quedes o te marches después. Van a darlo todo para ganar las finales que quedan, empezando este domingo contra el Leioa. Ellos están a gusto y contentos en el club, pero lo dejan en segundo plano, porque lo que recalcan es que para que estén bien de verdad tienen que salvar al filial franjirrojo.
Es una pena que la primera parte del viaje acabe tan pronto. No han sido ni cuatro minutos. ¿A lo mejor debería haber sido como uno de esos GPS rebeldes que no quieren que llegues a tu destino y haberles hecho dar una vuelta más grande para poder seguir hablando con los dos? Pero estos cracks no se lo merecen, que además a la mañana siguiente tienen partidillo contra el equipo de Jémez. Molina vive en la otra dirección, por lo que nos deja al lado del estadio de Vallecas donde Nacho tiene aparcado su coche.
Sigo en modo GPS, pero la conversación ahora es más personal y Nacho en ningún momento rehuye de hablar. No se guarda nada, incluso tira a mi tejado la pelota. Él venía por primera vez a la radio pero también sabía que era mi primer día en Matagigantes así que me pregunto qué tal había ido. Nacho es de esos que está dispuesto a que el receptor se convierta en emisor en la comunicación. Te hace sentir cómodo y en confianza.
Bordeamos el estadio y continuamos hablando. Vuelve el tema de la plantilla, la planificación, el buen ambiente y su estilo innegociable de juego con el que seguirán un año más en la 2ª División B. Hablamos de su antiguo equipo, su elección por el Villarreal cuando pudo haber venido antes a Vallecas. Una decisión que dice que costó tomar y decidida a última hora. Llegó a aquel Villarreal descendido a 2ª División y que, por efecto dominó, descendió también al filial a la 2ª División B. De la etapa en Castellón guarda buenos recuerdos y avala la dedicación y esmero que tienen los del submarino amarillo en cuidar su cantera.
En las rotondas llegando al polideportivo de Palomeras, Nacho se ubica y se acaba la función de GPS; es momento de tirar hacia la A-3. También hay hueco para hablar del primer equipo, de lo bueno que es Kakuta y de la situación de la posición en la que juga él y Molina en el primer equipo. Hace un buen análisis, y cuando le fuerzo para ver si él se ve jugando en la Albufera, mantiene los pies en el suelo con un: «lo primero es el B, la salvación y jugar bien, ya después lo que venga».
Nacho tiene la cabeza bien puesta, es claro y conciso, y lo demuestra aún más al hablar de por qué eligió su vivienda, que está cerca de la ciudad deportiva. El viaje se está acabando, pero Nacho está dispuesto a dejarme en mi misma calle, cosa que no hace falta porque es meterse en un nuevo berenjenal y bastante ha hecho ya.
Nos despedimos. Me dice antes su planning de lo que queda de día: comer, dormir y estar a tope para el partidillo de mañana y mentalizado para ganar el domingo al Leioa. Yo únicamente puedo agradecerle a él, y a Molina, su amabilidad, buen trato y gesto.
Fuera del coche y asimilando la experiencia, vale la pena escribir sobre Álvaro Molina y Nacho Pérez. Por lo profesionales y buenas personas que son. Representantes de esa cantera de futbolistas humildes a los que puedes acercarte y hablar porque tienen los pies en el suelo. A mí me alegraron el estreno en Matagigantes y me dieron una historia que contar.
Miguel Tejada